SUAVE DIFERENCIA

Se ha escrito incansablemente sobre el arte de la negociación. Para los chinos es la técnica que identifica “conflicto-solución”. Para la tradicional Europa es un método (en muchos casos una metodología sistémica) para que “los otros” hagan lo que tú quieres, pensando que hacen lo que “ellos” desean. Finalmente, para el puro management americano negociar es un proceso mediante el cual las partes involucradas en un conflicto debaten y establecen las pautas de un acuerdo en aras a un resultado satisfactorio para ambos.

Quien negocia bien (dice el catecismo) actúa siguiendo el gráfico sexagonal de Brace Patton (Universidad de Harvard).

Quien negocia mal quiere llegar indebidamente a su destino aunque sea dejando cadáveres por el camino.

Un simil perfecto lo encontramos en la teoría del famoso barman caribeño Basil Charles (viajemos a la isla Mustique).

“Existen cocktails para la pasión, para un momento determinado, para incrementar la huida del pensamiento, para alcanzar la paz espiritual, para enamorarse o para romper el amor, para encontrar un camino de futuro, para negociar, para pactar con el enemigo o para conversar y parar el tiempo”.

Charles fue dando apellido a esos cocktail según su mejor aplicación: santo libre, caipiriña, gibón, alexander, gilnex, bronx, bullshot, vida alegre, bloody mary u otras que nada tienen que ver con “suave diferencia”.

Ron añejo y seven up (o sprite) se emparejan en suave diferencia, de maravilla, creando un escenario típico de las largas negociaciones, del entorno internacional o de la discusión de criterios lejanos al acaloramiento y a la exageración.

Suave diferencia es un revulsivo de la relación social dentro de las organizaciones. De la soledad y serenidad en los despachos o la sala de juntas o los espacios donde se discuten detalles y se concretan contratos. Todos son adecuados para cambiar la botella de agua mineral por la suave diferencia de efectos retardados.

Se respira suave diferencia en copa de balón mientras se ajusta la comisión, los plazos, las formas de pago o las especificaciones técnicas.

Según Basil Charles nunca saldrá bien una negociación en la que las partes se equivocan al pedir su bebida. Igual de mala elección es el agua como el vodka, igual de malo es un alcohólico agresivo o un “yo nada, gracias”.

Suave diferencia le elevará hacia los acuerdos como las alas elevan a las palomas”.

Y como la realidad es que se negocia todos los días, casi a todas horas y con casi todas las personas, parece que siempre es el momento oportuno de tomar una suave diferencia.

Si eres de los que piensan que la vida está hecha para disfrutar y no para penar, te tomas tu tiempo y disfrutas con la tranquilidad. Saborear el minuto con música chill-out o con una mirada perdida (o ganada) en otros ojos. Subes y eres capaz de pensar. Concretas y te alegras y piensas que mañana más y mejor, no lo dudes. Tu sabor es el de la suave diferencia.


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