Todos los jefes tienen jefes

Estamos acostumbrados a tener un jefe. Ya sea en la vida personal – familiar, en la actividad profesional o educadora o en cualquier otra faceta, siempre tenemos un jefe.

Decía Jean Paul Sartre “el amor es una forma maravillosa de sometimiento” y el propio Muhtar Kent (Ceo Mundial de Coca Cola) reconoció que “cuando he perdido el norte ha sido porque no tenía claro quién era mi jefe”.

The boss

Fuente de la imagen: GDS-Productions en Flickr

Tener un jefe o varios jefes es, en definitiva, un estado normal y natural de la convivencia de las personas. Sin embargo, cuando nos encontramos en el escenario de nuestro trabajo, el jefe adquiere una dimensión nueva que nos lleva, en la mayoría de los casos, a una pérdida de libertad, a la negación de una parte de nuestra personalidad y a la aceptación de lo que el jefe dice, hace, quiere o nos pide. El verbo más explícito para esta situación sería acatar.

Teniendo en cuenta que acatar tiene muchos grados y que no es lo mismo un entorno jerarquizado (el ejército, la hostelería, la enseñanza etc…) que un entorno de libertades (la publicidad, la investigación, o el arte). Pero acatar siempre es algo que se produce. Esta situación no solo la generan las personas que son jefes, sino las propias organizaciones, la cultura, la genética y por supuesto el uso de la tecnología o el reloj. Inevitablemente estamos sometidos a la disciplina de muchos y variados jefes.

De nuevo en el mundo de la empresa nos encontramos con otra cuestión práctica frecuentísima: deseamos ser el jefe y no nos damos cuenta de que los jefes tienen también otros jefes, incluso más severos, más intransigentes. Nos esforzamos por promocionarnos en nuestra carrera, por llegar a puestos directivos y cuando por fin después de años y de muchos esfuerzos lo conseguimos, descubrimos nuevas formas jerarquizadas y nuevos superiores que lejos de darnos libertad en la toma de decisiones nos ponen fronteras, límites poderosos.

Inexorablemente estamos destinados a tener un jefe. Dave Thomas, dueño de Wendy explicaba que “Cuando mi compañía funcionaba perfectamente y había conseguido poner a los mejores profesionales al frente de cada decisión, me sentí un jefe afortunado y liberado, pero de pronto me di cuenta de que no era así, pues cada día, al abrir mis establecimientos recibía a miles y miles de jefes que me decían lo que tenía que hacer. En realidad los jefes de Wendy son sus clientes”.

Sentirse jefe no es sentirse libre en la decisión, o no tener que dar cuentas de lo que se hace, o simplemente mandar. Por ello más vale aceptar la situación y comprender que hagamos lo que hagamos, sea cual sea la esfera de nuestra vida en la que nos encontremos siempre tendremos un jefe, lo bueno es que ese jefe deberá ser la persona no solo a quien respetamos sino a la que podemos seguir y emular.

Recordemos algunas frases curiosas sobre los jefes:

“Nuestras acciones hablan sobre nosotros tanto como nosotros de ellas” (G. Eliot)

“Lo más cruel de ser jefe es que hagas lo que hagas te arrepentirás” (Agatha Christie)

“Es inútil luchar con el jefe. Es inútil luchar contra el sistema. Siempre perderá el más débil y debería abandonar su empeño”. (M. Cole)

“A los jefes hay que saber gestionarlos. Al final todos se rigen por los mismos criterios”. (John Goodman)


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