Sandy y las perturbadoras señales del cambio climático

Hoy hablamos de una catástrofe natural, humana… y económica. Hoy hablamos de Sandy, el ciclón que ha dejado, por el momento, más de 100 muertos (45 en EEUU y 66 en el Caribe) y ha provocado pérdidas económicas cifradas en, al menos, 15.000 millones de euros (más de 20.000 millones de dólares). Son las cifras de una tragedia en la que no nos vamos a detener sólo por su aspecto humano o por su impacto en la economía de EEUU. Hablamos de Sandy, porque los expertos ven en ella, un nuevo ejemplo de cómo el cambio climático puede agravar las consecuencias de catástrofes y fenómenos meteorológicos.

El último en pronunciarse en este sentido, ha sido el ex vicepresedente de EEUU y Nobel de la Paz 2007, Al Gore. En su blog sobre Medio Ambiente, ha asegurado que «Debemos prestar atención a esta advertencia (…) A medida que los océanos y la atmósfera siguen calentándose, las tormentas se convierten en más potentes y peligrosas». O dicho de otro modo, que si no se reducen las emisiones a la atmósfera, estos fenómenos y sus consecuencias sólo irán a peor.

 

Pero estas palabras no son nuevas y (perdón por el símil) ya llueve sobre mojado. Ayer mismo, Kevin Trenberth, director de Análisis Climático del Centro Nacional para la Investigación Atmosférica de EEUU, aseguraba que las consecuencias de Sandy son hasta un 10% más fuertes por el cambio climático. Y, como habrá quien lo piense, conviene aclarar: no es que este ciclón esté provocado por el cambio climático, sino que éste hace que las olas (y sus catastróficos efectos) sean más grades, a consecuencia del aumento de la temperatura del agua.

Es cierto que un 5 o un 10 por ciento puede sonar a poco. Pero, en palabras de Trenberth, «ese porcentaje es tremendamente significativo (…) suele ser al gota que colma el vaso y que hace que las consecuencias puedan ser devastadoras». Con esto no se deduce tampoco, que Sandy o el resto de catástrofes naturales, no se hubieran producido sin el cambio climático, pero hubieran sido más leves, sin romper todos los récords.

Además, deja un dato para la preocupación, y es que estos fenómenos se desplazarán geográficamente, por el fenómeno climático llamado «El Niño»… El mismo que provocó una intensa sequía en Australia en 2009 (acompañada de ola de calor y fuertes  incencios), que después se presentó en Rusia -2010-, el sur de EEUU -2011- y la zona central de Norteamérica -2012-.

NYCT_3298 by http://www.flickr.com/photos/mtaphotos/

Pero, ¿cuál es la explicación de estas afirmaciones? Por cada grado centígrado adicional, la atmósfera absorbe un 7% más de humedad (agua)… Y la temperatura de la superficie del mar es de tres grados por encima de lo que suele ser normal en esta época. Además, a este factor se unen una temporada de huracanes más larga de lo normal, una latitud de Sandy muy por encima de lo habitual y una llegada de aire polar que se produce antes de tiempo y es anormalmente frío. En definitiva, un conjunto de récords que, tristemente, superan los más importantes: los de destrucción.

Y, para evitar suspicacias de posibles intereses de las partes, acabaremos con una referencia a la ONU. Ya en 2007, el Panel Intergubernamental sobre Cambio Climático de Naciones Unidas, pronosticó que el calentamiento global provocado por las emisiones humanas agravaría las inundaciones, sequías, huracanes y demás desastres naturales… Pocos esperaban que estas premoniciones se hicieran realidad tan pronto.

Gonzalo Barroso. Community manager


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