De Sur a Norte

Según el informe de Desarrollo Humano 2009, dedicado a la movilidad, cada año, casi 190 millones de personas se convierten en migrantes. Esto quiere decir, llevado a cifras porcentuales,  que casi el 3% de la población actual se desplaza con una clara intención migratoria. Otro dato de los que aparece es que a finales del siglo XIX, prácticamente todos los migrantes eran hombres, y hoy, prácticamente la mitad de todos los desplazamientos migratorios está compuesto por mujeres. Pero aún además de estas cifras de flujo humano, más personas, tanto en el país anfitrión como en el de origen, se ven afectadas por el desplazamiento de estas migraciones  gracias al flujo de dinero, ideas y conocimiento, como asegura el informe de Desarrollo Humano 2009. Además de estas ideas y de otras conclusiones, el informe destaca que los más pobres tienen coartadas sus iniciativas de desplazamiento debido a la necesidad de una riqueza mínima y de relaciones que le permitan marchar a otros destinos.  Lo más curioso y que debería de sorprendernos, como es mi caso, es que a pesar de todos estos cambios y aumentos en el número de personas desplazándose, las brechas entre ingresos continúan aumentando. 

No podemos entender hoy los desplazamientos migratorios sólo en un marco meramente económico sino que son la suma de diversos factores, aunque el móvil fundamental sea la búsqueda de nuevas oportunidades, constituyendo la Movilidad un aspecto fundamental del desarrollo humano y el mismo movimiento una expresión natural del deseo de las personas a elegir cómo y dónde vivir. Sorprendentemente, existe un gran desconocimiento, por parte de los países, sobre los desplazamientos de las personas y las frecuencias migratorias, su tendencia y su carácter. Y sin embargo, los países tienen un gran control sobre el mercado de productos asociados a exportaciones y al flujo de capital a nivel internacional.  Además dentro del control de la migración, con las características reseñadas, no existe como tal algún tipo de control de la migración irregular, mal llamado censo de los migrantes irregulares, ni siquiera un cómputo medianamente exacto de la sobrestadía, vía por la que mayoritariamente se convierte el migrante legal en irregular.

El informe hace hincapié en que la gran proporción en el desplazamiento no está ligada a los más pobres y que la mayoría del desplazamiento tiene lugar entre países de la misma categoría de desarrollo.  Lo que se llama la corcova de la migración que se da en los individuos no básicamente pobres que pueden llegar a reunir un mínimo de riqueza (llamémosla, de activación) que les permita acceder a los medios para poder desplazarse al país de destino. Es decir, que ser extremadamente pobre hace incluso que no puedas plantearte la opción de migrar para poder cambiar, aunque sea levemente, tu estatus. Por otra parte, como contrapartida a la que alude el informe, es que la restricción que los migrantes suelen encontrar,  a nivel general y en el ámbito internacional, son las barreras políticas. Nada menos que un tercio de los países restringen derechos migratorios.

Ante estas situaciones y hechos que nos están ocurriendo cabe que me pregunte  algunas de las siguientes cuestiones: ¿En qué medida se desplazará la población en las décadas venideras? ¿Qué otros factores propiciarán los flujos masivos de personas? ¿Los desplazamientos migratorios ocurrirán de manera intermitente o de manera más continua y  acuciantes?  ¿De qué manera ayudará el flujo mundial de personas a una mejora en el reparto general de la  riqueza y su relación con el PIB per cápita? ¿Qué actitud será la aplicada por los gobiernos en cuanto a las políticas fronterizas? También, y en relación a los modelos de predicción de los futuros movimientos migratorios, hemos caído en la cuenta de que estos movimientos no son motivados exclusivamente por factores económicos, por lo que cabría cuestionarnos si existen factores decisivos desconocidos que entorpecerán nuestra predicción erróneamente.

De manera novedosa, aparece un factor clave del que empieza a tomar cada vez más importancia y que influirá de manera decisiva en los próximos lustros sobre los movimientos migratorios: el factor ambiental y el cambio climático. Por una parte, es conocido que los desplazamientos causados por cambios climáticos, bien permanentes o estacionales, han acompañado al hombre a lo largo de la historia. Por ejemplo, el pastoreo de trashumancia y la búsqueda de tierras más fértiles. Pero quizás el factor actual ambiental que ahora observamos tenga un impacto más fuerte y decisivo de lo que podamos prever. Debido al sostenido calentamiento del planeta, elementos tan básicos como rendimiento en la agricultura o disminución de caudal en los ríos propiciarán desplazamientos a otros lugares donde se palien estas deficiencias. Es un hecho constatado que el nivel del mar está subiendo, pudiéndose pronosticar que el aumento del nivel del mar afectará de forma masiva a personas que viven en zonas costeras. Este escenario sugiere que si el mar alcanza un aumento de 1 metro, alrededor de 145 millones de personas deberían desplazarse de manera inmediata.  El cambio, si es continuo, podría sobrellevarse desde las propias comunidades afectadas y la migración, si es de forma estacional o permanente, estaría estratificada y no afectaría por completo a toda la población de la comunidad. Aunque estos fenómenos asociados al clima no sólo tienen una perspectiva consecuencial desde el punto de vista de migración, piden soluciones inmediatas y anticipadas que no agraven el estado de equilibrio natural del planeta de cara a las futuras generaciones. La fotografía actual que plasma la situación migratoria en nuestro mundo indica, como se afirman en los congresos mundiales celebrados sobre esto (recuérdese, por ejemplo, la cumbre de Copenhague) que el desplazamiento de personas refleja la necesidad de mejorar los elementos de sustento encontrándose restringido por barreras normativas económicas, más difíciles de superar por los más pobres que para aquellos algo mejor situados y que la presión para aumentar los flujos crecerá en las siguientes décadas frente a la divergencia en las tendencias económicas y demográficas. Para terminar, lanzo de nuevo, con el escenario que se vislumbra para el futuro a medio o largo plazo, la siguiente reflexión: por una parte, si la inmediatez de la información que trasiega de un punto a otro del planeta influirá en la misma medida para acelerar desplazamientos migratorios y en pro de la suerte de los migrantes y, por otra parte, si la inercia popular de la necesidad misma de migrar seguirá por derroteros poco correlacionados con la sorprendente y activa capacidad tecnológica de la era, nuestra, de las comunicaciones.


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