EL ÍNDICE DE BOHEMIA

Cuando una sociedad se desarrolla y evoluciona intelectualmente no lo consigue sumando hechos aislados, ni lo culmina rápidamente. Es fruto de la confluencia de un cómputo de elementos que a la postre, y desde la perspectiva de la clase creativa, se agrupan en el denominado “Índice de Bohemia”.

Cuando Richard Florida afirmó que las concentraciones metropolitanas en las que abundan bohemios de punta (artistas, músicos, escritores, actores, homosexuales, tecnólogos avanzados, creativos de todo tipo y talentos distraídos) se asocian a elevados niveles de desarrollo económico y está admitiendo implícitamente la necesidad de gestionar la sociedad con fuertes impactos de libertad, empatía, generosidad y propósito.

La Universidad de Chicago Terry N. Clark acepta el criterio y las conclusiones del “Índice de Bohemia” pero pone en duda la metodología de su aplicación por la sencilla razón de que sus entornos son cambiantes, y lo que se da en una concentración urbana, ni si quiera se imagina en otra. Así se explica cómo un movimiento cultural cunde y crea naturaleza y otro fracasa y desaparece.

Amadeo Vives puso música a lo profundo del alma bohemia donde se enciende la loca pasión. Puccini elevó la Bohemia a la cima del universo. A partir de ahí me atrevo a poner algunos ejemplos del “Índice de Bohemia” que han marcado la evolución de la sociedad, la cultura y la economía.

Los Beatles crearon un nuevo Liverpool en Cavern y desde allí conquistaron el mundo. Nueva Orleans fue y es una ciudad que dio a luz a Sazerac, al jazz, al póker y a las grandes ruedas fluviales. Londres con su Bohemia llevada al mundo de la moda (la modernidad). Weimer exportó la estética, la funcionalidad y el criterio de la escuela de la Bauhaus (racionalismo). La Generación Beat (Ginsberg, Kerouac o Burroughs) que libró en los 50 la batalla contra los valores tradicionales estadounidenses y otras tantas culminando con Silicon Valley y la creación de su nuevo mundo, el que vivimos.

Si el «Índice de Bohemia» sube, el desarrollo socioeconómico y geopolítico se incrementa. Si el «Índice de Bohemia» se pierde, la sociedad se empobrece y permanece triste por décadas.

La juventud es, sin duda, uno de los protagonistas principales de la Bohemia. Sin embargo es la madurez quien da el impulso ideológico. Sin aceptar que la Bohemia tiene algo de revolucionario y quimérico no podremos comprenderlo, al menos algo también de romántico e idealista. Al paso de los años, aquellos recuerdos bohemios arrancarán una lágrima. Lo confirmó Marcel Proust: No se puede buscar el tiempo perdido.


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