Agencias calificadoras de riesgo: el poder del miedo

 

Aunque vinculado al mundo de las finanzas, las agencias de calificación de riesgo se han convertido en uno de los elementos más presentes en las informaciones que los ciudadanos reciben día tras día. Sin embargo, su imagen dista mucho de ser considerada positiva y parece estar más bien construida sobre el  temor al  debilitamiento económico y la falta de confianza.

¿Qué es una agencia de calificación de riesgo?

Son entidades cuya misión principal es la de valorar o calificar determinados productos de carácter financiero para que los inversores puedan reducir la incertidumbre a la hora de realizar sus inversiones.

Las calificaciones tienen como propósito establecer un valor en torno al riesgo de impago y la solvencia del emisor a través de modelos econométricos como instrumentos. De este modo, se determina el potencial de carácter económico del sujeto que se analiza. Se informa de si la inversión realizada en un determinado producto financiero presenta riesgo, estudiando la posibilidad de que el inversor tenga garantizada el cobro de los intereses y pueda obtener su dinero cuando llega la fecha de vencimiento del producto.

Una rebaja en la calificación de un país por parte de una agencia, alimenta los miedos del mercado y, a la vez, los crea. Todo ello incide directamente en que los inversores, ante el temor de que sus inversiones no sean devueltas como se espera que lo hagan, deciden exigir mayores tipos de interés para, de este modo, garantizarse el cobro ante el riesgo adicional.

Falta de credibilidad

Las principales agencias de rating (S&P, Moody´s o Fitch) son cuestionados debido a la sospecha de que no están basados en la disposición de todos los datos necesarios para evaluar los productos financieros. Además, los modelos que emplean son desconocidos y se cree que atiende a valoraciones interesadas.

Cabe destacar como la efectividad de dichas agencias ha sido puesta en entredicho en más de una ocasión. La primera de ellas fue en 1994 cuando ninguna agencia anticipó la crisis de Venezuela. Más reciente fue la quiebra de Enron, compañía que fue calificada como muy segura cuando en realidad adeudaba pérdidas millonarias. En la misma línea, se encuentra el caso de Lehman Brothers que fue calificado como muy solvente tan sólo un par de días antes de hundirse. Y, por supuesto, el episodio en el que la agencias no pudieron ni sospechar la mina de oro falsa que vendía las hipotecas subprime y que acabaron desembocando en la crisis económica actual.

Contribuyendo a la inestabilidad financiera

Las agencias beben de los temores del mercado e, incluso, se anticipan a ellos creando ciertas predicciones que, finalmente, llegan a convertirse en realidad. De hecho, En los últimos tiempos, hemos podido observar como los países periféricos de la eurozona han ido sufriendo constantes reducciones en la calificación de su deuda y provocando el temor en los mercados una vez que las agencias advertían  las posibles  rebajas de sus notas. Pero, ¿hasta qué punto afecta la una reducción de la calificación en el resto del continente?

Una mala calificación posee un efecto arrollador en un continente con un mercado de deuda tan integrado como el de la eurozona. Pese a las altas calificaciones de las que disfrutan países como Alemania o Austria, los cimientos financieros se  ven afectados en su conjunto por la posesión generalizada de deuda de todos los países que integran la zona. Por tanto, una rebaja incide directamente sobre el conjunto afectando a la solvencia de cada país produciéndose un efecto dominó.

¿Quién supervisa las acciones de estas agencias?

La influencia de las agencias calificadoras está incidiendo directamente en la marcha de los mercados. ¿Hasta qué punto son fiables teniendo en cuenta que algunas de ellas puntuaban con sobresaliente a empresas como Enron, Lehamn Brothers o AIG días antes de su caída? Los mismos que calificaron con “AA” a una empresa que 3 días después se hundían, ahora califican a los países tocando sus cimientos y creando espirales de incertidumbre.

A partir de todo ello, cabría preguntarse:

¿Quién califica a las agencias para determinar el grado de fiabilidad de sus análisis?
¿Son verdaderamente reales las calificaciones que realizan o están sujetas a algún tipo de interés o chantaje por parte de terceros?


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