Reflexión sobre la SOPA y PIPA.

La ley SOPA (Stop Online Piracy Act) es una ley Norteamericana, que tiene por finalidad proteger los derechos de autor, combatiendo la difusión de material protegido con copyrjght, además del comercio a través de internet de bienes falsificados. La ley busca el bloqueo de la publicidad y los medios de pago de los sitios denunciados, además del bloqueo de los proveedores de internet al acceso al sitio web que esté facilitando los contenidos.

La ley PIPA (Protect Intellectual Property Act), busca dotar al gobierno de E.E.U.U. y a los propietarios de los derechos de autor, de herramientas adicionales para ser capaces de bloquear el acceso a webs que se dedican a infringir los derechos de autor, sobre todo a webs ubicadas fuera de los Estados Unidos.

El objeto de estas leyes es imponer a los proveedores de internet el ejercer de vigilantes para detectar las páginas que están difundiendo contenidos protegidos mediante derechos de autor o copyright, además de inmunidad ante bloqueos de sitios web que realmente no hayan infringido los derechos de autor. Además del bloqueo de las páginas web, estas leyes, pueden bloquear herramientas usadas por internautas para burlar la censura en países donde no existe la libertad de expresión.

Mediante estas leyes, los proveedores de internet tendrán que usar una parte de sus recursos en vigilar a los usuarios, lo que puede tener un impacto negativo en los empleos del sector por la incertidumbre creada, además de dificultar la innovación debido a la censura impuesta.

Las principales empresas americanas de base tecnológica (Youtube o Google entre otras) ubicadas en Silicon Valley, lideran la oposición contra estas leyes, argumentando que recortarán la libertad de expresión y la innovación que permitió a muchas de estas empresas su creación y crecimiento, llegando a ser referentes mundiales y algunas de ellas encontrarse entre las empresas con mayor capitalización del mundo. A favor de las leyes se encuentran las industrias productoras de contenidos que argumentan que las herramientas que permiten la difusión del material, son una amenaza para la industria.

Bajo mi punto de vista, las empresas de creación de contenidos han sufrido durante la rápida expansión de internet un síndrome del feudo. No han sabido adaptarse a la nueva industria y al modelo de negocio que estaba surgiendo, detectándolo como una amenaza y no como una oportunidad de tener un mayor alcance y difusión. Durante los últimos años, al menos en el ámbito nacional se han dedicado a señalar a los malos y a esperar que los diferentes gobiernos los protegieran pero sin la voluntad de innovación y de proponer alternativas diferentes de disfrutar los contenidos.

A partir de ahora, surge una época de cambios y los creadores de contenidos tienen que tomar como referencias empresas como Spotify o Netflix que proponen acceder a contenidos como música, películas o series de manera ilimitada pagando unas cuotas mensuales bastante razonables.


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