Directivos entre el blanco y el negro

Los estados ‘blanco’ y ‘negro’ se refieren a una técnica fotográfica muy utilizada en el cine y que describen formas de técnicas visuales que se caracterizan por la falta de colorido y, por lo tanto, por el dominio de ‘lo neutro’. Muchos directivos llevan a cabo su función de liderazgo desde una técnica blanco y negro (B/N). Son neutros. Les falta colorido. Deben recordar la enseñanza de la Biblia cuando decía: “Ha de ser frío o caliente porque al tibio le escupiré de la boca”.

directivos entre el blanco y el negroVivir y sentir la organización en B/N es una actitud pasota que se detecta inmediatamente. Surge siempre en zonas de conformismo (que no de confort) o en épocas de transición, sea esa transacción personal (por ejemplo edad, traspaso de poder o incapacidad profesional) o sea referida a situaciones de la propia empresa (por ejemplo empresas fusionadas o quiebras económicas), pero el resultado es siempre el mismo: una visión miserable de la condición directiva.

Todos los directivos tienen que estar identificados con la estrategia de su organización y defenderla por encima de todo. O aceptas y te integras o te vas a otra empresa. Del modelo sistémico hemos aprendido que no se puede luchar u oponerte al sistema. Sin embargo, por miedo o comodidad o por carácter o por cualquier otra razón, existe un grupo de directivos que ni se integran en la estrategia, ni luchan, ni aceptan el sistema. Simplemente pasan el tiempo a la espera de ver lo que pasa. Una vez más directores entre el blanco y el negro. Y ya nos indicaba el poeta Campoamor que nada es verdad o es mentira y que al final todo puede llegar a ser gris.

En realidad estamos hablando de directivos mediocres: altos directivos con poquísima o nula visión estratégica, medianos directivos que sólo desean hacer la pelota y satisfacer a sus superiores o colaboradores, técnicos que están con el lápiz en la mano esperando que sea la hora en punto para dejarlo caer sobre la mesa y largarse de su puesto de trabajo.

Para Fernando Olaizola, la mediocridad es casi equiparable a lo “políticamente correcto”. Para José Medina, el directivo mediocre es el que no sabe rodearse de un buen equipo; y para Ovidio Peñalver, los ‘sabelotodo’ están rozando la mediocridad del que nada sabe en realidad. Peters lo subrayó con claridad y años más tarde Ortiz Chaparro lo recoge en su Sólo ascienden los mediocres.

Si alguien piensa que el liderazgo mediocre, que los directivos entre el blanco y el negro son cosa del pasado, se equivocan. Esta realidad está muy presente en la estructura organizativa y más aún en la empresa familiar. La conclusión es dramática y cabe recordar al mariscal Rommel cuando afirmaba que precisamente los mediocres son quienes nos llevan a la derrota.


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