Introducción a la rehabilitación sostenible en Construcción sostenible
Wikilibro: Construcción sostenible > Capítulo 3: Rehabilitación |
Sección 1
Rehabilitación frente a habilitaciónEl primer comentario, se referiría al uso del término “Rehabilitación” para hablar de la Rehabilitación Energética o la Rehabilitación con Criterios de Sostenibilidad. Según el Diccionario de la Real Academia de la Lengua Española: REHABILITAR: HABILITAR DE NUEVO O RESTITUIR UNA PERSONA O COSA A SU ANTIGUO ESTADO. Es evidente que un edificio renovado para conseguir mayor confort, preparado para el aprovechamiento de las condiciones medioambientales y de las energías como la solar pasiva o la ventilación natural, y para menos consumo de energías no renovables, y que en su funcionamiento sea menos contaminante y más sostenible desde todos los puntos de vista, incluido el social, no ha sido restituido a su antiguo estado, sino que ha acabado en mejores condiciones que las iniciales. Quizá entonces sería mejor usar el término: HABILITAR :HACER A UNA PERSONA O COSA HÁBIL O CAPAZ PARA AQUELLO QUE ANTES NO LO ERA. Pero como en estos momentos hay multitud de publicaciones y documentos en que se usa “Rehabilitación”, la usaremos, aunque creemos que reduce el sentido de innovación que las acciones de renovación energética y sostenibilidad aplicadas a los edificios existentes pueden ofrecer. |
La re-habilitación en el contexto de la sostenibilidadAnteriormente la atención a la habitabilidad de la tierra se relacionaba principalmente con el cambio climático, con las variaciones en temperaturas y otros fenómenos atmosféricos derivados del aumento del CO2 ; actualmente el panorama se ha ampliado y se observan otros extremos. Aunque se sigue atendiendo al cambio climático, hay otros procesos que afectan a la sostenibilidad de la vida humana y que en algunos casos exceden con mucho unos márgenes de seguridad, si alcanzan límites peligrosos. Los límites, según lo últimamente desarrollado por Jonathan Foley (2009), serían los siguientes: • Pérdida de biodiversidad • Ciclo del nitrógeno • Ciclo del fósforo • Cambio climático • Uso del suelo • Acidificación del océano • Consumo de agua dulce • Destrucción del ozono estratosférico De estos límites, según Foley, se han superado 3: - El de la pérdida de biodiversidad: medida por tasa de extinción de especies por millón y año, propuesto en un límite 10, cuyo valor actual es >100 - El del ciclo de nitrógeno: medido por la extracción antrópica de la atmósfera en millones de toneladas al año, propuesto en un límite de 39, cuyo valor actual es de 133. - El del cambio climático: medido en concentración de CO2 en partes por millón, propuesto en un límite de 350, cuyo valor actual es de 387. Los nueve límites que se indican, todos ellos, tienen relación con las actividades edificatorias y urbanísticas. Ampliando el cuadro en que Foley resumía sus ideas, añadiendo a las 3 columnas de: “proceso ambiental”, “consecuencias por exceso” y “posibles soluciones”, una cuarta columna conteniendo “aplicaciones de soluciones en urbanismo y edificación”, se pueden observar las numerosas acciones que deberían implementarse, se reflejan en rojo los límites superados y las posibles mejoras que pueden implementarse desde la rehabilitación (Foley, 2009).
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La re-habilitación sostenible en su proceso y su desarrolloDe las muchas posibles definiciones de `rehabilitar', una especialmente abarcadora es «hacer habitable aquello que no lo es» (Ramón, 1985:83), o de forma más matizada restaurar la habitabilidad perdida, dado que de un modo u otro todo sufre un deterioro con el tiempo, y también, los valores de lo habitable evolucionan. Es decir, existe un plano físico en el que hay que enfrentar el deterioro (incluso en una sociedad estática), pero también existe un plano humano, en el que los valores cambian. En este último plano cabe situar las exigencias sobre la sostenibilidad, exigencias que desde las Cumbres de Río y Kyoto han llegado a plasmarse en acuerdos internacionales y que han dado pie a lugares comunes (desarrollo sostenible, etc.). (de Luxán et al. 2010) Debido a ese doble plano de la rehabilitación, la sostenibilidad presenta al menos dos facetas netamente diferenciadas respecto a ella. En primer lugar, el carácter sostenible de la rehabilitación per se. En segundo lugar, los aspectos que permiten calificar a las técnicas constructivas utilizadas en la rehabilitación como sostenibles (por contraposición a aquellas otros que no lo son). El carácter sostenible de la rehabilitación como opción en la política urbana y de alojamiento ha sido teorizado frecuentemente y, en ocasiones, en contraposición con la obra nueva. Así, el catedrático Gunther Moewes afirmaba: “Básicamente, sólo existen tres procesos que pueden conducir razonablemente a reducir las necesidades energéticas o la carga sobre el medio ambiente: la rehabilitación de edificios existentes; la sustitución de antiguos edificios ecológicamente despilfarradores por nuevas formas de bajo consumo y el cierre de intersticios entre edificios”. (Moewes, 1977) En la sintética afirmación de Moewes hay varios aspectos que conviene separar a fin de verlos con claridad: En la Unión Europea, con una crecimiento demográfico pequeño, y con amplios parques de viviendas, la calificación de nuevo suelo para urbanizar y edificar supone siempre un despilfarro, incluso aun cuando se utilicen técnicas constructivas ecológicas. El componente principal del consumo energético de la edificación es el debido al uso cotidiano del edificio. Por ello puede merecer la pena sustituir edificios despilfarradores. En general, el despilfarro en un edificio se produce cuando se dan dos condiciones: uso intensivo de instalaciones (calefacción y acondicionamiento de aire, alumbrado, etc.) junto a un comportamiento extremadamente disipativo del edificio (por ejemplo, edificios sin aislamiento y/o sin inercia térmica). Raramente se da el despilfarro sin ambas condiciones simultáneamente: incluso una vieja catedral gótica cuenta con inercia térmica, además de no disponer de calefacción con que despilfarrar. El segundo componente por importancia de dicho consumo energético es el coste energético de fabricación (del orden de un 20% del consumo anterior, cf. Jaques, 1996; Vázquez, 2001). Su incidencia está fuertemente ligada a la durabilidad: una duración doble rebaja su incidencia anual a la mitad; pero una duración mitad, la aumenta al doble. En España, con periodos de renovación del parque edilicio notablemente más cortos que en el resto de Europa (Naredo et al., 2000), este componente ha aumentado en las últimas décadas. Esta tendencia es especialmente acusada en lo que se refiere a algunas infraestructuras urbanas: por ejemplo, en el ferrocarril metropolitano de Madrid, la vida útil de los revestimientos de las estaciones ha disminuido a unos diez años y, como consecuencia, la innecesaria `sustitución' de tales revestimientos está propiciando un fuerte despilfarro. Finalmente, y en lo que se refiere a las infraestructuras urbanas de todo tipo, su incidencia en el consumo energético computable para la superficie edificada no depende sólo de su durabilidad, también de la superficie servida. De ahí, el último proceso apuntado por Moewes: la rehabilitación de una estructura urbana compacta, a fin de suprimir suelo ya urbanizado ocioso en forma de solares. En este mismo apartado cabe mencionar el caso de la vivienda vacía en los centros urbanos (Naredo et al., 2000: cualquier política cuyo resultado sea la reentrada de tales viviendas en el mercado inmobiliario (ya sea de venta como primera residencia o de alquiler) tiene como resultado neto la rehabilitación de la estructura urbana y, vía el aumento de su eficiencia, la reducción de su impacto ambiental En el análisis anterior han confluido distintos autores (véase Vázquez, 2001 para una referencia más amplia), y es recogido por legislación reciente (véase, por ejemplo, la Ley de Ordenación del Territorio y Protección del Paisaje de la Generalitat Valenciana, 2004); de manera que el consenso teórico es amplio. Las conclusiones que cabe extraer para los objetivos de este documento son: La rehabilitación debe entenderse como un proceso sostenible siempre que:
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El patrimonio construido como `residuo'La cualidad de residuo, al revés que otras propiedades físicas, es una propiedad emergente. Quiero esto decir que no se trata de una propiedad intrínseca del objeto considerado, sino de una propiedad de las relaciones económicas que se establecen sobre ese objeto en un momento determinado. Así, desde el momento en que se decide derribar un edificio, lo que antes había sido un patrimonio material y energético se convierte en un residuo que hay que eliminar del lugar, abatiendo en el proceso su más o menos acusada toxicidad. Si en el solar resultante se construye un nuevo edificio, una contabilidad abarcadora debe incluir en los costes físicos de la nueva edificación los costes asociados al abatimiento de la antigua. La operación sólo puede ser ecológicamente rentable cuando la nueva edificación conlleva costes físicos de fabricación notablemente bajos (`revolución tecnológica') junto a costes físicos de uso también más bajos que en la edificación sustituida. En la situación actual en España este balance es, en general, desfavorable para la nueva edificación por varios motivos: La industria de la construcción de nueva planta en España evoluciona hacia técnicas más intensivas energéticamente y con menos mano de obra por unidad de producto, de modo que el coste energético de fabricación tiende a crecer. La fracción del coste energético de fabricación asociado a la estructura y otras partes del edificio sin incidencia significativa en su eficiencia energética (soporte del edificio) se sitúa por encima del 50% (Mardaras y Cepeda, 2004, lo que significa que en la sustitución de un edificio por otro se destruye, para volver a construirlo, como poco la mitad del patrimonio construido, sin que tal gasto energético pueda tener contrapartida en una disminución del consumo energético durante el uso. La cifra del 50% cuadra razonablemente bien con los costes estimados de mantenimiento de edificios para una vida útil de 50 años (Jaques, 1996); por tanto, con una inversión como mucho mitad de la necesaria para una nueva edificación, puede rehabilitarse la antigua con el objetivo alcanzar similar eficiencia energética durante su uso. La consideración del coste energético del derribo y abatimiento de los residuos producidos inclina aún más el balance a favor de la rehabilitación. Al hacer la evaluación medioambiental de un derribo, habría que tener en cuenta los siguientes aspectos:
Para la evaluación de la sustitución por edificación nueva, habría que añadir a los anteriores aspectos, los siguientes:
En la nueva edificación, también con tipología de bloque, se puede prever que la proporción en el gasto energético por capítulos del presupuesto es (Mardaras y Cepeda, 2004):
Se ha cuantificado a partir de la de los materiales habituales utilizados en viviendas y de la cuantificación del tiempo de uso de maquinaria para manipulación y transporte de los materiales en obra y de la mano de obra. No se han cuantificado energéticamente el costo de mecanismos ni instalaciones electrónicas. En una rehabilitación podemos suponer que se mantiene la estructura y al menos el 50% de la albañilería, y que el resto se cambia. Por tanto, la rehabilitación permite ahorrar respecto a la obra nueva un 42,25% (estructura), más 0,5 •23,75% (albañilería), es decir, un 54,125% del total invertido en obra nueva. Y se trataría de una reforma que, en todo caso, permitiría mejorar la eficiencia energética del edificio antiguo a los estándares actuales. El gasto energético de la obra nueva se ha estimado por los mismos autores en 2.944 MJ/m2 de superficie construida (o bien 0,07 tep/m2). Por lo que el ahorro energético de la rehabilitación puede estimarse en 2.944 MJ /m2 x 54,125 %, 1.593 MJ /m2 (o bien 0,038 tep/m2). Para el edificio del ejemplo anterior, el ahorro supone unas 23 toneladas equivalentes de petróleo (956GJ). En consecuencia: * Rehabilitar es siempre más sostenible que cualquier modo de edificar nuevo
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La organización para la puesta en obraEn la obra nueva: La adecuación y reorganización que cabe irse planteando en la puesta en obra, implica la apreciación de las mejoras en rendimientos de maquinarias y su diseño, y un mayor cuidado en el tratamiento provisional y temporal de las condiciones naturales del entorno afectado. En la re-habilitación ha que conseguir:
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En conclusiónRe-habilitar con criterios de sostenibilidad un edificio de viviendas, manteniendo los muros y forjados, aunque se cambie la tabiquería interior, se sustituyan todas las carpinterías, se le dote de aislamientos y se le cambien las instalaciones, supone un ahorro energético y de contaminación del 60% aproximadamente frente a la construcción de otro nuevo. Las posibilidades de ahorro de energia en el consumo para climatización, en edificios rehabilitados, es del 60% del consumo actual, con la consiguiente disminución de contaminación derivada. La re-habilitación minimiza los problemas de desarraigo e insostenibilidad social de poblaciones con carencias económicas. La re-habilitación implica procesos, sistemas y modos de actuar diferentes a los de la construcción de nuevas edificaciones. España es el país de la unión europea con el mayor número de viviendas por habitante, 600 por cada mil ciudadanos frente a las 450 de media que registra el conjunto de países europeos. En España tenemos más de 3.000.000 de viviendas vacias. Re-habilitar lo ya existente, supone actuar sobre 23.000.000 de viviendas en españa; es hoy la mayor propuesta edificatoria sostenible. En la actualidad, hay que entender la rehabilitación del patrimonio de vivienda ya edificada, como un modo de ahorro global de energía y materiales y un recurso de adecuación medioambiental prioritario. HAY QUE PROPONER LA HABILITACIÓN SOSTENIBLE DE LOS EDIFICIOS EXISTENTES, COMO PROYECTOS DE INNOVACIÓN E INVESTIGACIÓN TÉCNICA Y FORMAL |
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