Cardiomanagement. I Coherencia cardiaca
Nunca se había planteado la relación directa entre el estado de salud y la eficiencia y eficacia de los profesionales encargados de la gestión o management de las organizaciones. No ya los líderes, sino los directivos, están sometidos a un entorno y un estado de tensión que por diversas razones provocan y socavan la salud física e incluso mental. La gestión del estrés fue el comienzo, la punta del iceberg, que dio paso a una nueva zona de trabajo en la que se unió el management no sólo al funcionamiento del cerebro, sino al adecuado funcionamiento del organismo humano. Se abren enormes posibilidades respecto al nemomanagement y el cardiomanagement.
El cardiomanagement genera pronto su propia terminología y sus propios productos, quizá el más sofisticado sea la coherencia cardiaca, que aun enunciada después de todas las teorías de Daniel Soleman, se puede considerar la antesala de la Inteligencia Emocional. Corresponde al Instituto Heartmath la paternidad de la coherencia cardiaca que hoy está extendida por todo el mundo, aunque con desigual resultado social o comercial, pero con buenos cimientos científicos y técnicos.
La Coherencia Cardiaca nace con la finalidad de eliminar el estrés y la ansiedad de los directivos, porque aquellas personas con altas responsabilidades en las organizaciones serán mejores profesionales, mejores managers, si en sus diversos sistemas orgánicos mantienen una armonía equilibrada, es decir, si su corazón, como motor de todos los sistemas, es capaz de gestionar adecuadamente las emociones y por ende conseguir que éstas no le afecten.
La primera lección de Heartmath nos explica que coherencia es el término usado por los científicos para descubrir un estado de alta eficacia psicológica en el cual los sistemas nervioso, cardiovascular, endocrino e inmune estén trabajando en armonía. La coherencia es la base del rendimiento y de la salud óptima del ser humano.
La mejor manera de utilizar la técnica de la coherencia cardiaca es con la aplicación del software que al efecto desarrolló el Instituto Heartmath. En su explicación se puede leer: “La coherencia cardiaca es una técnica que enseña a controlar y eliminar el estrés y permite observar y medir los progresos del entrenamiento. Se demuestra que las emociones se reflejan directamente latido por latido en el ritmo cardiaco. A este fenómeno se le conoce como: Variabilidad del pulso cardiaco. (V.P.C.)”
El software referido estudia la visualización de la onda de coherencia, definiendo el grado de coherencia y las posibilidades de mejorarlo a través de un grupo que nos conduce a la zona óptima de coherencia. Nuestra puntuación debe estar dentro de esta zona, en otro caso las decisiones que como gerentes seamos capaces de tomar aparecerán lastradas por nuestro estado de ansiedad, nuestro estrés y el sometimiento a las presiones recibidas y por ello serán decisiones de riesgo tanto en cuanto a su oportunidad, como a su eficacia, seguridad y conciencia.
Tres metas para vivir tu futuro: III La Esperanza
Desde la posición siempre realista y algo pesimista de Santo Tomás, la esperanza es un sentimiento negativo, porque siempre se espera aquello que no se posee. Sin embargo Ortega que también es realista y algo pesimista, considera que la esperanza responde a la realidad ilimitada del hombre dado que las personas tienen que creer en aquello que no conocen. No es fantasía, es, tal y como expresaba Victor Frankl, expectativas.
En el entorno de los pesimistas Nietzshe se lleva la medalla de oro al afirmar que “la esperanza es el peor de los males, pues prolonga el tormento del hombre”.

Fuente de la imagen: Daniel Lobo en Flickr
En el optimismo, Aristóteles señalaría que la esperanza es el sueño del hombre despierto y de manera más irracional Martin Luther King diría “si supiera que el mundo se acaba mañana, yo, hoy todavía plantearía un árbol”. El sumun del optimismo lo encontramos en el proverbio japonés: “Es mejor viajar lleno de esperanza que llegar al destino”
La esperanza es una creencia, un sentimiento que produce en el hombre un estado de ánimo en el que se interioriza y se cree que aquello que apetece, necesita, desea o pretende es posible y se va a producir. Es un estado de ánimo optimista cargado de expectativas, es decir, con vida en el espacio del futuro inmediato.
Desde la Caja de Pandora la esperanza ha estado presente en toda la historia como uno de los fundamentos no sólo del proceso individual, sino del desarrollo humano como motor y energía.
Las ideas no deben confundirnos, todo lo contrario. Tener las ideas claras, definir nuestras metas y nuestros retos para el futuro es un ejercicio de estrategia personal absolutamente imprescindible. Pensar en nuestras energías para poder lograr esos objetivos, comprender que el pasado ya pasó y no nos aportará más que experiencias y recuerdos, pero nada más y sobre todo alimentar la fe en nuestra confianza, es decir, generar y generar esperanzas es muy buena terapia para los tiempos que se avecinan.
Dicho esto hay que tener en cuenta que la esperanza ha de ser posible. No es la excusa o la escapatoria para vivir en el país de Nunca Jamás, ni es tampoco la herramienta que justifique nuestra depresión cuando no conseguimos el objetivo.
“El poeta, expresa Cernuda, no puede vivir pensando siempre en la realidad del presente, sus esperanzas se desarrollan en el futuro, a veces idílico, a veces realista”.
Lo que tenemos claro es que nuestras esperanzas son nuestras, alimentan nuestros objetivos, se refieren a nuestro futuro y sólo nosotros somos capaces de alcanzarlos.
Si como decía Heráclito, las esperanzas representan siempre lo inesperado, seamos valientes y carguemos nuestro futuro de esperanzas e ilusiones.
Tres metas para vivir tu futuro: II La Voluntad
Spinoza decía que la voluntad es una forma de pensamiento, sin embargo la madre Teresa mantenía que la voluntad es una forma de conducta. Quizá el pensamiento sea primero y la acción después: si quiero, puedo.
Schopenhauer, siempre admirado, mantenía que existe una voluntad en el universo y otra en el individuo, cuando se manifiestan el hombre forja su personalidad y carácter. Es posible que este pensamiento lo retomara de Balmes que afirmaba que el hombre tiene un gran caudal de fuerzas sin emplear y que necesita de la voluntad para extraerlo y activarlo.
Las manifestaciones de la voluntad han de ser libres y conscientes. Someter la voluntad es una forma de esclavitud que se produce, a veces sin darnos cuenta, en muchas relaciones profesionales y personales. Guerra definitiva al síndrome de Estocolmo.
Una teoría muy curiosa sobre la voluntad, la voluntad estoica, se refiere a la manera de adquirir la fuerza de voluntad o firmeza de carácter y consiste en no someterse a aquellas situaciones que en un momento dado puedan resultar placenteras (Isabel Pinillos y Miguel García). El estoicismo servido en bandeja de plato cuando André Gide exclamaba: “No hay que esforzarse en el placer, sino encontrar placer en el esfuerzo”. ¡Qué lejos de la realidad de hoy!
Las personas contemporáneas contemplan el éxito como el resultado de un triunfo milagroso en el que decisión, voluntad y fe, constituyen sus ingredientes. Años antes, Lawson explicaba que “Las cosas se logran por la decisión de carácter unida a la fe en sí mismo y a una gran heroica perseverancia” (en “El gran reto de vivir la vida”)
Hay que poner en duda si la voluntad, como proceso seminconsciente y constante, es verdaderamente voluntad. Muchos estudios distinguen entre voluntad y hábito (voluntad constituyente y voluntad constituida de Foulquié). En realidad la voluntad exige de una decisión absolutamente consciente y motivada por muy hecho que se tenga el carácter al sacrificio o al esfuerzo. El círculo motivacional que surge de la teoría de Maslow así lo demuestra.
Albert Einstein:
“Hay una fuerza motriz más poderosa que el vapor,
la electricidad o la energía atómica: la voluntad”
La voluntad es siempre una facultad, una capacidad personal e intransferible en virtud de la cual decidimos y ordenamos la propia conducta, ha de ser consciente y ha de estar dirigida a un resultado. Los ejemplos de voluntad más importantes que se han conocido en el último siglo identifican a Gandhi, Lutter King y a Teresa de Calculta como paradigmáticos. Siempre queda la duda en el binomio voluntad-deber, cuál de los dos es el protagonista.
Lo que parece claro es que sin voluntad la acción queda reducida al hábito y no podemos plantearnos un futuro en el que la voluntad, por ello la acción, no sea protagonista de nuestra vida.
Me gustaría destacar dos frases sobre la voluntad. Una de Menandro de Atenas: “quien tiene la voluntad, tiene la fuerza”, o la de Albert Einstein “Hay una fuerza motriz más poderosa que el vapor, la electricidad o la energía atómica: la voluntad”.
Tres metas para vivir tu futuro: I La Felicidad
Siempre se ha considerado que Diógenes es la persona más feliz de la historia por el simple hecho de que no tenía apego alguno a nada material. Hoy en día sería un pasota, o un eremita imposible o un “pirado de la vida”.
En el otro lado de la balanza estaría Aristóteles para quien la felicidad se identifica con la percepción de los actos. Los perfeccionistas en la sociedad del siglo XXI, carecen de competitividad, y tienen que trasformar la perfección por lo “mejor posible en cada momento”. Actualmente las circunstancias mandan y se manda a velocidad de vértigo.

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No podía faltar la opinión de Santo Tomás que consideraba que la felicidad era la fusión de la razón y la fe. Más tarde Descartes se preguntaría ¿qué es la felicidad? Y Goethe le contestaría con una afirmación subjetiva “la felicidad está en encontrarse a sí mismo”. Lo malo es que cuando te encuentras y no te gustas tienes lista la depresión y frustración.
Felicidad para todos los gustos. Desde el escepticismo de Darwin que prácticamente identifica la felicidad con el instinto, hasta la negación de la felicidad de Ortega, o la conquista de la felicidad de Russell.
Hay opiniones para todos los momentos, lugares, tiempos y personas. La felicidad es un estado emocional y subjetivo producido por muy diferentes causas aunque se considera la más común aquella que procede de alcanzar satisfactoriamente las metas planteadas… Hasta ahora mucho conocimiento y poca realidad.
Para la construcción de mi felicidad he puesto una meta que considero importantísima: vivir en equilibrio. El equilibrio, la vida en equilibrio, tiene varias frases:
- En primer lugar la aceptación de uno mismo. Recordar a Goethe pero aceptar e interiorizar lo que encontremos.
- En segundo lugar apartar la angustia, superar el sufrimiento y buscar la humildad como la mejor medicina para ello.
- En tercer lugar alimentar la ilusión, la pasión y buscar motivos para hacer las cosas
- Por último comprender y participar del entorno, porque en la sociedad actual un Robinson Crusoe no tiene cabida. En el entorno está no sólo el sistema social que nos afecta sino las otras personas con las que nos relacionamos.
“Yo no nací dichoso, dice Bertrand Russell, pero he buscado mi felicidad”. “El hombre desdichado, el hombre que no es feliz es aquel que habiendo sido privado de alguna satisfacción no sabe conducir su vida en otra dirección” (en El gran reto de vivir la vida de Isabel Pinillos y Miguel García).
La mejor receta para ser feliz no es nueva: Preocúpate más por las cosas de tu alrededor, prescinde un poco más cada día de tu ego y busca la armonía y el equilibrio.
Busco novia para trabajar
“Y cuando consigas un trabajo y además te guste, no lo dudes cásate con él, cásate con la empresa y piensa que es tu seguro de vida”. Este era el pensamiento típico de la generación pasada, de aquella que había vivido tremendas dificultades en su juventud y que sólo quería seguridad, tranquilidad, y un futuro cierto y predecible.
La generación del baby boom ha tenido una niñez y una juventud muy tranquila y cargada de todo tipo de facilidades, las cañas se volvieron lanzas cuando al llegar la edad laboral se encontraron con muchas dificultades y las esperanzas de una vida profesional plena, fácil, exitosa y bien pagada se convirtió en un nubarrón, una tormenta de rayos y truenos que les sometió en frustración, contratos basura y otras basuras que cada persona quiera o pueda sumar.

Fuente de la imagen: Alvaro Arriagada en Flickr
Ya no se les puede pedir a las personas recién incorporadas que se casen con su trabajo o con su empresa. Solo un minúsculo grupo de privilegiados puede acceder a ese bienestar. Sólo un reducidísimo número, cada vez menos, de profesionales hace su carrera en una sola empresa. Nada de matrimonios.
Desde la revista Management Science hemos conocido que las cinco causas principales por las que el matrimonio empresa-colaborador se rompe son: mala relación con el jefe o superior; mala situación económica de la empresa; una retribución subjetivamente insuficiente; trabajo rutinario, tedioso o carente de retos y malas perspectivas en el futuro laboral.
La misma revista distingue otras causas no referidas al matrimonio empresa-colaborador, sino al profesional-trabajo. Las cinco causas principales de divorcio son: trabajo superestresante y por ello muy insatisfactorio; trabajo sin retos, tedioso, rutinario y por ello igualmente muy insatisfactorio; retribución no equitativa respecto a la responsabilidad asumida; malas condiciones generadas tipo distancia, horario, riesgos o precariedad y por último, exigencias inadecuadas impuestas bien respecto al equipo, bien respecto a resultados.
Robert Kennedy:
“Únicamente aquellos que se atreven a tener grandes fracasos,
terminarán consumiendo grandes éxitos”
La velocidad y la competitividad actual de los mercados han provocado que estos matrimonios desaparezcan y se conviertan en noviazgos más o menos largos. “Busco un novio para desarrollar mi vida personal”. Este fue el slogan de Noemi Boix cuando presentaba su C.V. en Suecia y explicaba que su novio sería el trabajo y el entorno directo del trabajo al que dedicaron tiempo, esfuerzo, ilusión y cambio. Marcel Eyont en la misma sintonía razona que la declaración de amor más apasionada es la firma de un contrato laboral, punto a partir del cual la vida cambia y se hace mejor.
A raíz de la telenovela peruana “María Rosa búscame una esposa”, se puso de moda en Latinoamérica la expresión: Búscame a mí también una novia laboral, como slogan social en la nochevieja de 2008. Todo el mundo necesita la oportunidad de tener una novia laboral, incluso dos que ya han conseguido un puesto de trabajo. Es una forma de prosperar y no hay que dudar ni que tener miedo, ni que estar sentado esperando. Como nos enseñó Robert Kennedy “Únicamente aquellos que se atreven a tener grandes fracasos, terminarán consumiendo grandes éxitos”.
De Júpiter a Piolín
Cuando un ejecutivo triunfa en una gran compañía, y obtiene el éxito empresarial soñado se siente superior a los demás, se siente invencible, un tipo parecido a Supermán (Recordemos el delicioso libro de Santiago Alvarez de Mon) que todo lo abarca y todo lo puede.
Su nombre resuena en los mentideros. Está de moda, está preparando el asalto al poder, sea cual fuese la forma de ese poder buscado. En definitiva se siente Júpiter rescatado. Un Júpiter poderoso, señor de personas y voluntades.
Los ejecutivos realmente responsables, que pasan por estas circunstancias, se detienen precisamente en este momento y piensan. Piensan cuales han sido las claves de su éxito. En pocas ocasiones atinan a ser humildes y a reconocer que si a la espalda no llevaran el apellido de esa gran compañía, probablemente no habrían obtenido el sonoro resultado.
Estos ejecutivos se apoyan en un tesoro increíble: el nombre, la forma, el prestigio, la historia del equipo, la marca y mucho más de su empresa. A pesar de que su subconsciente lo sabe, se siguen sintiendo Júpiter.
Por la razón que fuere (no entramos a analizarlo) de pronto un día ese directivo de éxito ese Júpiter, es despedido de su empresa y tiene que empezar de nuevo a buscarse la vida y a labrarse su futuro en otra organización. En los primeros tiempos aún sigue siendo Júpiter, pero poco a poco se le van bajando los humos y su rol de gran directivo pierde fuerza. Al paso de los días por fin encuentra una nueva posición laboral aunque ya no es en una superfirma sino en una empresa mediana que le acoge con la esperanza de incorporar a un directivo con experiencia y altas relaciones.
Lo más significativo surge cuando nuestro personaje, ya en su nuevo puesto, sale al mercado de nuevo. No lleva en su tarjeta de visita el conocido y respetado nombre de su empresa anterior ni siquiera el pomposo título de aquel puesto de trabajo. Ahora una organización del común de los comunes y un puesto de gerente le acompañan. Júpiter se ha desinflado y lo peor es que no consigue los resultados a los que estaba acostumbrado.
Ahora, tarde, se da cuenta de que aquel éxito anterior no se debía solamente a su buen hacer sino a la potencia que representaba. Es más, el mayor porcentaje en la consecución del éxito le correspondía a la empresa.
Júpiter se ha convertido en Piolín. Pequeño, pasando penalidades, trabajando como un loco para no caer en las trampas del mercado, sobre todo sufriendo las debilidades típicas de las pymes. ¡Pobre Piolín! Cuanto trabajo por obtener escasos resultados.
Para mí, el Piolín que triunfa es el verdadero Júpiter. Los Júpiter que de verdad valen hay que buscarlos en los sacrificios diarios para sacar adelante las pymes. El profesional que es capaz de triunfar en las pyme y hacerla crecer es sin duda un Júpiter lleno de valor y de criterio.
Unas horas con Barenboim
Conociendo que la Staatskapelle Orchestra de Berlin venía a Barcelona para dar un concierto bajo la batuta del maestro Daniel Barenboim, nos pareció una buena idea aprovechar la ocasión y proponerles su intervención para conmemorar el 60 aniversario de EOI. Así fue y el día 4 de julio en el Teatro de la Zarzuela de Madrid tuvo lugar este concierto.
Por esta circunstancia he tenido la oportunidad de pasar unas horas con Barenboim ya fuera en la rueda de prensa, en los ensayos, en las entrevista o a solas los dos charlando tranquilamente.
Frente a su fama de hombre adusto y divo, he de confesar que me resultó afable, cariñoso, con todas las ganas de agradar y a disposición inmediata de cuantas cosas le propuse. Además es una persona educadísima, moderada, extraordinariamente culta. Asombroso su dominio de cinco o seis idiomas y más asombroso su equilibrio personal en su forma de andar, sus ademanes, sus gestos, sus miradas y su sonrisa: pura armonía.
De las muchas cosas que comentamos me quedaría con tres pensamientos suyos que desde hoy hago míos:
- “Lo único que une lo racional con lo emocional, y lo físico con lo espiritual es la música”. Tiene razón, porque tengas la edad que tengas al escuchar la música que te gusta se produce un efecto mágico e irrepetible. Benedicto XVI, ya en su retiro, expone que “la música es capaz de abrir las puertas del cielo”.
- La segunda lección que aprendí se refiere al enorme respeto que hay que tener con el público, sus clientes, Barenboim comentó que los compositores y los músicos se pueden equivocar, los intérpretes se pueden equivocar y los críticos se pueden equivocar también, pero el público no se equivoca nunca. Puede ocurrir que tarde un poco de tiempo en comprender pero al final el público siempre tiene razón.
- El tercer aspecto que quiero destacar se refiere a su idea del conocimiento. Partiendo de Spinoza y concluyendo en Mahler comentó que para él el conocimiento tiene tres fases. En primer lugar, acceder a sus fuentes y a la información sobre ese conocimiento y si bien en otro tiempo era difícil y a veces imposible, hoy es fácil y está al alcance de todos. En la segunda fase corresponde aprender, es decir adquirir intelectualmente ese conocimiento, pero aun no es suficiente por eso en la tercera fase hay que ser capaz de comprenderlo emocionalmente, interiorizar su mensaje, la esencia, el espíritu del conocimiento. Es decir adueñarse de su alma. Sólo a partir de este momento es cuando se adquiere “el verdadero conocimiento”.
Mis horas con Barenboim estuvieron, además, cargadas de muchos comentarios de su vida y de la mía. Una experiencia inolvidable.
El Triunfo de lo Digital
Es verdad que según soplen los vientos, las organizaciones eligen a sus CEO’s. Los directores que eran puros y duros administradores dieron paso a las los directores de producción. Fue la época en que la fábrica adquiría importancia y el producto era la única razón de ser sobre la que giraban todos los otros elementos organizacionales.
Años después los directores de producción, como CEO’s, dejaron paso a las personas que posicionaban y vendían los productos en el mercado y la palabra Marketing llegó hasta los últimos rincones de la empresa. Eran CEO´s aquellos que dominaban el arte del Marketing como la gran solución hacia la competitividad.
Más tarde los líderes empresariales eran personas capaces de llevar adelante un cambio que no se sabía muy bien hacia donde se dirigían. Los nuevos CEO’s no eran superexpertos en administración, ni en fabricación, ni en marketing, pero sí en estrategia y sobre todo en una visión global que había reducido todos los mercados (incluso los desconocidos) y los había reunido como uno solo con parámetros comunes.
Sin embargo, en el momento actual estos líderes también tienen que retirarse y dejar paso a un nuevo tipo de CEO’s, a aquellos capaces de implantar la transformación digital. El líder digital con perfil tecnológico, con argumentos tecnológicos, con terminología tecnológica, con la vista puesta en la nube, los dedos en el teclado y el alma en las redes.
El triunfo de lo digital es imparable, un triunfo que abre puertas en el espacio, acorta tiempos y se extiende a la mayor velocidad. El virus digital llega, se instala y se hace fuerte.
En los últimos años hemos visto como las grandes organizaciones creaban un puesto de altísima consideración: Director Digital, conocido como CDO (Chief Digital Organitations). Y en los últimos meses también hemos sido testigos de cómo empresas de primer nivel decidían incorporar como CEO’s a personas con un perfil claramente digital (CDO) y que ya habían triunfado llevando a cabo la transformación digital, tanto en mercados, como en productos e incluso en estrategia.
Es el caso del BBVA, del diario el Mundo, de Benetton y fuera de nuestras fronteras de American Express, Mac Donall’s o Starbucks. Y esta tendencia no ha hecho más que empezar. Los nuevos CEO’s digitales impondrán (como las anteriores ya impusieron) sus formas y sus terminologías.
El Instituto Tecnológico de Massachusetts ha realizado un estudio sobre 500 grandes empresas y ha concluido que todas, el 100%, están llevando adelante o van a ejecutar próximamente la trasformación digital, con independencia de lo tradicionales que sean las empresas o los sectores en los que actúan.
La transformación de las cúpulas directivas de las empresas está lista… Bienvenido Mr Digital, cada empresa en particular y la economía nacional en general, tiene puestas en usted todas sus esperanzas.
La Inteligencia múltiple de Gardner
La palabra inteligencia proviene de dos vocablos latinos: inter y ligare y representa la capacidad de relacionar cosas entre sí con la finalidad de llegar a conclusiones que resuelvan problemas adecuadamente.
El psicólogo y neurocientífico Howard Gardner (nacido en 1943 en Scranton) expresó que la inteligencia exigía la capacidad de ordenar y coordinar pensamientos. Al adentrarse en estos requerimientos se dio cuenta de que no existía un tipo único de inteligencia sino varias modalidades de ser inteligente y de actuar inteligentemente. Elaboró la teoría de las inteligencias múltiples (preámbulo de la inteligencia emocional) en virtud de la cual las diversas inteligencias se pueden agrupar en ocho categorías.
Veamos un resumen de las 8 inteligencias de Gardner:
- Inteligencia Lingüística que responde a la manera efectiva en que de forma oral o escrita empleamos las palabras. La Unesco, cuando estableció las competencias imprescindibles para triunfar en el siglo XXI marcó dos de ellas que se refieren a la inteligencia lingüística (conocimiento perfecto de la lengua materna y conocimiento de una segunda lengua).
- Inteligencia Lógica, también llamada inteligencia matemática, es la capacidad de adquirir y expresar una visión numérica, utilizar los números y adaptar procesos numéricos a los razonamientos. Este criterio supone exactitud y método, dos requisitos en sí mismos inteligentes.
- Inteligencia Corporal o Kinestesica, aquella que utiliza el cuerpo para expresar ideas y sentimientos. Es la inteligencia para transformar la materia, el volumen, la forma y los modelos. También es la inteligencia para trasformar la materia, el volumen, la forma y los modelos. Es la inteligencia del equilibrio, la flexibilidad, la velocidad y la coordinación.
- Inteligencia Espacial la que nos permite concebir el espacio y comprender el entorno y al tiempo saber cuál es nuestra posición en ellos. Nos permiten sintetizar imágenes exteriores, transformarlas, descodificar de la geografía y las formas, comprender los dibujos y plantear esquemas.
- Inteligencia Naturista para diferenciar, comprender y vivir en armonía con la naturaleza y el medio ambiente. Los objetos, la naturaleza, animales, plantas, forman parte esencial de esta inteligencia. Es nuestra reflexión ante el mundo ecológico. Nuestro planteamiento natural.
- Inteligencia Musical, percibe los sonidos, clasifica sus formas y sus ritmos, el tono y el timbre, la armonía. Se asocia a la sensibilidad y ordenamos en ritmos nuestras actuaciones. Nuestros momentos vitales, los famosos chacras de la filosofía hinduista
- Inteligencia Intrapersonal referida al autoconocimiento y a la evaluación que cada quien hace de su persona. Se refiere al espacio interior, a la propia vida no compartida, al respeto personal y a la reflexión de nuestra vida y nuestro futuro.
- Inteligencia Interpersonal tanto como hablar de la capacidad de empatía, de las relaciones con los otros, la facilidad de comprensión de los demás, la habilidad para el diálogo y las relaciones humanas. Si esta inteligencia la circunscribimos al entorno tecnológico hablaríamos de networking o facilidad para establecer relaciones útiles en el trabajo a través de las redes.
Todo el mundo tiene en mayor o menor medida estas inteligencias, pero existe una relación directa entre las manifestaciones de cada persona y la inteligencia que tiene más desarrollada, su inteligencia líder.
Si te analizas podrás evaluar el impacto que las 8 inteligencias en tu personalidad.
Optimismo Inteligente
Por muy repetida que sea, sigue siendo magnífica la frase de Benjamin Franklin “un optimista ve una oportunidad en toda calamidad, un pesimista ve una calamidad en toda oportunidad”. Rojas Marcos nos dice: “¿Por qué no ser optimista, no se gana nada con nos serlo”

Fuente de la imagen: *Bárbara* Cannnela en Flickr
Otra pregunta nos asalta con frecuencia. ¿Es inteligente ser optimista? Ni lo es, ni deja de serlo, pero está absolutamente constatado que las personas optimistas son más abiertas, más activas, más eficaces y, en un marco empresarial, más colaboradoras y más rentables.
El optimismo inteligente se basa en encontrar y utilizar aquellos rangos objetivos que nos permiten ver la vida con un enfoque positivo y actuar en consecuencia. El optimismo se convierte en una manera de ser y en toda una filosofía para enfrentarse a la vida. Cuando se ha interiorizado de tal manera que forma un rasgo de la personalidad es inevitable exteriorizarlo y por ello transmitirlo. El optimismo inteligente no es susceptible de réplica dogmática, es decir no es cierta la afirmación: soy inteligente porque soy optimista, como tampoco lo es, soy optimista porque soy inteligente.
El optimismo inteligente se refiere al optimismo consciente, y por ello al optimismo como regla de comportamiento. Incluso puede llegar a ser una manifestación del optimismo natural, aunque este responde más bien a las personas genéticamente positivas. Para que el óptimo sea inteligente tiene que ir acompañado de proactividad dirigida a un objetivo.

Fuente de la imagen: dafreru en Flickr
Mucho cuidado con las exhibiciones del optimismo, porque como señala Carlos Hernandez, muchas personas que lo exhiben caen en un optimismo ilusorio o torpe que se parece más bien al conformismo y excluyen componentes importantes como la acción, la dirección o la validez.
El concepto de la herencia genética conduce a “soy como soy” lo cual no es ni un criterio correcto, ni un pensamiento inteligente dado que si bien los comportamientos no se pueden cambiar, si se pueden educar y adecuar, se rutinizan. Lo que en la pura terminología de Aristóteles se denomina Segunda Naturaleza.
Las personas que practican el optimismo inteligente son con frecuencia autoexigentes, autoescrictas. Cuidado pues, porque pueden aparecer en nuestro interior ladrones de energía que nos drenen capacidades y felicidad. Combatir los pensamientos negativos y tomar iniciativas para evitar que esos pensamientos puedan causarnos daños tangibles sí es una muestra de óptimo inteligente. La ley de la atracción siempre está presente. Thomas Edison, otro ejemplo de optimista inteligente, decía con enorme acierto: “Hay una gran diferencia entre decir he fracasado o todavía no he tenido éxito”.