La dicotomía china
Quince días en Shanghai estudiando la cultura empresarial china y visitando empresas instaladas en el país, dan para mucho. Sobre todo para hacerse una buena idea de cómo funciona China en la actualidad y cómo ha llegado a convertirse en la potencia que actualmente es. Sin embargo, y sin menos preciar lo anterior, un simple vistazo, por ejemplo, a la ciudad de Shanghai es más que suficiente para hacerse una idea de cómo ha evolucionado China en los últimos años. Y quizá un buen adjetivo sería “descontroladamente” tanto por rápido como por desordenado.
El número de rascacielos supera con creces a lo que estamos acostumbrados en occidente, es más, Manhattan con todo su orden, parece en ocasiones quedarse a la sombra de Shanghai -por sorprendente que parezca para quienes no conozca ambas ciudades-. Las infraestructuras, con carreteras y puentes que en ocasiones alcanzan los cuatro niveles sobre la calzada a nivel de suelo. El inmenso número de centros comerciales o la cantidad de veces que se repiten las tiendas de lujo una y otra vez a lo largo de una misma calle. Todos estos son ejemplos que hoy por hoy, ni si quiera en Europa o Estados Unidos se dan. Poco más de 20 años de desarrollo económico han permitido que lo que en occidente se llama coloquialmente “capitalismo”, en China, ése término se quede pequeño. Y todo ello a pesar de ser un país comunista, donde El Partido lo es “todo”… menos igualitario.
Según los datos de los que presume el Gobierno chino, el número de ciudadanos que pertenecen a la clase media alcanza los 600 millones que sumados a los supuestamente 100 millones de ricos, alcanzan la cifra de 700 millones. Parecen muchos, sin embargo al otro lado quedan casi otros 700 millones de pobres y todo ello teniendo en cuenta que las cifras aportadas por la administración china sean ciertas.
En la zona este china se sitúan las más grandes y prósperas ciudades como Pekín, Shanghai, Guangzhouo o Hong Kong, quedando al oeste del país las zonas más pobres y subdesarrolladas como Qhingai, Xinjiang -a pesar de sus grandes recursos mineros- o el Tibet . Del mismo modo, las infraestructuras de transporte -ferrocarril y autovías- se distribuyen por el país con mayor densidad de este a oeste, siendo casi nulas en la región tibetana.
Así como en ciertas regiones la pobreza es un grave problema, en las zonas más prósperas el incremento de los salarios es otro. Son multitud de empresarios y trabajadores de grandes compañías multinacionales quienes repiten sin parar que regiones como la de Shanghai ya son no son rentables para atraer la inversión industrial extranjera. Es por ello, que esta inversión cada vez se realiza en zonas interiores, aunque a pesar de ello, las regiones del oeste aun están muy lejos de alcanzar estándares de inversión que revitalicen la economía lo suficientemente fuerte como sacar a la población de la pobreza –no está de más recordar que son cientos de millones-. Por tanto, en unas regiones ya no interesa invertir – a pesar de ser la renta media de $300- y en otras la inversión no llega a pesar de las bajas rentas per capita.
Los problemas de contaminación son otras de las grandes contradicciones chinas. Más del 70% de las aguas están contaminadas, dejando a 300 millones de personas sin agua potable. La contaminación supone un deterioro del medio ambiente que representa entre un 8% y un 12% del PIB del país. Por tanto un decrecimiento leve del incremento anual de China, representa a medio y largo plazo una economía deficitaria, en tanto a producción versus consumo. No solo éso, los planes quinquenales esperan cuadriplicar el PIB chino entre 2000 y 2020 a medida que mejoren las condiciones de vida de los ciudadanos, sin embargo, el crecimiento galopante de la contaminación en China ya es contraproducente para los ciudadanos. Es decir, más desarrollo -al menos hasta el momento- conlleva menor calidad de vida y mayor mortandad. Desarrollo económico contra calidad de vida o cómo distribuir la riqueza a costa de una salud precaria del conjunto. Aparentemente el problema medioambiental puede parecer lejano o exagerado desde occidente, pero sólo con echar un vistazo al cielo de las grandes urbes chinas más de un escéptico se sorprendería al comprobar que ni el sol se ve nítido y mucho menos el horizonte.
Otra cuestión relevante, es el modo de crecimiento del país, basado en una economía en la que cierto es que los sueldos crecen incluso hasta hacerlos poco competitivos, pero donde además la inflación es un gran problema -el impuesto de los pobres- que desgasta los salarios, en ciertas ocasiones por encima de los incrementos debidos a las reivindicaciones de los trabajadores. Por ejemplo, el incremento de los precios de los alimentos en 2010 fue del 10,3%. Más relevante, si cabe, sería el caso del precio de la vivienda, alcanzando valores del 13%.
Continuando con la dicotomía de la economía china, cabe destacar la situación macroeconómica del tipo de cambio fijo. Política monetaria ésta que aparentemente está enfrentada con el desarrollo económico del país. Por un lado, se controlan los tipos, pero por otro la economía china se integra más en una economía liberal -entendiéndose ésto como una minoración de las restricciones al comercio-. No cabe duda que el tipo de cambio intervenido otorga una ventaja competitiva a China, lo que permite que sus productos sean aun muy atractivos para las economías extranjeras. Sin embargo, esta cuestión debido al encarecimiento constante del Renminbi, China se aproxima o suavizar su futura -antes o después- implantación de una política monetaria de tipos de cambio flexibles ¿Qué pasará? Que la competitividad será menor aunque para cuando llegue ésa fecha los Planes Quinquenales del Partido suponen que la economía china habrá pasado de manufacturera a una producción tecnológica de alto valor añadido, por lo que la competitividad no se verá tan afectada. Además, una revalorización de la moneda china, reducirá el valor de sus reservas en dólares USD -China lleva muchos años financiando las importaciones de los EEUU para que con su dinero prestado compren la producción china-. Por tanto la disyuntiva está servida y parece que la solución llegará en el largo plazo y no antes.
Internet es otra de las cuestiones destacables del país oriental. Son decenas las restricciones al uso que impiden el acceso a sitios web de uso común en occidente. Es curiosa la situación de seguridad que se puede percibir en China donde el número de policías -a simple vista- es muy escaso y la percepción se seguridad muy alta así como el aparente ambiente de libertad que se respira al menos en una ciudad como Shanghai. Resulta, extraño que esa cierta libertad, esté restringida al uso de internet, con todo lo que ello conlleva. No sólo la libertad de expresión se ve cercenada por las restricciones sino que cuestiones como la competencia o las innovaciones tecnológicas quedan de lado, provocando ineficiencias económicas en una economía no muy desarrollada tecnológicamente. Por tanto, las implicaciones de las comunicaciones intervenidas ser pueden traspolar a otros ámbitos más estrictamente económicos que actúan en detrimento del desarrollo chino.
En definitiva, los contrastes del país chino son múltiples y de gran calado muchos de ellos. La planificación de la economía está permitiendo un crecimiento constante sin embargo surgen dudas de que cierta parte de ése crecimiento sea artificial, lo que provoque en el futuro una inestabilidad difícil de solventar en el país oriental. Y por ende en todo el mundo.