El resurgimiento del mercado del oro

El oro se ha utilizado como valor dinerario desde hace más de cinco milenios, como pago por bienes y servicios. Y no hace tanto que dejó de ser así: hace apenas cuarenta años, por una mera voluntad política, se decidió abandonar el patrón que obligaba a respaldar el papel moneda en circulación con una determinada cantidad de oro.

La idea era perfecta porque el papel se puede fabricar y emitir sin dificultades, basando una mayor masa en circulación en una expectativa de crecimiento económico futuro, lo que abría el camino hacia un apalancamiento financiero, hacia el crecimiento de la deuda y hacia la devaluación del papel moneda hasta límites insospechados.

Un billete de cien euros es percibido casi exclusivamente como un valor monetario, algo que se puede cambiar fácilmente por bienes y servicios. Pero esa visión cambia cuando lo que se tiene delante es un pequeño lingote de oro de 999 milésimas, de 2,5 gramos de peso. El equivalente monetario de hoy es el mismo, unos cien euros, pero muy pocos apreciarán ese valor de intercambio económico que también tiene el trocito de brillante metal. Algunos verán un trozo de material, al que se le pueden dar muchos usos industriales, pero nada más.

Pero a la vista está que 5.000 años de historia son difíciles de borrar, desde hace unos pocos años se está recuperando la visión del oro como un elemento de inversión financiera.

Porque la directiva Comunitaria Europea 98/80 de 12 de octubre de 1998, equipara fiscalmente (al dejarla exenta del impuesto sobre el valor añadido) la inversión en oro a cualquier otra inversión financiera.

Este repunte del oro como inversión se aprecia bien con algunos datos: en la demanda que acapara la extracción de oro para inversión es llamativo el incremento del número de toneladas adquiridas, pero el incremento es aún más significativo si se contempla en términos de dólares invertidos, al pasar de los algo menos de 36.000 millones de dólares utilizados en el año 2008 a los más de 72.000 millones invertidos en compras de oro en el ejercicio 2011.

Sin embargo, entre los que ven el oro como un instrumento de inversión financiera, muchos siguen sin apreciar con claridad el oro como activo dinerario.

Hay unos pocos inversores y expertos que conservan o han recuperado la percepción del valor dinerario contenido en cada gramo de oro, y que observan el debate con cierta incredulidad, porque son conscientes de que su oro, en realidad, está poco más que manteniendo el poder adquisitivo de su patrimonio.

 


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