Contabilidad Avanzada. Fraude contable
El fraude contable se produce cuando un empleado de una empresa roba, traspasa y/u oculta el dinero. Puede ser cualquier persona de la compañía que tenga acceso de la contabilidad o al ámbito financiero de la empresa. El propósito del fraude puede ser para beneficio personal, para ocultar los errores del negocio o simplemente de la incompetencia de quién al final es el que lleva a cabo el fraude, es decir, para tapar su propia incompetencia en el ámbito financiero-contable.
El fraude más utilizado en empresas suele ser llevado a cabo por tres métodos más comunes:
- Cuentas a pagar
- Cuentas a cobrar
- Creación de empresas ficticias.
Todos ellos con el fin de extraer dinero de la empresa, con un objetivo fraudulento en beneficio de un tercero.
En la primera de ellas (cuentas a pagar) el fraude se produce cuando se roba dinero mediante la emisión de pagos por trabajos ficticios. Estos “pagos” se pueden realizar a los actuales trabajadores, proveedores, autónomos…etc. El proceso de este tipo de fraude es bastante simple, y muy frecuente en la sociedad española. Muchas veces incluso el fraude no va dirigido a engañar a la empresa sino a la administración pública, como por ejemplo, inflar las cantidades de IVA.
En el segundo tipo que hago mención en este post (cuentas a cobrar), el fraude implica la aceptación de pagos en efectivo de los clientes y no depositar el dinero en la cuenta bancaria de la empresa. En su lugar, una nota de crédito es emitida a la cuenta del cliente, de modo que no hay recogida de llamadas al cliente. Este método de fraude, que también es muy común en muchas compañías, o como decíamos en el párrafo anterior con la administración pública, puede ser identificado por la revisión de las anotaciones de crédito emitidas a los clientes y confirmar la razón por la que fueron emitidas, aunque este tipo de fraude suele ser bastante complejo para rastrear, ya que puede haber varias notas de crédito a varios clientes para ocultar la cantidad de dinero robado.
El tercer tipo de fraude del que hablo es de una magnitud mucho mayor que los dos anteriores. Este tipo de fraude, de creación de empresas ficticias, sólo es posible por los miembros de la alta dirección. Empresas ficticias se crean dentro de la corporación y el dinero se mueve alrededor a través de una compleja serie de transacciones.
El dinero es pagado a estas otras empresas relacionadas con el trabajo imaginario o servicios de consultoría que nunca sucedieron. Con frecuencia, la alta dirección o miembros de la propia familia de la alta dirección o consejo de administración aparecen ligados a estas sociedades ficticias. Este método se utiliza para eliminar grandes sumas de dinero durante un período prolongado de tiempo. Para buscar este tipo de fraude, he podido informarme que muchas veces se verifican los detalles detrás de cualquiera de las empresas relacionadas que reciben transferencias inter-empresa.
Hoy día, existen varios paquetes de software de auditoría disponibles para ayudar en la detección de fraude contable, para intentar frenar el fraude interno en contra de una empresa por parte de sus propios trabajadores ligados al ámbito financiero.
La manera más eficaz para detectar el fraude, es simple, por un lado tener capital humano dentro de la compañía con valores y que se sienta identificado con la empresa. De esta forma, si siente que la empresa es un vínculo directo con él, no robará a “su” propia empresa, se sentirá parte de ella y moralmente no será capaz. Y por otro lado, tener muy controlado todas las salidas de gastos e ingresos de la compañía, muy detalladas y especificadas. En el día de hoy todo esto es mucho más sencillo que antes gracias a todos los paquetes informáticos que existen para detallar todas las transacciones y ver de dónde vienen y dónde van.
Tras todo esto, vamos a ver algunos ejemplos conocidos de dichos fraudes:
Uno del ejemplo más actual y llamativo de los últimos años ha sido el de Enron. La mayor empresa distribuidora de energía ocultó durante años pérdidas millonarias hasta que quebró en diciembre de 2001. Sus pasivos ascendían a más de 30.000 millones de dólares. La empresa auditora Andersen resultó sospechosa de haber destruido documentos comprometedores. Las pérdidas de este fraude llegaron a los 63.400 millones de dólares.
Otro ejemplo es el de los laboratorios Merck, a mediados del año 2002 infló su facturación en 14.000 millones de dólares, pese a que dichos fondos correspondían a su subsidiaria Medco, encargada de proveer remedios a precios de descuento a varias cadenas de farmacia. Merck contabilizó en su columna de gastos los 14.000 millones de dólares para equilibrar las cuentas, pero el ingreso no le pertenecía y adoptó la cifra sólo para inflar las ganancias. Aunque este caso no se considera técnicamente un fraude, Merck vivió una tensa semana en Wall Street hasta poder aclarar la situación.