El coste de un click

¡Niño apaga la luz que no oigo! … ¡No revoluciones el coche que no tenemos un primo en Arabia! … ¡Usa lámparas de bajo consumo! … ¡Mejor doble ventana!

Acabo de abrir mi cuenta de correo que reservo para los amigos y la familia. Tengo cinco correos nuevos desde ayer. Hago lo correspondiente con la cuenta de correo de mi antigua universidad, tres correos en un día. Siento un cierto nerviosismo por saber qué me deparará la cuenta de la EOI, ¡sorpresa!, hoy tan solo siete.  En total, aparte del tiempo material, que muy gustoso destino a responderlos, ha habido un balance de 27 correos, contando los que he contestado.

Un correo en la época de los romanos tardaba unos dieciocho días en viajar desde Roma hasta Vareia (actualmente Logroño). En la actualidad, mandar una postal del Coliseo a una amiga desde un buzón de Roma tarda unos ocho días en hacer la misma distancia por correo regular. En dos mil años de progreso evolutivo se ha logrado mejorar en diez días dicho viaje. Sin embargo, con la aparición del correo electrónico, estos ocho días actuales de comunicación escrita se reducen a unos segundos, como mucho a escasos minutos. El consumo energético de construir calzadas y de alimentar a los caballos y a sus jinetes era muy elevado en comparación con la información trasmitida.

Una de las cualidades del sistema digital es su invisibilidad y su complejidad. Es complicado hacer entender a una persona mayor, que información tan valiosa como dinero, secretos estatales (ahora tan de moda), fotografías, etc. se encuentran en algún lugar, en forma de unos y ceros. Esto parece muy limpio pero, ¿cuál es su coste energético?

Usando la información disponible de los señores de National Semiconductor, parece ser que se trata de unos 4,6pJ/bit y que la memoria empleada en una página habitual es de unos 2,52×10^6 bits. Multiplicando ambos, resulta que se emplean unos 11,61J por cada página que abrimos. Considerando el número de e-mails que tratamos, o la cantidad de páginas que visitamos cada día, la cantidad de energía empleada empieza a ser respetable. Quizá recorrer la genial Cesar-Augusta no fuese tan tedioso en energía como pueda parecer.


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