La explotación de fuentes de energías fósiles o no renovables, como el petróleo y el gas natural, ha sido durante los últimos cien años un elemento clave en el desarrollo de la humanidad. Sin embargo, la sobre-explotación de estas ha llevado a su progresivo agotamiento acompañado de problemas medio ambientales con repercusiones negativas y probablemente irreversibles. La necesidad continua de nuevas fuentes de energías para enfrentar el aumento de la población y el nivel de vida, ha sido un motor impulsor para el desarrollo de las energías renovables y su creciente penetración en el mix energético.