Aprovechar el camino al trabajo
«Yo soy una parte de todo aquello que he encontrado en mi camino»
Alfred Tennyson
Un estudio de La Caixa de hace algunos años (realizado por María Gutiérrez-Domènech) cifraba en 57 los minutos diarios que dedicamos de media en España a ir y volver del trabajo, aumentando bastante dicha cifra si hablamos sólo de Madrid o Barcelona. No sé si dicha cuantificación se ha quedado obsoleta, pero me suena bastante razonable por lo que observo alrededor.
Lo que es obvio es que se trata de una inversión en tiempo realmente notable y que puede aprovecharse mucho mejor de lo que solemos hacer. Se me ocurren algunas sugerencias (algunas de ellas, sólo si no nos trasladamos en transporte privado):
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En relación con la organización del trabajo
- Crea tu lista de las cosas a hacer en el día, planificando las actividades a acometer y organizando el reparto de tiempo
- Envía mensajes recordatorios para los asistentes a las reuniones que hayas convocado en el día
- Limpia la bandeja de entrada de tu email, contestando los mensajes más urgentes si puedes y borrando los que sean correo basura
- Reflexiona con regularidad sobre los objetivos profesionales y personales a medio y largo plazo y sobre las actividades que deberías realizar para alcanzarlos
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En relación con el conocimiento
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Aprende un idioma
(existen varias app muy interesantes para ello: Babbel, Busuu, Voxy, Wlingua, Beelingo, Model English. ATI Studios, Duolingo, Memrise……)
- Lee documentos o busca información en internet sobre temas de interés profesional
- Revisa las últimas noticias que puedan ser relevantes para tu profesión
- Oye podcast de tus programas de radio favoritos que se emitan en momentos que no puedes escucharlos
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Aprende un idioma
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En relación con la socialización
- Aprovecha para ponerte al día en tus redes sociales
- Comunícate con tus amigos o familiares, aunque sea a través de mensajes, que siempre ponemos la excusa de que nos falta tiempo para hacerlo
- Recuerda y busca contactos del pasado en las redes sociales para recuperar la relación, desarrollando el networking profesional
- Descarga y mira capítulos de esa serie de la que todo el mundo habla y que aún no conoces, para ponerte al día en las conversaciones
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En relación con el bienestar físico y emocional
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Haz ejercicio
(camina al trabajo, ve en bicicleta, no cojas ascensores o escaleras mecánicas…)
- Levántate antes y ve con menos prisas, de manera que no se genere estrés de forma innecesaria
- Lee un libro que te apetezca
- Escucha música relajante
- Medita, respira hondo visualizando el día o anticipando el siguiente si es en el camino de vuelta
- Practica alguna afición (hacer punto, rellenar sudokus….)
- Aprovecha para vaciar tu mente y relajarte
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Haz ejercicio
Evidentemente, el camino al y del trabajo lleva mucho tiempo, pero también implica un coste. Pero es un tema que he preferido no contemplar porque podemos concluir que es mejor no moverse de casa.
Ser efectivo en el trabajo
«En materia de negocios, nada hay efectivo mientras no esté terminado»
Charles-Maurice Talleyrand Périgord
Todos nos hemos encontrado con personas que son capaces de cumplir sus responsabilidades profesionales alcanzando el efecto que se espera, que seleccionan perfectamente lo que tienen que hacer en cada momento y lo hacen correctamente. A este tipo de personas se las denomina efectivas, y esta es una cualidad muy valorada por cualquier organización.
Aunque existe una cierta confusión entre los diferentes términos, coincido con los que piensan que la efectividad es la suma de la eficacia (la capacidad de lograr el efecto deseado) con la eficiencia (haciéndolo con los mínimos costes o en el menor tiempo posible).
Pero, ¿qué características definen a las personas que son efectivas? Stephen Covey en su célebre libro «Los 7 hábitos de la gente altamente efectiva», señala las siguientes:
- Son proactivas
- Comienzan sus actividades con un fin en mente
- Establecen primero lo primero, priorizan adecuadamente
- Piensan en ganar/ganar, contemplan el beneficio mutuo
- Procuran primero comprender y luego ser comprendidos, desarrollando la empatía
- Buscan sinergias en su entorno y creando equipos
- Desconectan («afilan la sierra» según su denominación), para recuperar energías y son capaces de renovarse
Posteriormente, introdujo un nuevo hábito:
- Encuentran su propia voz y hacen que su voz inspire a otros para que encuentren la suya, lo que está muy relacionado con la capacidad de liderazgo
En este vídeo se describe de forma muy clara y amena los elementos principales del libro
A estos creo que les añadiría algunos otros:
- Son responsables, asumen sus compromisos y los deberes de su trabajo
- Se centran en lo que pueden cambiar y no en los elementos externos sobre los que no tienen ninguna influencia
- Gestionan bien su tiempo
- Saben delegar
- Aceptan sus errores
- Se forman e intentan mejorar sus capacidades
Ser más efectivos redunda no sólo en beneficios para la empresa, sino también en nuestro mejor desempeño profesional y también en nuestro bienestar, aunque no se puede descartar que nos encontremos con algún jefe tan impresentable como el de Dilbert que nos complique el proceso.
Claves para ser intraemprendedor
«Es mejor errar por ser audaces que por ser precavidos»
Alvin Toffler
El intraemprendimiento, el proceso por el que se realiza una actividad emprendedora en el interior de una organización existente, surge de la necesidad de las empresas de desarrollar ideas en un entorno de acelerada transformación digital y también del interés de los empleados más creativos en poner en marcha proyectos propios. Consiste en traspasar el espíritu de las startups a las grandes, y no tan grandes, corporaciones.
Generalmente se relaciona con la innovación en el lanzamiento de nuevos productos y con el desarrollo de nuevas unidades de negocio claramente diferenciadas y requiere, especialmente, de un proceso de empoderamiento a los participantes para que puedan desarrollar su creatividad y asumir riesgos con las menores cortapisas posibles.
Este concepto fue desarrollado en 1985 por el investigador Gifford Pinchot, que, de forma bastante humorística y algo exagerada, definió lo que a su juicio eran los 10 Mandamientos del Intraemprendedor:
- Ven a trabajar todos los días deseando que te despidan
- Sortea las órdenes que busquen detener tu sueño
- Realiza cualquier actividad necesaria para conseguir que tu proyecto funcione, sin restringirte a la descripción de tu puesto de trabajo
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Encuentra gente que te ayude
- Sigue tu intuición sobre la gente que elijas y trabaja sólo con los mejores
- Trabaja de forma «clandestina» tanto como puedas (la publicidad dispara el sistema inmune corporativo)
- Nunca apuestes en una carrera salvo que participes en ella
- Recuerda, es más fácil pedir perdón que permiso
- Sé fiel a tus metas, pero sé realista sobre la forma de alcanzarlas
- Honra a tus patrocinadores
Con posterioridad, ha ido añadiendo algunos mandamientos adicionales:
- Pide consejo antes de empezar a pedir recursos
- Agradece
- Crea tu equipo. El intraemprendimiento no es una actividad solitaria
- Comparte los méritos
- Mantén los intereses de la compañía y de sus clientes siempre presentes
- Usa toda tu habilidad y la de tus patrocinadores para hacer avanzar el proyecto «sin hacer olas»
Pero, ¿cómo deben ser los intraemprendedores? Pinchot los define como «soñadores que hacen cosas» y creo que han de tener unas cuantas de las siguientes cualidades o características para tener éxito en esta función:
- Tener espíritu crítico y actitud inconformista
- Tener mentalidad creativa e innovadora
- Ser curiosos
- Ser flexibles y ágiles
- Tener empuje y entusiasmo
- Tener tesón y capacidad de aceptar el fracaso
- Tener confianza en sí mismos
- Ser proactivos, tener iniciativa
- Mostrar interés por mejorar y por adquirir nuevos conocimientos y habilidades
- Tener capacidad de liderazgo
- Tener visión de negocio
- Estar identificados y comprometidos con la empresa
- Conocer suficientemente la organización
- Poder desenvolverse con soltura en todos los niveles de la empresa
Las principales ventajas de ser intraemprendedor son la posibilidad de desarrollar la capacidad innovadora y las inquietudes emprendedoras en la seguridad de una organización ya establecida, a la vez que mejora el rol dentro de la empresa y aumenta la empleabilidad ya que es una cualidad cada vez más valorada por todo tipo de organizaciones.
Si se quiere conocer más sobre este tema, un libro recomendable es «Intraemprendedores. Reinventa tu empresa con espíritu startup«, de José Manuel Vega, y si aparece la oportunidad en tu empresa, mi consejo es ¡¡aprovéchala!!
¿Existen los gafes en el trabajo?
«Lo único peor que la mala salud es la mala fama»
Gabriel García Márquez
Coincidí hace poco con un antiguo compañero de trabajo y al contarme el cúmulo de desgracias profesionales que había sufrido desde la última vez que nos vimos, me acordé de un personaje de mi infancia, Tomás el Gafe (Gaston Lagaffe en el original). Se trataba de unas historietas que aparecían en la revista Pulgarcito en las que a Tomás, creado por el gran dibujante belga André Franquin, le ocurrían todo tipo de desastres en su trabajo como oficinista para agobio de sus compañeros.
La creencia en los gafes es una costumbre arraigada no sólo en nuestro país y colocar a alguien ese sambenito puede ser un acto de extrema crueldad por las implicaciones de aislamiento social que le puede acarrear. Al igual que no creo en la suerte en general, tampoco creo en la mala suerte ni que existan personas que sean un canal para atraerla.
Sin embargo, ¿por qué parece que hay personas más afortunadas que otras? Probablemente se trata de gente que sabe aprovechar mejor las oportunidades que se le presentan, como señala Richard Wiseman, de la Universidad de Hertfordshire y creador de la Escuela de la Suerte, cuya receta para atraer la fortuna ya he mencionado en otra entrada.
Si nos cuelgan el cartel de gafe, creo que lo peor es asumirlo y dejarse llevar, a pesar de que conseguir que cambie la opinión generalizada pueda ser una tarea complicada que exija un gran esfuerzo. Hay varias cosas que se pueden intentar para cambiar una mala reputación de este tipo:
- Mantener la calma. Se trata de un ejercicio de paciencia
- No creerlo. Si pensamos que es cierto, al menos en parte, actuaremos condicionados y tensos, y los resultados tenderán a ser negativos, acentuando así nuestro sambenito
- Para ello, es bueno identificar momentos de buena fortuna profesional en los que participaras
- Muy importante, conocer los hechos que soportan la mala fama, pidiendo a amigos y compañeros afines que te comenten su perspectiva y
la que perciben en el entorno profesional
- Evaluar de forma crítica si tenemos alguna responsabilidad en aquello que se nos achaca, más allá de estar presentes cuando la desgracia ocurrió
- Pedir consejo sobre cómo manejar la situación a personas influyentes en el trabajo y con las que se tenga una buena relación. Entre estas, incluiría al jefe si no es uno de los propagadores o a otros jefes en caso contrario
- Trazar un plan de actuación para revertir paulatinamente la situación, incluyendo acciones aclaratorias con las que contrarrestar posibles malentendidos si fuera necesario
- Si se han cometido errores, admitirlos de forma pública y pedir disculpas a los afectados
- Si alguien propaga rumores maliciosos, confrontarlo en privado y pedirles que dejen de divulgar cosas inciertas
Y si somos algo supersticiosos, se puede intentar conjurar la mala suerte oyendo esta estupenda canción del malogrado Manolo Tena
Y si nada de lo anterior surte efecto, recuerda que siempre hay alguien con peor suerte que tú.
Enchufados en el trabajo
«La inteligencia es casi inútil a aquel que no tiene más que eso»
Alexis Carrel
A casi nadie sorprenderá que el enchufe, la recomendación de toda la vida, siga siendo la principal fuente de encontrar trabajo en nuestro país. De hecho, el barómetro del CIS así lo demuestra año tras año al preguntar a los encuestados cómo consiguieron su trabajo (a la derecha, el cuadro con los datos de 2016).
Hay que distinguir entre enchufe y contacto profesional (networking), que creo que es perfectamente legítimo ya que permite contratar o promocionar a alguien sobre quien existe una confianza en su valía.
Normalmente, se suele hablar más de enchufe a la hora de colocar familiares básicamente por esa vinculación concreta, aunque no necesariamente se circunscribe a este ámbito. Si nos fijamos en el citado barómetro, el 17% de los encuestados encontró trabajo a través de familiares directos, llegando hasta el 21% si sumamos otros parientes y empleo en empresa familiar. Y si contamos además la vía a través de amigos y conocidos, nos encontramos que el cv y los méritos académicos o profesionales son una variable secundaria en la incorporación o mejora laboral.
Lamentablemente, esta práctica no sólo afecta a España, sino que está presente en casi todas las sociedades, aunque la incidencia en nuestro país es superior a la media de nuestro entorno según datos del prestigioso International Social Survey Programme. Incluso las empresas multinacionales, muchas de ellas con códigos internos que impiden la contratación de familiares, incorporan con cierta frecuencia a recomendados o familiares de clientes importantes saltándose los filtros internos de selección de personal.
Esta forma de trabajar basada en el favoritismo genera importantes problemas a mi juicio:
- El recomendante pone en juego su prestigio al avalar al candidato, que puede salir malparado (lo que se denomina, coste de reputación)
- Se suelen crear agravios comparativos, al incorporar a profesionales peor preparados que los que se quedan fuera
- Por ello, el rendimiento profesional en la empresa se deteriora
- La gestión de los jefes inmediatos
del enchufado se complica notablemente, ya que pueden no sentirse libres para tratarlos como a cualquier otro colaborador
- Es fácil que se genere mal ambiente interno que se vuelque hacia los enchufados, aunque sea de manera subrepticia
- El recomendado tendrá un estigma por cómo se ha contratado, que le será muy difícil quitarse
- Además, muchos enchufados se sienten inseguros en el trabajo por dudar de sus méritos y por el miedo a que cambie la situación de su «avalista», lo que redunda negativamente en su rendimiento
Por tanto, creo que no es bueno ni para la empresa ni para el beneficiado, aunque entiendo que en esta época con tanto desempleo tampoco se puede andar con muchos remilgos.
Y si uno se incorpora como enchufado, una vez dentro debe ganarse el derecho a ocupar el puesto que le han regalado, sabiendo que no es un seguro de vida y que no facilita la convivencia con el entorno. Es decir, debe ser consciente de la oportunidad que se le brinda y esforzarse por aprovecharla.
Puestos no automatizables
«Me interesa el futuro porque es el sitio en donde voy a pasar el resto de mi vida»
Woody Allen
El concienzudo estudio, «Technology at Work. The Future of Innovation and Employment» (citi_gps_technology_work), desarrollado en 2015 por dos profesores de Oxford (Carl Benedikt Frey y Michael Osborne) y Citibank, predice que la mitad de los puestos de trabajo en la mayoría de los países desarrollados son susceptibles de automatización en los próximos años (en España, el 55%)
La automatización por la acelerada incorporación de robots y la aplicación creciente de la realidad virtual afectará no sólo a la industria sino, especialmente, al sector servicios que, hasta ahora, se creía inmune a este proceso. Las tareas de procesado de la información son cada vez más automatizables y los expertos predicen que, en gran medida, sólo acabarán sobreviviendo los empleos que se basan en las relaciones interpersonales, la creatividad y la inteligencia social. En el citado estudio, predicen tres tipos de tareas que los robots no podrán desempeñar en las próximas dos décadas:
- Percepción y manipulación en entornos desordenados
- Inteligencia creativa
- Inteligencia emocional
Sobre esta base, Caixabank Research ha evaluado el riesgo de automatización de hasta 485 profesiones en España, clasificándolas en tres grupos:
- Alto riesgo (empleados de contabilidad, operadores de telemarketing…)
- Riesgo medio (economistas, analistas financieros, transportistas…)
- Bajo riesgo (médicos de familia, compositores, científicos, gerentes…..)
La Commonwealth Scientific and Industrial Research Organization publicó un informe en 2016 sobre las grandes tendencias en digitalización en el mundo laboral en Australia, cuyas conclusiones son claramente extrapolables al resto de economías desarrolladas. Dicho informe, titulado «Tomorrows digitally enabled worforce» (16-0026_data61_report_tomorrowsdigiallyenabledworkforce_web_160204), señala, entre otros contenidos francamente interesantes, algunas funciones o puestos de trabajo que estiman serán muy necesarias en los próximos años:
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Analista de «Big Data». La cantidad de datos estructurados que necesitan interpretación será creciente en las próximas décadas, especialmente en sectores como la salud, el comercio, el transporte y el diseño urbano.
- Analista de toma de decisiones complejas (decision support analyst), también llamado experto en análisis de inteligencia. Ante una información creciente y voluminosa, cobra importancia la figura del analista que pueda resolver los problemas estratégicos y tácticos que surgirán en la toma de decisiones.
- Operadores de vehículos de control remoto, especialmente drones. Sus posibles aplicaciones se extienden por todos los sectores, pero destaca el potencial en defensa, agricultura, construcción, fotografía, minería, transporte, seguridad y servicios de emergencia.
- Expertos en experiencia del cliente. Entender lo que el cliente, y la sociedad en general, quiere es un factor crítico para poder aportar soluciones personalizadas, que es la gran tendencia empresarial actual.
- Ayudantes de salud preventiva personalizada. La medicina del futuro y el apoyo en la salud se hará a la medida del paciente. Tendremos entrenadores de fitness, nutricionistas, fisioterapeutas, etc, con servicios personalizados a nuestras necesidades.
- Supervisor de los intereses on line. Se trata de profesionales que supervisan la situación en la red de sus clientes, especialmente en lo que se refiere a seguridad informática. La creciente amenaza del cibercrimen fomentará la demanda de estos profesionales.
En cualquier caso, el futuro no es especialmente fácil de prever ni estas listas deben tomarse de forma acrítica. Sí parece claro que los trabajos más demandados serán aquellos basados en conocimientos tecnológicos o matemáticos y que el reciclaje profesional será una constante, al igual que la interacción con robots.
Enfermedades y dolencias en la oficina
«La salud no se valora hasta que llega la enfermedad»
Thomas Fuller
El trabajo típico de oficina propicia la aparición de dolencias y problemas de salud que, aunque no estén catalogadas como enfermedades profesionales ni por la OIT ni por el INSS, generan importantes costes a las empresas y malestar a sus empleados. Según la Dra Rubio Bollinger, experta en medicina del trabajo, los más comunes problemas de salud en la oficina son:
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Trastornos
músculo-esqueléticos, debido a las posturas que hay que adoptar en determinados trabajos de oficina. Destacan los dolores de espalda, muchas veces por estar demasiadas horas sentado, los dolores en mano y muñeca por el uso de ordenadores y ratones (cada vez se habla más del síndrome del túnel carpiano, por ejemplo) y las derivadas de la mala postura en el uso del móvil.
- Molestias oculares, debido al trabajo continuo con pantallas o a la actividad sin luz natural y con una deficiente iluminación. Las molestias auditivas pueden aparecer, pero son menos frecuentes.
- Enfermedades contagiosas. Muchas oficinas están mal ventiladas y concentran a un gran número de personas, lo que facilita que se propaguen virus y bacterias. Los sistemas de aire acondicionado incorrectamente mantenidos facilitan aún más el proceso, así como los teclados u otros equipamientos compartidos por diversos empleados, si no se limpian adecuadamente.
- Dolencias «emocionales». La ansiedad, tensión, desánimo e incluso depresión, se presentan con excesiva frecuencia entre los trabajadores de oficina, debido al estrés, la inestabilidad en el puesto de trabajo y a problemas con las estructuras de la organización (muchas veces, con el propio jefe).
Además, según la Dra Rubio, otros dos tipos de dolencias aquejan con frecuencia a los «oficinistas», aunque no sean exclusivos de este colectivo:
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Accidentes y dolencias resultado del transporte, tanto los accidentes en el camino al trabajo y a la vuelta del mismo («in itinere») como cuando se viaja por motivos laborales, destacando también los problemas de salud que generan los viajes en avión (por la falta de oxígeno, los cambios de presión y la falta de espacio para poder adoptar una postura cómoda).
- Riesgos para la salud del trabajo a turnos. Según Mikko Härma, director del centro Factores Humanos y Trabajo del Instituto Finlandés de Salud Ocupacional, el trabajo a turnos incrementa en un 40% el riesgo de padecer enfermedades coronarias, por ejemplo.
De toda esta problemática debe ocuparse el Servicio de Prevención de Riesgos Laborales, interno o externo a la empresa, que busca descubrir anticipadamente los riesgos que se producen en cualquier trabajo para planificar y adoptar medidas preventivas. Engloba cuatro grandes áreas de intervención:
- Seguridad en el trabajo
- Higiene industrial
- Ergonomía y psicosociología aplicada
- Medicina del trabajo
Dado que esta es su labor, es altamente aconsejable seguir los consejos de dicho Servicio de Prevención así como realizarse las revisiones que ofrezca la empresa.
Y si en nuestra compañía tenemos un médico de empresa, aunque sea a tiempo parcial, debemos saber que se ocupa de colaborar en la prevención, de la evaluación de los trabajadores a través de reconocimientos médicos y del tratamiento de enfermedades derivadas del trabajo, pero no de atender las enfermedades comunes.
Cómo fijar objetivos personales
«Si las pasiones y los sueños no pudieran crear nuevos futuros, la vida sería un engaño»
Henri Lenormand
Un objetivo es algo ambicionado, algo que esperamos lograr en un plazo más o menos determinado y a lo que deberían focalizarse nuestros recursos y esfuerzos. Sin embargo, pocas veces realizamos realmente el ejercicio de concretar cuáles son nuestros propósitos en lo profesional o en nuestra vida (no creo que sea fácil ni aconsejable separar ambos), qué queremos alcanzar y en muchas menos ocasiones nos trazamos un plan para conseguirlos. Como mucho, nos planteamos unos propósitos para año nuevo que tienden a abandonarse en pocas semanas.
Fijar objetivos, en el ámbito que sea, es un ejercicio muy útil ya que sólo si sabemos a dónde queremos ir podremos trazar una ruta para llegar a ese destino. En definitiva, se trata de tomar el mando de nuestra vida, hasta el punto que se pueda, y no estar sometido al vaivén de acontecimientos externos. Es la diferencia entre navegar y flotar.
Para establecer objetivos personales, recomiendo seguir el siguiente proceso:
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Fijar unos objetivos generales a un plazo relativamente largo (10 años). Estos objetivos podrán ser de varios tipos:
- Objetivos
profesionales en general (llegar a dirigir una fábrica, por ejemplo)
- Objetivos profesionales dentro de nuestra empresa (como promocionar a tal puesto)
- Objetivos financieros (quedar libre de deudas, por ejemplo)
- Objetivos de educación (conseguir el doctorado podía ser uno)
- Objetivos de salud y vida sana (alcanzar tal peso o correr una marathon)
- Objetivos de participación en la comunidad (participar de voluntario con tal asociación)
- Objetivos con la familia (como restablecer lazos perdidos)
- Objetivos de crecimiento espiritual (desarrollar el autoconocimiento o conocer y acercarse a tal religión)
- Objetivos sobre el tiempo libre (practicar determinados hobbies)
- etc
- Objetivos
Estos objetivos generales deben basarse en nuestra propias pasiones, en el estilo de vida que queremos, en aquello que nos aporta felicidad. No todo tiene que ser racionalidad y debemos tener en cuenta nuestros sentimientos y emociones. No debemos plantear muchos objetivos generales (5 puede ser un buen número).
- Establecer unos objetivos específicos o metas, a alcanzar en un plazo más cercano. Deben ser concretos, medibles, factibles pero desafiantes y ligados a un plazo determinado, además de permitirnos ir alcanzando nuestros objetivos generales (un máximo de 5 por cada objetivo general). Por ejemplo, si uno de nuestros objetivos generales es alcanzar una posición desahogada económicamente, un objetivo específico podría ser conseguir un sueldo de tanto en el plazo de tres años.
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Diseñar un plan de acción, los pasos y acciones para conseguir estos objetivos. En el caso anterior, podría ser tomar acciones definidas para conseguir un ascenso. En este proceso, es conveniente ser creativo y generar alternativas de actuación.
- Identificar quién puede ayudarte en el proceso e intentar conseguirlos como aliados.
- Ponerlo todo por escrito, mejor en forma de tabla y con un calendario resumen, y colocarlo en un sitio visible que nos facilite su revisión habitual.
- Comenzar a actuar cuanto antes.
- Ir tachando de la lista lo que se va consiguiendo.
- Modificar la lista de objetivos y el plan de actuación en función de las circunstancias y de nuestros cambios en prioridades. Debe ser flexible e irse adaptando a nosotros.
A menudo, es una buena ayuda y muy motivadora, ponerse manos a la obra para conseguir pequeños cambios en un plazo de tiempo corto, como nos recomienda Matts Cutts, directivo de Google, en esta ilustrativa charla.
Y, por supuesto, un elemento crucial para acercarnos a nuestros objetivos es querer realmente hacerlo.
Los peligros del perfeccionismo
«Lo perfecto es enemigo de lo bueno»
Voltaire
En mi trabajo como coach ejecutivo me encuentro frecuentemente con personas perfeccionistas (curiosamente, más mujeres que hombres, quizás por tener más exigencias externas), que no sólo quieren hacer bien su trabajo, lo que es muy loable, sino que llegan a pensar que es inaceptable cualquier trabajo por debajo de su ideal de perfección.
Paradójicamente, a pesar de ser profesionales que buscan hacer el mejor trabajo, los demasiado perfeccionistas pueden llegar a ser muy ineficientes y costosos para la empresa ya que tardan mucho en realizar su trabajo (nunca está suficientemente bien) y suelen ser procrastinadores (las tareas ante sí se pueden ver inabarcables si se tienen estándares muy altos de autoexigencia, y eso puede conducir a la parálisis). Además, el perfeccionismo genera altos niveles de ansiedad así como sentimientos de ineficacia y culpabilidad si postergamos tareas, lo que contribuye a agravar el problema en lo que el gabinete psicológico coruñés Hodgson & Burke definió como el Círculo Vicioso del Perfeccionismo:
Algunos síntomas de este excesivo y dañino perfeccionismo pueden ser:
- Darle muchas vueltas a los posibles errores cometidos
- Revisión reiterada del trabajo realizado buscando mejorarlo
- Tener expectativas demasiado elevadas por desconocimiento de los propios límites
- Necesidad continua de reconocimiento
- Excesiva autodisciplina
- Necesidad de control
- Ser muy competitivo
- Dificultades en la toma de decisiones
- Poca tolerancia ante los cambios y ante la frustración
- Insatisfacción crónica juzgándose permanentemente
- Dificultad para delegar
- ……..
El perfeccionista ya de por sí es perjudicial para sí mismo y la empresa, pero las consecuencias negativas se incrementan si se trata de un jefe que exige la perfección a sus subordinados. Los consejos que suelo dar a las personas excesivamente perfeccionistas suelen ser:
- Define tus metas. Tienes que saber a dónde quieres ir para ver si te acercas de verdad a tu objetivo
- Prioriza. No todas las tareas o actividades tienen la misma importancia ni exigen el mismo grado de atención
- Relativiza. Hay que cuestionarse qué pasaría si lo que hacemos no sale perfecto, ¿cómo reaccionaría tu jefe?, ¿qué resultado realmente se espera de nosotros?….
- Revisa tus expectativas
- Comunícate contigo mismo en positivo
- Pide ayuda en tu entorno si lo necesitas y aprende a delegar
- Aprende a perdonar tus imperfecciones (nadie es perfecto) y date permiso para cometer errores
- Céntrate en los resultados sin miedo a las posibles críticas
- Acepta y aprende de esas críticas si se producen
- Empieza ya a hacer lo que tienes pendiente, pasa a la acción
- Fíjate un tiempo limitado para hacer tu trabajo
- No te compares con los demás
- Practica la flexibilidad y la creatividad
Y desde luego, lo primero es reconocer que se padece de perfeccionismo.
¿Se puede trabajar en la oficina?
«Hablar es el arte de sofocar e interrumpir el pensamiento»
Thomas Carlyle
Hace poco escuché una muy interesante charla TED de Jason Fried, CEO y fundador de Basecamp. que trataba precisamente de la poca idoneidad de la oficina como lugar de trabajo.
Su tesis es que no se puede trabajar en la oficina debido sobre todo a las constantes interrupciones que sufrimos, cuyas principales causas, aunque no las únicas, serían:
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Los jefes
y directivos, cuya labor caricaturiza hasta el punto de indicar que su trabajo fundamental es interrumpir a su gente
- Las reuniones, también convocadas por los jefes, que además son improductivas y costosas
Y propone tres medidas a adoptar por los managers para empezar a cambiar la tendencia:
- Establecer un día o una tarde al mes de NO HABLAR, e ir paulatinamente aumentando la frecuencia hasta que sea una vez a la semana
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Sustituir, parcialmente al menos, sistemas de comunicación «activos» (como charlas cara a cara) por sistemas «pasivos» como el correo. Su planteamiento es que el correo lo abrimos cuando queremos y eso no nos corta de forma involuntaria el proceso de realizar el trabajo
- Cancelar la siguiente reunión, sea para lo que sea, como paso para reducir su número a la mínima expresión
Aunque varios de sus planteamientos sean intencionadamente exagerados, creo que el conferenciante apunta a alguno de los principales problemas que afrontamos en el trabajo de oficina que impiden que podamos desarrollar adecuadamente nuestro trabajo. Porque sin las constantes interrupciones, la oficina podría ser un lugar idóneo para la actividad profesional: tiene adecuadas infraestructuras, nos rodeamos de gente con la que compartir las ideas, escapamos de las distracciones domésticas y es un buen entorno para las relaciones sociales y el networking en los momentos en que no supongan una interrupción. Y esas interrupciones tienden a multiplicarse en el caso de las oficinas abiertas.
No estoy abogando por pasar muchas horas en la empresa ni por fomentar el presentismo, sino por hacer más fácil la concentración y la productividad durante el tiempo en que estemos en la oficina. En caso contrario, siempre será mucho más eficiente el trabajo en cualquier otro entorno, como le pasa a Dilbert