Integrando las componentes del Desarrollo bajo una mirada global

Hoy, sacando un rato entre tareas, paseo al sol casi-primaveral y muestreo de aves nocturnas, quiero compartir el fruto del trabajo de las dos semanas que nos hemos pasado reflexionando sobre el desarrollo económico y social en #msoston, apasionante.

Empezamos este módulo del Máster haciéndonos muchas preguntas sobre las claves del desarrollo, como parte de una sociedad en busca de bienestar, como parte de economías de mercado afectadas por equilibrios multidimensionales, como parte de instituciones que han de elegir y asumir su papel de reguladores de equilibrios y definidores de políticas públicas.

El objetivo es conocer y entender cómo encaja cada pieza en el puzle, cómo se han dado pasos adelante o atrás en respuesta a los retos que afrontamos en conjunto, bajo diferentes condiciones, y cuál es el estado en el que nos encontramos para seguir abordándolos.

Para ello, es imprescindible ser capaces de integrar esas claves bajo una mirada que alcance patrones comunes en un mundo que se ha hecho accesible, patrones que se extienden más allá de fronteras políticas.

Personalmente, un ejercicio duro, yo que acostumbro a entender solo lo que toco, oigo, veo, huelo o saboreo. Pero que, intuitivamente, el entendimiento pide hacer, aprovechando además la gran cantidad de experiencias y reflexiones compartidas por los que hemos participado en esta tarea.

 

Desafíos globales, cambio de perspectiva

La mundialización, que se manifiesta con el desmantelamiento progresivo de las barreras al comercio y los flujos de capital, los avances tecnológicos y de las comunicaciones, la facilidad para la interconexión de personas, bienes y servicios y la coordinación de políticas públicas a escala global, ha traído beneficios, pero también una frágil interdependencia y la conciencia sobre nuevos retos. Escenarios con graves desigualdades, escasa participación social, riesgos de conflictos sociopolíticos o socioeconómicos, débil capacidad para reponerse ante fenómenos e impactos ambientales, son ejemplos que se repiten a escala global y que desafían el crecimiento de la economía y el desarrollo humano (Informe PNUD sobre Desarrollo Humano 2014).

La medida del progreso (en sentido amplio: desarrollo económico y progreso social, según la Comisión Stiglitz) no incluye sólo cuestiones de ingresos o acceso a servicios básicos como la educación, la sanidad, o la seguridad en el abastecimiento de bienes de primera necesidad, agua y energía; ni siquiera añadiendo el reparto equitativo de los mismos, la participación en la gobernabilidad y el respeto por el medio natural, fundamentales por otra parte. El progreso, además, ha de prever y preparar a los países, a las personas, al tejido económico y los sistemas financieros para ser capaces de reducir su vulnerabilidad y reforzar mecanismos de resiliencia, desde la transferencia de conocimiento, tecnología y capitales, y la coordinación de acciones que involucren activamente a todos los actores, habiendo tomado conciencia de ello. Todas ellas, claves del desarrollo sostenible (Soubbotina, 2004).

Los Objetivos de Desarrollo del Milenio (centrados en erradicar la pobreza y las desigualdades, poniendo el foco en la educación, la infancia, las mujeres y el desarrollo sostenible) son ambiciosos pero realizables, de acuerdo a un programa integral de las Naciones Unidas. En paralelo, los Objetivos de Desarrollo Sostenible, marcan también la agenda para encontrar soluciones en los aspectos económico, ambiental y social, que proporcionen la base de modelos económicos que beneficien a la sociedad (eg ¿crecer para repartir o repartir para crecer?) y al medio natural, contribuyan al progreso e incorporen aproximaciones sociales que añadan dinamismo económico, reforzando los derechos humanos, la igualdad y la sostenibilidad.

 

Gobernabilidad, políticas públicas y frontera entre lo público y lo privado

El mundo ha sido escenario en la historia reciente de movimientos ciudadanos que buscaban la democracia: estudiantes y obreros en Europa exigiendo más poder de participación, en crisis de fe en la clase política y los gobiernos (eg saga de Stephan Hessel); Latinoamérica y sus revoluciones frente a lo neoliberal y las desigualdades, con base social en las comunidades indígenas (Grugel y Riggirozzi, 2012); las primaveras árabes de jóvenes frustrados ante el fracaso de la modernización en sus sistemas sociopolíticos; la revolución de los paraguas en Hong Kong, con estudiantes exigiendo mayor democracia.

La conciencia de ciudadanía crece en estos casos a la vez que la sensación de malestar, se tejen redes que acaban influyendo en la toma de decisiones políticas, regulaciones, actividad económica y financiera y el bienestar social (Paxton, 2002). La cohesión social (capital social como la suma de las instituciones que configuran una sociedad y sus interrelaciones) es pues un factor crítico para que las sociedades prosperen económicamente y para que el desarrollo sea sostenible, alimentada en foros a través de los cuales se pueden identificar y alcanzar metas comunes.

Así pues, los gobiernos están encomendados a promover el desarrollo de sus países, gestionando los recursos de que disponen (capitales físico, humano y natural) y definiendo estrategias y políticas públicas de alcance nacional e internacional. Si bien el desarrollo es un proceso integral de cambio, los gobiernos deben determinar en qué ámbitos su actuación puede ser más decisiva y coordinar la participación de todos los agentes del desarrollo —empresas privadas, organismos públicos y asociaciones cívicas— en el marco de una estrategia de desarrollo nacional con una visión común del futuro del país, a corto y largo plazo (Soubbotina y Sheram, 2000).

Hay determinados ámbitos donde la participación del Estado es indispensable: la educación y la atención de la salud para toda la población, la protección de los más vulnerables por su situación económica, la creación y conservación de un sistema jurídico eficaz, la protección y el fomento de la cultura nacional y el acceso a la información o la promoción y protección de la competencia del mercado en el sector privado.

Sin embargo, tanto en la coordinación de estrategias hacia el exterior como en la regulación de flujos de capitales a escala global -en las que deben encontrarse otros espacios de alto nivel para el entendimiento-, así como en los modelos de gestión de la prestación de servicios básicos, lo público y lo privado conviven. Con una trayectoria de múltiples casos de éxito y fracaso en diferentes contextos, es en estos espacios de convivencia donde la importancia de asumir un papel con responsabilidad es clave para la sostenibilidad y el desarrollo económico y social.

Para ello son útiles las acciones mainstreaming, ideadas para incorporar en todas las políticas públicas y estrategias corporativas, de forma transversal, perspectivas que favorezcan el desarrollo (aspectos de género, de planificación territorial y eficiencia en el uso de los recursos y las comunicaciones –fenómeno smart, smart cities, smart rural, etc.-, de responsabilidad y transparencia en las estrategias de inversión, etc.)

Por último, la gobernabilidad, la solidez institucional, la eficacia en la coordinación y la promoción de la participación ciudadana a través de proyectos inclusivos y de la toma en consideración de la opinión pública en los países receptores, es fundamental para asegurar que el impacto de la ayuda al desarrollo sea el deseado (Easterly y Williamson, 2011).

 

El papel de las empresas

El tejido empresarial recoge el guante que el cambio de perspectiva ofrece, incorporando a los objetivos tradicionales de rentabilidad para los accionistas (creación de valor) la dimensión que pensar en clave de sostenibilidad ofrece. Porter y Kramer (2006) acuñaron para ello el término valor compartido. La interdependencia entre empresas y sociedad implica que tanto las decisiones empresariales como las políticas sociales deben beneficiar a ambas partes, y no a una en detrimento de la otra, llevándolas en consecuencia, a la prosperidad a largo plazo.

La RSE no es pues más (ni menos) que la asunción del papel de la empresa, como uno de los actores que intervienen en el desarrollo económico y el progreso social, desde la mirada global a las actuaciones sobre el terreno. Las compañías toman así conciencia de su parte (corresponsabilizándose) y elevan la vista para alcanzar los riesgos y las oportunidades que se presentan, tomar decisiones, no sólo en las diferentes escalas espaciales sino también en el largo plazo.

Diferentes motores (regulación, demanda de inversores, demanda de los usuarios y consumidores) para promover el compromiso para la incorporación de políticas responsables en la gestión y el desempeño de las empresas, la creación de valor a largo plazo como ventaja competitiva y la transparencia, están allanando el camino para que cada vez sean más las compañías que deseen liderar el cambio hacia esta perspectiva.

 

El capital natural

El escenario en el que todas nuestras actuaciones tienen lugar es un entorno compartido, donde la mirada global se hace pues imprescindible. Sobre todo porque está vivo, es frágil y responde a nuestras interacciones, es fuente de bienes y servicios a la vez que de riesgos, y por tanto de nuevos retos de desarrollo.

Los ecosistemas (naturales y ya no tanto) proporcionan soporte, alimento, agua, energía, control de procesos y paisajes. El cambio climático, los desastres naturales, la seguridad en el abastecimiento de agua y energía, la contaminación y la degradación de los ecosistemas son preocupaciones que centran las agendas y hojas de ruta para el desarrollo, que adoptan además una mirada global:

Ecological debtors and creditors

Fuente: Living Planet Report 2008 (WWF)

Una vez más se repite el planteamiento para el cambio de perspectiva: crecer de la mano del entorno y no a costa suya. Necesitamos dejar de ser dominadores para empezar a ser participantes y poner el foco en una gestión adaptativa frente al dinamismo de los cambios a los que estamos asistiendo (Heller y Hobbs, 2014). Principios como la moderación, la atención, la precaución, la reflexión y el respeto, unidos al conocimiento, deben extenderse para cambiar el rasgo tradicional de las interacciones con el entorno y que han venido ocasionando pérdida de biodiversidad y de capacidad de recuperación en los ecosistemas.

La gestión del capital natural actualmente tiende a centrarse en la salud de los ecosistemas, tratando de controlar las amenazas de mayor impacto y tomando como referencia los espacios menos perturbados. La iniciativa Evaluación de los Ecosistemas del Milenio, una muestra de trabajo a escala global auspiciada por Naciones Unidas, pretende ser el marco conceptual, metodológico y una herramienta para la planificación y la gestión, que se extiende en red a través de los sistemas de evaluación nacionales. Sin embargo, el fomento de la resiliencia, en contextos que están cambiando rápidamente, es también fundamental. Los últimos informes, fruto de este trabajo, incorporan ya esta necesidad de enfoque.

Además, para integrar la dimensión económica en la gestión del capital natural, la degradación y el agotamiento de los recursos naturales es valorado midiendo la inversión necesaria para restaurar las funciones ambientales y generar fuentes sustitutas renovables, a través del Sistema de Contabilidad Ambiental y Económica (SEEA). El sistema reúne información económica y ambiental en un marco común para medir la contribución del medio ambiente a la economía y el impacto de la economía sobre el medio ambiente.

 

Trabajando sobre el terreno. ¿Cuál es mi papel?

Desde los foros de alto nivel, las demandas de la sociedad y los líderes empresariales, la apuesta colectiva por el desarrollo económico y social, se traslada también a cada uno de los que integramos individualmente el sistema. No dejamos de ser gestores, accionistas, contribuyentes, consumidores, madres y padres, educadores, opinadores,…

Y es por eso que nuestras actitudes y actuaciones contribuyen (o no) de forma significativa y de manera continua al desarrollo económico y social. Pequeñas decisiones llevadas por la inercia, la irreflexión, la falta de sensibilidad y sensibilización, pueden tener grandes consecuencias: ¿aviso de un incidente?, ¿llevo las cuentas de gastos al día?, ¿exijo la calidad prometida?, ¿y si me informo antes?, ¿participo en algo?, ¿y si me acostumbro a cerrar el grifo?, ¿compro a granel o en bandeja?, ¿necesito coche?, ¿y si enseño a observar/escuchar/oler en vez de a matar bichos?,…

No cabe duda de que si demandamos responsabilidad como colectivo, habremos de ejercerla también como individuo.

 

Mirando al futuro

“2015 can and must be the time for global action”.

Ban Ki-moon, Secretary-General of the United Nations

(2015: Time for Global Action)

mirando al futuroLas Naciones Unidas están definiendo la agenda de desarrollo post-2015, una vez que se alcance el plazo marcado en el programa para la consecución de los Objetivos de Desarrollo del Milenio. La cita ha suscitado consultas de alto nivel y canales de participación ciudadana y de la comunidad científica. Mantener la implicación de todos los actores sigue siendo relevante. Y no dejar de hacernos preguntas y reflexionar.

 

Mi agradecimiento a Gonzalo Delacámara y a mis compañeros y compañeras por inspirar y aportar experiencias.

 

Referencias

Easterly, W. y Williamson, C.R. (2011). Rhetoric versus Reality: The Best and Worst of Aid Agency Practices World Development, 39 (11): 1930–1949.

Grugel, J y Riggirozzi, P. (2012). Post-neoliberalism in Latin America: Rebuilding and Reclaiming the State after Crisis. Development and Change 43(1): 1467-7660.

Heller, N.E. y Hobbs, R.J. (2014). Development of a Natural Practice to Adapt Conservation Goals to Global Change. Conservation Biology, 28 (3), 696–704.

MAGRAMA (2014). Ecosystems and biodiversity for human wellbeing. Spanish National Ecosystem Assessment. Synthesis of key findings. Ministerio de Agricultura, Alimentación y Medio Ambiente, Madrid.

Millennium Ecosystem Assessment (2005). Ecosystems and Human Well-being: Synthesis. Island Press, Washington, DC.

Paxton, P. (2002). Social Capital and Democracy: An Interdependent Relationship. American Sociological Review 67: 254-277.

PNUD (2014). Informe sobre Desarrollo Humano 2014. Sostener el Progreso Humano: Reducir vulnerabilidades y construir resiliencia. PNUD. Nueva York.

Soubbotina, T. (2004). Beyond Economic Growth. An Introduction to Sustainable Development. Second Edition. The World Bank.

Soubbotina, T. y Sheram, A. (2000). Beyond Economic Growth: Meeting the challenges of global development. The World Bank.

Stiglitz, J.E., Sen, A y Fitoussi, J.P. (2009). Measurement of Economic Performance and Social Progress. Report of the commission on the measurement of economic performance et social progress, CMEPSP. 

UN, EC, FAO, OECD, WBG (2014). System of Environmental Economic Accounting 2012— Experimental Ecosystem Accounting. United Nations, European Commission, Food and Agriculture Organization of the United Nations, Organisation for Economic Co-operation and Development and World Bank Group.

WWF (2008). Living Planet Report 2008.

 

 

 


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