El tío Matías

Un empresario de éxito en el sector de los servicios decidió nombrar consejero de la empresa a su tío Matías, un hombre mayor, bien formado, culto y que había ocupado algún puesto de mediana responsabilidad en empresas locales. En los últimos años de su vida profesional se encontraba desubicado y falto de perspectivas y motivación. Por eso cuando su exitoso sobrino le propuso ser consejero de la empresa no solo no lo dudó, sino que se ufanó y de nuevo recuperó la autoestima que poco a poco había perdido.

Cumplía correctamente con sus obligaciones y acudía a los consejos con los temas estudiados, procuraba hablar poco y ser sensato. Sin embargo, cuando el Consejo tenía que pronunciarse sobre algún tema delicado, el tío Matías mantenía siempre una postura y una opinión contraria a la de la mayoría del Consejo. De esta manera pensaba que se cubría las espaldas.

sin compromiso

Su actitud posterior era aún más curiosa. Si la decisión que el Consejo había tomado (con su voto en contra) resultaba exitosa y acertada, él era el primero en apuntarse el tanto del éxito y solía decir: “yo como miembro del Consejo he decidido con mis colegas que…”.

Pero si la decisión que se tomó resultó poco acertada, o no se pudo implantar, o fue un fracaso, el tío Matías era el primero en decir “ya lo dije yo…” y en hacer llegar al resto de la organización que él había votado en contra y que lo decidido por el Consejo era un disparate.

Repetida una y otra vez esta situación, no hubo más remedio que cesar al tío Matías quien, cabizbajo, abandonó la empresa. Un típico caso de falta de compromiso.

Es verdad que el compromiso representa un paso más allá de la motivación, que supone una involucración personal y profesional, es verdad también que las empresas exigen ese compromiso. Cuando se ostenta un puesto de alta responsabilidad se ha de estar dispuesto a manifestar el compromiso con la empresa, con su dirección, su estrategia y, por ende, sus actividades y objetivos. Mantenerse como un sepulcro blanqueado no conduce absolutamente a nada. O se está o no se está. No hay medias tintas.

Este alto grado de compromiso no supone anular la personalidad, o ser un cero a la izquierda en las decisiones, o decir amén a todo. Supone el ser, creerse parte de la empresa y parte del equipo profesional capaz de llevar adelante su misión.

El compromiso significa que a pesar de ser la voz discordante,
cuando se toma una decisión, todos han de estar focalizados en esa decisión.

Está muy bien que el tío Matías mantuviera una postura distinta de la del resto del Consejo si lo hiciera con el convencimiento de que era lo conveniente para la organización y no como postura. Está muy bien que las opiniones no sean un coro del “sí, señor”. Pero de eso a la falta de coherencia profesional y a la falta de compromiso hay un abismo. Si somos capaces de detectar a los «tíos Matías» de nuestra empresa habremos dado un paso de gigante. El compromiso significa que a pesar de ser la voz discordante, cuando se toma una decisión, todos han de estar focalizados en esa decisión.

Pero ahora pongámonos en la otra cara de la moneda y pensemos cuántas veces, en qué ocasiones, por qué y qué hemos conseguido cuando hemos tomado el rol del tío Matías. Seguro que en más ocasiones de las que pensamos nos hemos convertido en el tío Matías.


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