Internet y los «viajes» fiscales

Una de las noticias que más impacto nos vienen causando a muchos en los últimos tiempos son las relativas a las técnicas de ingeniería fiscal aplicadas por las grandes multinacionales, y en especial las billonarias multinacionales tecnológicas estadounidenses que logran acceder a nuestros mercados y comercializar sin apenas aportar a las arcas del estado.

Lo más interessante de este movimiento es que estas empresas han logrado entrar en los hogares de los consumidores de medio mundo, ganarse su confianza como si fuesen la tienda de la esquina (yo confío más en un apple que en mi panadero por ejemplo) y gozar, aún a pesar de las noticias en prensa y el escándalo, de una reputación e imagen a prueba de balas. Ejemplos de estas empresas los conocemos todos: Google, Apple, Samsung, Facebook, Twitter…

Los avances producidos en el ámbito de Internet y el e-commerce han desbordado a la capacidad de legislación de los países y se hace cada vez más sencillo saltarse las fronteras y restricciones fiscales si se dispone de un conocimiento sólido del sistema.  Los paraísos fiscales de Irlanda y Luxemburgo se han convertido en uno de los principales focos de operaciones de estass empresas que aprovechan las grandes ventajas fiscales que les ofrecen respecto a los países de su entorno y pudiéndose aprovechar al tiempo de una moneda común y la libre circulación de productos y servicios entre países de la CE.  Todo esto está motivado por la existencia de importantes diferencias entre las distintas regiones de la UE en materia de impuestos y tributación.

Impulsadas por esta deficiente legislación, las empresas «globales» reducen su presencia en los países con altas cargas fiscales, dejando únicamente allí sus oficinas comerciales y de representación. Nada de investigación, ni desarrollo o innovación, en países con mayor tributación que sus «hermanos».

 

Un ejemplo paradigmático de estas estructuras es Apple. Según el senador Carl Levin, la compleja estructura de filiales que Apple ha creado durante décadas fuera de EEUU para esquivar el pago de miles de millones en impuestos  puede ser considerada el «Santo Grial» de la evasión fiscal. Su principio de funcionamiento es el de otras grandes tecnológicas, concentrar los beneficios en filiales que son «apátridas» fiscales, es decir, que no tienen sede fiscal ni declaran impuestos.

La investigación abierta por el senado de EEUU se fija sobre todo en filiales de Apple en Cork (Irlanda) cuya residencia fiscal no está en ninguna parte. De acuerdo con la ley estadounidense, no tributan en Estados Unidos porque su sede social está en Irlanda y, de acuerdo con la ley irlandesa, no tributan en Irlanda porque se gestionan y controlan desde Estados Unidos. Apple se cuela por el agujero aprovechándose de una situación de vacío legal para obtener beneficios multimillonarios.

En un tiempo como este, en el que la palabra crisis ha pasado de ser parte de nuestro vocabulario a parte de nuestras consciencias deberíamos empezar a preocuparnos un poco más por las estrategias que utilizan las compañías que tanto valoramos para ganar dinero. Ética y moral deben empezar a ser valoradas por el consumidor final en sus compras, sólo de esa forma lograremos que las grandes compañías tengan cuidado con la forma en que ejecutan sus operaciones, o al menos, se molesten un poco más en cubrirlas, porque la ingeniería fiscal existe y existirá siempre.

Lo que es evidente es que el sistema fiscal «global» no está a la altura de la era digital y es preciso un movimiento coordinado y contundente para acabar con estas prácticas.

 


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