Internet de las Cosas
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El internet de los objetos es una nueva aplicación de las tecnologías de internet, que se está desarrollando tan rápidamente como lo ha hecho la red en los últimos años. Y se prevé que, en diez o quince años, nos lo encontremos en nuestra vida diaria. Utiliza un chip, capaz de contener amplísima información sobre el objeto o la persona donde se ha depositado, que luego transmite esos datos mediante la tecnología de identificación por radiofrecuencia (RFID).
En el sector agroalimentario, por ejemplo, la tecnología RFID permite conocer rápidamente la trazabilidad de un producto, todas sus garantías sanitarias, el contenido, los niveles de gluten… en un momento. También, y esto ya se utiliza ahora, el chip puede dar información en tiempo real al conductor de un vehículo sobre la presión de los neumáticos o el problema que sea. En Reino Unido y Estados Unidos, por ejemplo, han implantado este chip en sus pasaportes.
Es decir, es una nueva tecnología que revolucionará las relaciones entre los objetos y las personas, o entre los objetos directamente. Y ahí reside la novedad, en la forma en que se comunican los objetos. Uno de los ejemplos que siempre se citan es el uso de la RFID en los frigoríficos para detectar alimentos en mal estado, o próximos a caducar.
¿Entonces beneficiará de verdad a ciudadanos y empresas europeas?
Esta tecnología magnífica, que nos da infinitas oportunidades para crear nuevos negocios, para una mejor gestión de la energía o para luchar contra el cambio climático, puede tener un problema: los derechos fundamentales de las personas. Las compañías y las personas que utilicen estos chips van a tener acceso a información sobre la vida de otras personas. Y ahí es donde tenemos que prestar muchísima atención.
Antes de que todas estas nuevas aplicaciones entren de lleno en la vida de la gente, tenemos que haber previsto cómo proteger los derechos fundamentales de las personas. Por eso, creo que la comunicación de la Comisión Europea ha enfocado bien el tema. Se trata de encontrar un equilibrio. Es una herramienta fantástica, pero depende de en manos de quién esté y cómo la utilicemos. Y si queremos que tenga éxito, los ciudadanos tienen que poder confiar en ella. Es importante además que, en un mundo abierto como el nuestro, tratemos este asunto a nivel transatlántico con Estados Unidos.
Medio ambiente, salud, economía… ¿cuál será el impacto de esta tecnología en estos campos?
Esta tecnología ayuda a mejorar la gestión energética del transporte o a reducir la contaminación. Permite por ejemplo a los semáforos cambiar de color cuando detectan demasiado tráfico en una zona de la ciudad. Además, la nueva economía verde está directamente relacionada con las nuevas tecnologías. Tenemos que aprovechar la crisis económica para impulsar nuevas profesiones y nuevos sectores económicos, como el I+D+i.
Como nada es perfecto en la vida, esta tecnología también posee sus desventajas
Saludos
Alexis Reyes