MAS VALE UN ENEMIGO CONOCIDO QUE UN AMIGO IDIOTA

Nuestro entorno nos exige contacto permanente con las cosas y las personas que nos rodean. Las relaciones personales son tan naturales como complejas. Mantenemos relaciones personales en nuestra esfera familiar, social, laboral y personal. Un proceso de socialización constante y tumultuoso en el que afloran muchos sentimientos y emociones.

A través de una delgada línea roja se distribuyen esos sentimientos y esas emociones diferenciando en cada caso el valor y el feeling que nos aportan.

Nuestros comportamientos en cada relación personal permiten que los demás, los otros, la sociedad, nos califica y encasille.

Sin embargo, las relaciones personales son nuestras y solo a nosotros nos corresponde gestionarlas, asumiendo las presiones, las circunstancias y el protagonismo que en estas vinculaciones tienen las variables tiempo y espacio (un plato fuerte del Gestalt más puro).

Todos tenemos personas conocidas que presumen de ser amigos nuestros pero que en realidad no nos aportan nada. Al revés, nos drenan energía y nos provocan problemas que frecuentemente evolucionan hacia estados de ansiedad e incluso suscitan conflictos internos de culpabilidad cuando por fin decidimos poner fin y alejar a esas personas. La situación puede ser dramática se encuentran involucrados “amigos” de la familia o unidos por lazos difícilmente disolubles.

Pensemos ahora en las personas que nos acompañan en nuestra vida o en nuestro trabajo ¿Cuántas veces hemos tenido que dar la cara por ellos? No debemos confundir el amiguismo o el compañerismo con el voluntarismo. Conviene dejar claro donde termina la relación y dónde empieza nuestro espacio personal de soledad.

Por eso hay que gritar: “Cero parásitos”.

Cada persona es responsable de sus propios actos. No tiene mucho sentido que nos hagamos responsables de actos de terceros ajenos. Objetivo: Cero parásitos.

Cuando nos hayamos quitado de en medio a los “amigos idiotas” nos sentiremos liberados. No se puede confundir con la falta de solidaridad o con el egoísmo. Las relaciones y la función de la sociedad en el mundo actual que favorece la comunicación y el intercambio, curiosamente educa a las personas en la defensa de su individualismo solitario. La sociología moderna nos ha advertido en varias ocasiones de los riesgos del hombre solitario que trabaja en la gran empresa y vive en la gran ciudad.

¿Seremos nosotros un amigo idiota para otra persona? Como siempre, somos muy permisivos con nosotros y no llegamos a admitir estas situaciones. Es un buen momento para pensarlo. Lo peor es que descubramos que somos un amigo idiota para otro y nos guste serlo. Nos acomodamos y “ande yo caliente ríase la gente”.


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