A 20 metros y un muro

Me encuentro de Shanghai, capitolio de la contaminación, de los fake’s y de la superpoblación. Hemos llegado a la estación de Hongqiao, el grupo está emocionado, nos dirigimos a la legendaria Beijing, cuna de gran parte de la cultura China.

La estación es espectacular, de dimensiones magnificas, aquí todo es a lo grande. Es probable que hayamos recorrido 500m solo para encontrar el primer extremo del pasillo central, y eso que estamos en la planta 1 de 3, que hayamos visto.

Cierto es que más que sorprenderme el atuendo del personal de la estación, uniformes cuasi militares con galones, me ha llamado más la atención el personal que los portaba; sólo señoritas de buen ver y bastante altas para la media asiática (>1,55) El pasillo de acceso a los andenes era de proporciones irreales en comparación a lo que estamos acostumbrados a ver en cualquier país europeo, y es que una ciudad de casi 20 M hab. Da para muchos trenes al día…

Viajamos en el “AVE” de Shanghai – Beijing, y la impresión surge desde el momento que cruzas las primeras cristaleras en dirección a la plataforma de embarque. Casi 30 metros de espacio totalmente vacio, con un suelo blanco mármol brillante brillante a más no poder, sin mayor compañía que tu sombra, los demás pasajeros y el sonido del leve desliz en rozamiento casi cero de las ruedas de los equipajes.

Nos movemos a 300Km/h y el paisaje es de lo más dantesco, al igual que en la propia ciudad de Shanghai, donde los rascacielos proyecta una espectacular sombra sobre las chabolas y edificios ruinosos, los suburbios y las afueras no son muy diferentes. La gran diferencia es algo más de espacio para cultivar arroz y alguna piscifactoría sacada de algún rio cercano…

Que país Dios mío. Todas las viviendas menores de 10 plantas están o abandonadas o al menos dan la impresión de ello, extremadamente triste. La pobreza está a la orden del día. Si bien hay gente muy adinerada, la parte restante de la primera parte no es ni por asomo similar a la parte contratante de la primera parte por lo que Groucho Marx estaba equivocado esta vez.

Acabo de pasar un lugar inspirador, de hecho este post viene derivado de esta magnífica obra maestra de la arquitectura que acabo de vislumbrar… entre chabolas y naves industriales de ladrillo semiderruidas se encontraba un curioso aparcamiento del tamaño de un centro comercial, con sus cubre plazas de chapa color azul y sus medidas reglamentarias, adjunto a una fábrica con aspecto lugareño, semiderruido vamos, y al avanzar 2 segundos de tren == unos 150 m de terreno deslumbro que se trata de una finca cerrada por un muro, y en el extremo, orilla del aparcamiento y en oblicuo con la fábrica, una mansión de libro. Nuestro amigo Will Smith se reiría de Bel Air, tranquilamente. Amplias columnas de entrada al hall, 3 magnificos niveles de, supongo, innumerables habitaciones de techos altos, servicio y jardines Versalleses. Como digo, dantesco.

Hay que tener muy poca vergüenza para hacerse semejante mansión a 20 metros y un muro de un barrio de pobreza extrema, con calles embarradas y plantaciones de arroz a tiro de piedra. Pero queridos amigos, estamos en China, y sí, la segunda potencia mundial, no es más que una inmensa masa terrestre destruida, abandonada y sin moral, donde el rico cada vez es más inmoral y el pobre cada vez más marginal.

Gracias y perdón por el tocho


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