EL PAPEL DEL DIRECTIVO EN LA CREACIÓN DE VALOR PARA EL ACCIONISTA

La misión actual de un director financiero, debe superar la visión meramente administrativa, y centrarse en las aportaciones que éste, como cualquier otro directivo, debe realizar para la empresa. En definitiva, aparte del hecho de ser considerado el  controlador de los recursos de la empresa, el papel de dicho profesional es el de tomar decisiones acertadas que creen valor económico añadido para el negocio y, por tanto, para el accionista.

Las decisiones de inversión forman parte del presupuesto de capital de una empresa, y éstas deberán estar basadas en un método no empírico de medición del valor, el cual considere no solamente el beneficio sino también el coste que ha supuesto generar ese beneficio. En definitiva si el beneficio obtenido supera el coste de los recursos implicados, podremos decir que se ha creado valor.

De lo manifestado, sería pertinente entonces definir a la creación de valor como el presupuesto remanente que una empresa es capaz de generar después de haber amortizado la inversión inicial y pagado a los propietarios del capital una remuneración proporcional al riesgo que soportan. Desde el punto de vista de los accionistas, se crea valor cuando la empresa ha generado una rentabilidad superior a la esperada por éstos de acuerdo con sus expectativas.

Claro está que esta creación de valor no es responsabilidad exclusiva de la dirección financiera, ni siquiera de la dirección general, sino de toda la organización empresarial que debe estar orientada hacia la consecución de ese logro. Es lógico por tanto que el conjunto de políticas que se lleven a la práctica en la empresa, sean coherentes con el objetivo común, que corresponde a la maximización del valor de la inversión realizada por los accionistas.

Conviene señalar que este objetivo de creación de valor para el accionista no es incompatible con los intereses del resto de personas que tienen relación con la empresa como son: clientes, proveedores, empleados y sociedad en general. En cualquier caso el objetivo de creación de valor es un objetivo puramente financiero y responde a un criterio puramente técnico y no de tipo filosófico.

Parece entonces coherente señalar que la función del Director Financiero se revaloriza en momentos de crisis, ya que es la persona encargada de obtener recursos financieros cuando hay problemas de liquidez, instaurar medidas de contención del gasto cuando la rentabilidad no es la deseada y, en todo caso, actuar de “apagafuegos” ante problemas internos.

Finalmente el Director debe utilizar una metodología que le permita valorar sus inversiones, para lo cual tiene una amplia gama de herramientas, sin embargo existe un consenso común en el mundo financiero, de aceptar el criterio del valor actual neto (VAN) como el principal entre todos los demás.

Para que se cree valor en la empresa, el VAN de la inversión deberá ser positivo y por tanto estaremos invirtiendo en activos que generan un valor adicional para la empresa, en caso contrario dichos activos se destruyen. La formulación teórica del criterio es muy simple, consiste en actualizar los flujos netos de caja que promete generar la inversión a una tasa de descuento ajustada al riesgo de la inversión.

Parece claro que el Director Financiero está en una posición ideal para actuar de catalizador en este nuevo escenario de los negocios y, lo que es más importante, transmitir al resto de trabajadores de la empresa, a los mercados financieros y a los clientes, considerando a los proveedores y potenciales inversores, la orientación del negocio hacia la creación de valor.


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