La ética de la empresa en Estrategia

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Wikilibro: Estrategia > Capítulo 2: Objetivos estratégicos

Sección 4

La ética de la empresa
La ética apunta, esencialmente, hacia la búsqueda del modo correcto de vivir la vida humana. En nuestro caso particular, la ética empresarial buscaría el modo correcto de desarrollar la vida de la empresa. Fácil de decir, muy difícil de aplicar. Para empezar, tendemos a relativizar el concepto de lo “que es ético” y lo que no lo es (en el fondo, “lo que está bien” y “lo que está mal”). Incluso hay quien defiende que es “imposible encontrar unos mínimos éticos aplicables al conjunto de todos los seres humanos” o quien basándose en el utilitarismo a ultranza define el bien como “la obtención del mayor grado de bienestar para el mayor número de personas al menor coste”.

La ética en la empresa

Intentemos centrar el tema en nuestro entorno socio-económico y en la época actual, para conseguir salir de este embrollo de forma más o menos elegante, y sin pretender en ningún caso establecer estándares de ética empresarial. Todos podéis entender que las condiciones de trabajo en España, hoy, no son asimilables a las de un país subdesarrollado cualquiera, como tampoco lo son a las que teníamos hace cincuenta años. Ejemplo: nosotros nos podemos plantear si es ética la utilización de los medios de la empresa (teléfono, fax, fotocopias, etc.) para fines privados (ajenos al negocio). Y si en vez de su utilización excepcional, la cosa se convierte en costumbre?. Los trabajadores del tercer mundo no pueden hacerse esas preguntas, como no pueden reclamar cinco semanas de vacaciones ni pensar si es ético talar sus árboles.

Indudablemente, no es fácil adaptar las exigencias éticas a las circunstancias socio-económicas actuales. El empresario no sólo tendrá que abordar la pregunta de si emprender tal o cual acción es éticamente correcto, sino si el competidor lo hará si yo no lo hago. En este entorno, absolutamente habitual, la ética ha de considerarse una necesidad y no una herramienta de gestión. Pasa a ser parte integral de la cultura de la empresa, y de su posicionamiento en el mercado. Los clientes, proveedores, competidores y agentes del entorno saben (...y valoran...) que la empresa se comporta, y se comportará, con determinado estándar.

Desde la óptica de la dirección estratégica de la empresa, la ética afecta a dos aspectos principales: la misión y los objetivos. Respecto a la misión está claro que no es éticamente correcto dedicarse a actividades dañinas, o situadas en los márgenes de la ley. Tan correcto es tener un bar como “fomentar el consumo responsable entre sus clientes”. Lo mismo aplica a un gimnasio y el consumo de sustancias dopantes y a todos los ejemplos que se os puedan ocurrir (los hay infinitos). En cuanto a los objetivos, ya hemos comentado varias veces en estos párrafos la necesidad de la participación de todos, para disminuir y atemperar el conflicto de objetivos que es consustancial a la vida de la empresa.

Desde la óptica de la operativa diaria, podríamos distinguir dos ámbitos de la ética empresarial: el externo y el interno.

En el ámbito externo, la empresa ha de respetar las normas básicas en la relación con sus proveedores y clientes (limpieza), así como en lo que respecta a publicidad, folletos y material promocional. Entra también dentro de este apartado la participación accionarial de los directivos y empleados en empresas de la competencia, proveedoras y asociadas. En el interno, es destacable el obligado respeto a la legislación laboral, por parte tanto de empresa como de los trabajadores, y el respeto a las normas internas de funcionamiento de la empresa.

Antes de terminar, un comentario respecto a uno de los temas más espinosos relacionados con la ética empresarial: la responsabilidad de los directivos en tiempo de crisis. Los directivos tienen la responsabilidad de decidir el futuro de la empresa, y en ocasiones la dinámica competitiva les lleva a situaciones en las que se ven obligados a tomar decisiones extraordinariamente dolorosas (reducciones selectivas de personal, traslados masivos, etc.). En esas circunstancias den dejar patente cual es el nivel ético de la empresa, en beneficio tanto de los que se van, como de los que se quedan, de sus clientes y de sus proveedores.

No podemos olvidar que, aunque no es posible ni somos quién para determinar “estándares de ética”, una empresa con ética laxa será reconocida como tal en su entorno competitivo, y acabará trabajando con clientes más laxos aún que ella, y que en lo último que pensarán será en hacernos la vida un poco más fácil. En cualquier caso, resulta extraordinariamente comprometedor opinar de este asunto, en un país con más del 23% de economía sumergida (supera el 30% en varias regiones españolas). Este es uno de los temas en los que el corazón pesa tanto como la cabeza, y está claro que cada vez que hay malos tiempos, la economía sumergida crece…..no hay remedio.

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