PAPEL DEL DIRECTIVO EN LA CREACIÓN DE VALOR PARA EL ACCIONISTA

Partimos de una manera concreta de entender el valor, es decir, nuestro punto de partida es que entendemos el valor en su dimensión o vertiente económica. En los últimos tiempos es razonable pensar que al respecto de lo que nos ocupa, la ortodoxia teórica se refiere por encima de todo al valor para el accionista desde un punto de vista estrictamente, o mayoritariamente económico. Si entrásemos a definir lo que es el valor, lo que puede considerarse como valor, o lo que una empresa puede proponer a un accionista como valor, podríamos quizá generar discursos alternativos, variados, múltiples y multiformes. En todo caso, por el momento abordaremos el tema desde esta ortodoxia, desde una aproximación basada en el incremento de la rentabilidad económica de las inversiones.

Desde esta lógica, el objetivo último de una empresa es conseguir la máxima rentabilidad de los capitales invertidos en ella misma. Nótese que no se trata tanto de maximizar la obtención de un beneficio absoluto, como de maximizar las cifras que se desprenden de la relación entre los beneficios obtenidos y los capitales invertidos.
En este proceso quedará definido, desde la propia viabilidad de la empresa, hasta la riqueza que la misma es capaz de generar en un momento determinado.
En la vida de una empresa, en innumerables casos, existe un actor muy importante de cara a garantizar la viabilidad de la organización: nos referimos al accionariado.
El accionariado invierte sus recursos monetarios en una empresa (en función de una serie de parámetros) dotando a esta de un capital con el que poder realizar nuevas inversiones, emprender nuevos proyectos, continuar creciendo, etc. A cambio el accionista adquiere una serie de derechos económicos y políticos sobre la propia empresa, y en gran medida sus derechos económicos coinciden con la esperanza y la intención que presidieron su inversión: obtener un beneficio a través de la rentabilidad de sus acciones, por lo que aquello que el accionista desea es conseguir la máxima rentabilidad posible por sus acciones.
A partir de todo lo anterior, parece claro que el directivo, sobre todo el directivo financiero juega un papel crucial en la creación de valor económico para el accionista. En realidad se trata de una labor global, donde todos los departamentos de una organización están involucrados y juegan un papel activo, pero el directivo financiero, en la medida que se trata de generar un valor económico, juega un papel muy relevante.
A grandes rasgos, desde un punto de vista integrado y de cara al accionista, parece lógico comenzar asentando firmemente la estrategia a seguir por la empresa, en paralelo a una buena política de comunicación de cara al accionista. Nos referimos a analizar las fortalezas y debilidades de la empresa, a detectar las oportunidades, a definir los objetivos y a detectar los posibles puntos de creación de valor por una parte; por otra parte, en relación con las políticas de comunicación, es muy importante transmitir desde el primer momento y de forma clara cuáles son la visión y la misión de la organización, cuáles son las expectativas reales que se pueden ofrecer a los accionistas, comunicar hasta qué punto, por qué medios y cuál es el compromiso de crear valor por parte de la organización, y finalmente establecer criterios de transparencia y de respeto de los códigos éticos y crear cauces de comunicación fluida en la doble dirección interna y externa. Estos son quizá los primeros pasos para comenzar a generar valor de cara al accionista.
En otro orden de cosas y desde la dimensión estricta de la dirección financiera, la generación de valor exige un buen funcionamiento general del sistema de gestión financiera, lo cual implica la optimización de los costes de capital, la racionalización del capital, la fluidez comunicativa interdepartamental (lograr que todas las actuaciones sean comprendidas por los otros departamentos) y la introducción en la organización de una cultura del valor económico añadido. Además de lo anterior, la gestión financiera debe estar alineada con la estrategia y los objetivos que previamente se habían definido y comunicado a los accionistas, de tal modo que las operaciones de inversión y financiación tengan coherencia y además sean capaces de generar una rentabilidad por encima de los costes de capital. Una correcta evaluación de los riesgos, un correcto análisis del sector, una correcta asignación de recursos, una reducción de los costes de producción, un aumento de la productividad, acometer proyectos con una rentabilidad mayor a sus costes de financiación, eliminar actividades con una rentabilidad inferior a sus costes de capital o un posicionamiento competitivo en el sector son otras cuestiones que deben ser tenidas en cuenta en el proceso de generación de valor.
De todos modos, el proceso de creación de valor económico para el accionista no puede circunscribirse únicamente al departamento financiero de una organización, y mucho menos en una organización empresarial actual. El proceso de generación de valor debe ser puesto en relación con una visión integral, interdepartamental, donde cada pieza juega un papel importante en la consecución del objetivo principal y final.
De este modo se pueden señalar diferentes actuaciones que los directivos de los diferentes departamentos deberían tener en cuenta para contribuir positivamente al proceso de generación de valor para el accionista.
A este respecto podemos aportar varias sugerencias:
– Dirección estratégica: Detectar las estrategias que sean capaces de generar mayor rentabilidad; garantizar la integración de las operaciones.
– Marketing: Explotar el valor de la marca, rentabilizar la identidad de la organización, mantener el valor reputacional, detectar los productos que general más valor.
– Recursos humanos: Adaptar los incentivos a la creación de valor, atraer y retener el talento, conseguir que el directivo empatice con el papel del accionista
– Operaciones: Determinar las mejores opciones de cara a la producción y a la calidad del producto, equilibrar la relación entre la calidad y la maximización del valor, equilibrar el servicio al cliente y la gestión de inventarios.
– I+D: La innovación genera valor, la innovación es una ventaja competitiva, la innovación satisface nuevas necesidades del cliente, la innovación es una estrategia.


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