Gestionando al jefe (8/10). Sobre el factor alfa

Se ha escrito mucho sobre el precio del triunfo. Si transportamos este concepto a la organización surge la cuestión concreta: cuánto está dispuesto a perder el jefe en tal o cual operación a cambio de obtener un determinado beneficio. Para los teóricos ha nacido el factor α (alfa). Un factor que nos permite perder para ganar.

Un arma diabólica que puede terminar en una espiral sin fin. “Ya que he perdido tanto, tendré que perder un poco más si quiero llegar a un resultado final”. Engaño y trampa servidos a la vez. La banca lo aprendió muy bien. “Nunca arriesgar dinero bueno para salvar un negocio malo”. Busca un ten con ten. Un equilibrio y al final hacer bueno el refrán: “No es preciso ganarlo todo de una sola vez”.

Los directivos ansiosos pecan en dos direcciones. La primera es la necesidad de ganar mucho, incluso más de lo pensado en cada operación; es decir, la ambición. La segunda es la prisa, ganar hoy, llegar antes al objetivo. Todo rápido, todo urgente. Pero si seguimos con el refranero merece la pena saber que lo mejor es enemigo de lo bueno.

“No es necesario ganar todo cada día, pero sí es conveniente ganar algo” (Steve Tobak).

 

“Muchos pocos hacen un mucho”, comenzaba Don Quijote en su famoso párrafo sobre la necesidad de tener las cuentas claras y saber lo que se gana en cada momento.

El factor alfa

Jorge Luis Borges retratado por Grete Stern (fuente: Wikimedia Commons)

Cuando el equipo de colaboradores detecta que al jefe le ha entrado el virus de la ambición y de la prisa, han de saber que ha caído en la enfermedad de la Motivación del Ogro. La ambición se autoalimenta y se ceba en todo momento, frenarla es casi traumático. Vivir en ella es actuar en un trapecio sin red y con todas las posibilidades de caer en la lona. La prisa es la peor consejera. A veces hay que actuar rápidamente, pero esto no hay que confundirlo con la prisa por llegar ya a los objetivos y por estar el primero en un ranking que casi siempre es falso. Así las cosas, lo que puede ocurrir es que en lugar de ganar mucho rápidamente, perdamos mucho rápidamente.

El factor α ha cumplido su misión y nos ha hecho gastar. Pero el jefe no ha comprendido lo que tenía que hacer después. Un momento crucial para gestionar al jefe y redirigirlo hacia una senda de moderación, que como decía Confucio, “es la más segura y la que a largo plazo más beneficio reportará”.

No se trata de salir siempre victorioso. No se trata de salir siempre derrotado. Ni ganar, ni perder. Simplemente estar y saber que si se calcula y se asume el riesgo se deben aceptar las consecuencias. Sin embargo, no podemos estar de acuerdo con Jorge Luis Borges cuando decía:

“La derrota tiene una dignidad que la victoria no conoce”.

 

Y una vez más estamos en el mundo del equilibrio. “Cuánto estoy dispuesto a que me cueste el factor α para conseguir unos objetivos que me proporcionen X resultados”.

«Si la paciencia es una filosofía imbatible, vale aquello de que el verdadero medio de ganar mucho consiste en no querer nunca ganar demasiado» (Ignacio Novo).

 

 

El origen de todas estas reflexiones está en una frase de Don Quijote: “Mientras se gana algo, no se pierde nada”.


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