
El turismo en España se configura como una actividad socioeconómica cuyos factores y elementos dinamizadores son básicos en el crecimiento, desarrollo y estabilidad (Figuerola, 2000). En primer lugar, porque su importante contribución al PIB hace posible, que su comportamiento repercuta de manera sensible en el aumento de la riqueza nacional, tanto directa, como indirectamente. En segundo lugar, porque también, a través del conjunto de piezas que constituyen su estructura, se ha convertido en motor de desarrollo, por medio de la redistribución de la renta a nivel personal, y en el ámbito regional. Siendo impulsor de igualdad y de creación de trabajo en zonas de insuficiencia capacidad productiva. En tercer lugar, porque a través del segmento internacional, como a través de los flujos del turismo doméstico o interior, en numerosos destinos acreditados por su poder de atracción, estabiliza la estructura productiva y laboral.