
Datos básicos
Desde el momento mismo en que aceptamos el rol directivo, estamos en el punto de mira de todos nuestros colaboradores; a partir de ahí, seremos arte y parte de las influencias que éstos reciben. Todo cuanto hacemos y decimos tendrá un impacto en los demás. Conocerlo ha de ser un imperativo ineludible para quienes dirigimos. Pero, ¿qué hacemos con lo observado y recogido?
La respuesta sólo puede apuntar hacia una dirección: analizar cuál es nuestra cuota de participación en ello. A tenor de esto, la primera dimensión a desarrollar en las competencias de liderazgo, es el liderazgo personal, y la primera acción a tomar por parte del directivo es la toma de conciencia acerca de las emociones y de los efectos derivados de ellas.
Requisito inicial: voluntad para explorar nuestro interior, para revisar cómo pensamos, cómo sentimos, qué hacemos.