Del cerdo hasta los andares

El estiércol mal gestionado, puede suponer una amenaza para el suelo , el agua, la calidad del aire y la salud por lo que no es un problema de unos pocos; es algo que nos afecta a todos.

Sabemos que España es el segundo mayor productor de ganado porcino de Europa y con la cantidad de residuos que generan, librarse de ellos se está convirtiendo en un verdadero dolor de cabeza para muchos granjeros y la tarea se les complica aún más en caso de ganadería intensiva. Hace unos años cuando la cantidad de ganado era menor y las tierras dedicadas a la agricultura no habían sido reducidas por el desarrollo de las ciudades, los ganaderos encontraban la salida del estiércol de sus animales vendiéndolo por su poder como fertilizante. A día de hoy, al hecho de que la proporción tierras de cultivo-ganado ha disminuido, hay que sumarle que muchos de los agricultores que hace unos años eran clientes de estos granjeros, se han decantado por el uso de fertilizantes químicos.

De desecho a recurso.

Alemania, primer productor de ganado porcino de Europa, encontró la solución en la generación de biogás a partir del tratamiento de estos residuos. Actualmente tienen construidas 8700 plantas de digestión anaerobia que suman una capacidad instalada de más de 3300 MW.

De esta manera, el país ha logrado la valorización de un residuo a priori visto como un problema. Con ello, consigue una inmediata recuperación energética, depuración ambiental y ecológica y producción de fertilizantes de alta calidad ya que en el proceso de biometanización se mejoran los porcentajes de los minerales que lo componen.

Además se han logrado eliminar futuros problemas. La dificultad que implica deshacerse de los excrementos, lleva a menudo a los ganaderos a sobrefertilizar el suelo y esto puede provocar la contaminación de las cuencas hidrográficas por su alto contenido en fósforo y nitrógeno.

 

¿Si ellos lo hacen, por qué nosotros no?

Desde otros países, se buscan incentivos nacionales y europeos para que las plantas resulten rentables mientras se estudian mejoras para reducir la inversión inicial y los costos de producción. Mientras que en España se impulsaba el desarrollo de otras energías renovables con unas primas altas de más, las  retribuciones a la biomasa siempre fueron mucho más bajas por lo que no se ha permitido el desarrollo a gran escala perdiendo además la posibilidad de crear innumerables puestos de trabajo. Para más inri, si ya las ayudas para las 23 plantas que tenemos eran escasas, hace menos de un mes se anunció que se iban a reducir alrededor de un 50% las primas a la producción lo que conducirá inevitablemente al cierre de la mayoría de ellas.

A aquellos en cuyas manos está el desarrollo o la desaparición de esta solución: por favor, estemos a la altura de nuestros vecinos.


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