Resumen
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Aunque se suele hacer más hincapié en los … Aunque se suele hacer más hincapié en los aspectos sociales y medioambientales de la responsabilidad social y sostenibilidad empresarial, también las buenas prácticas tienen un componente claramente económico, aunque en ocasiones, éste dé resultado a largo plazo. También es cierto, que la apreciación de los beneficios económicos no siempre es fácil de medir y/o identificar con acciones concretas.
Es por esto que, incluso, la motivación principal para adoptar una buena práctica de responsabilidad social y sostenibilidad puede ser la económica.
'''Reducir el coste de capital'''
Tradicionalmente una empresa tiene dos formas de financiar sus actividades, la financiación propia de sus socios/accionistas, o la financiación de terceros normalmente a través de préstamos.
El coste de capital es un concepto financiero y se refiere al ‘retorno’ que espera un inversor de su inversión en una empresa. Si se trata de un accionista, el retorno se calcula como el porcentaje que representa el dividendo pagado dividido por el precio al que el inversor paga por sus acciones. En el caso de un préstamo es el tipo de interés que la empresa tiene que pagar a quien le ha prestado el dinero.
Tanto el dividendo para un accionista como el tipo de interés para el prestamista, dependerá de la evaluación de cada uno de los riesgos asociados.
Las buenas prácticas de responsabilidad social y sostenibilidad están valoradas positivamente por inversores y accionistas porque conllevan una reducción de riesgos, que a su vez es lo que determina el retorno que exigen de la empresa.
Además, hay inversores y accionistas que también exigen un retorno inferior porque tienen en cuenta los beneficios sociales y medio ambientales de la actividad empresarial. El [http://Momentum%20Project%20de%20BBVA Momentum Project de BBVA], cuyo objetivo es captar inversores para emprendimientos sociales, es un ejemplo de esto.
'''Aumentar ingresos'''
La satisfacción de los clientes es un elemento clave para la competitividad de cualquier empresa. La clientela, de manera tradicional espera de las empresas que proporcionen productos y servicios de calidad, seguros y que satisfagan sus expectativas, que sus acciones publicitarias, comerciales y contractuales sean responsables, eliminando cualquier tipo de práctica engañosa, que presenten, y si es el caso, un servicio post venta, para admitir, tramitar y registrar sus reclamaciones.
La incorporación de los clientes como grupo de interés amplía las consideraciones a tener en cuenta en el desarrollo de la relación con los mismos. Considerar los impactos sociales, ambientales y económicos de los productos y servicios ofrecidos permite identificar nuevas oportunidades de negocio además de diferenciar dichos productos y servicios con un valor añadido más allá de las tradicionales variables de relación calidad-precio, permitiendo aumentar directamente la competitividad y los ingresos de la empresa.
Por otro lado, participar activamente en el desarrollo de la RSE interna de los clientes es también un factor de competitividad muy importante, especialmente si los clientes son grandes organizaciones con procesos de homologación de proveedores que discriminan positivamente aquellos proveedores con estrategias de RSE implantadas o administraciones públicas, que en los procesos de adjudicación de contratos están incorporando de forma progresiva criterios sociales y ambientales.
'''Reducir costes'''
Una falsa creencia sobre la responsabilidad social y sostenibilidad empresarial es que cuesta dinero. Es cierto que, para conseguir algunos de los beneficios, se requiere hacer cambios y para ello hace falta un esfuerzo añadido, a veces inversiones adicionales también, pero a la larga, todos reportan un retorno positivo para la empresa.
La extensión de los compromisos a través de las relaciones comerciales hace referencia a la inclusión, además de los clásicos parámetros de calidad y precio, de parámetros ambientales y sociales en el proceso de homologación de proveedores y subcontratistas haciendo así extensivo el compromiso de RSE de la organización contratante. La gestión responsable de la cadena de suministro, a la larga, reporta beneficios económicos, que a veces pueden ser muy importantes, como:
* Reducción de los riegos reputacionales y los costes relacionados, ya que cada vez más, las personas consumidoras consideran que una organización es responsable del producto y/o servicio que presta independientemente de cuál sea su cadena de suministro. Por lo tanto, trabajar con empresas proveedoras que no cumplan unos requisitos mínimos en materia de responsabilidad social puede afectar a la reputación de la empresa, y por extensión a su competitividad.
* Mejora en la calidad de la cadena de proveedores, creando una cadena de suministro más cualificada y eficiente, favoreciendo así la mejora en la calidad de los productos y servicios suministrados, así como de los procesos de suministro (pe. requerimientos de entrega, etc.). A largo plazo, cualquier problema relacionado con la calidad producirá un coste adicional para la empresa con su correspondiente impacto directo en los resultados económicos de la misma.
* Favorece la confianza, la fidelidad y las relaciones duraderas entre los diversos actores, lo que posibilita crear un entorno de cooperación, compartiendo recursos y capacidades, permitiendo afrontar de manera más eficiente, y con mayor probabilidad de éxito, la resolución de problemas comunes, proyectos de innovación, etc., que acabarán reportando beneficios mutuos.
Existen diferentes maneras para poder hacer partícipes a las empresas proveedoras de la RSE de una organización, entre las que destacan:
* Inclusión de criterios sociales y ambientales en los procedimientos de homologación de proveedores recogidos en los sistemas de gestión de la calidad y el medio ambiente, así como en los concursos y los contratos de relación con empresas colaboradoras.
* Implantación de procesos de homologación de proveedores que consideren las acciones de RSE de las empresas proveedoras en el momento de realizar su clasificación.
* Realización de auditorías de carácter social y medioambiental a las empresas proveedoras más críticas con el objetivo de asegurar el cumplimiento de los mínimos establecidos en los contratos, así como identificar actuaciones de mejora y poder plantearlas, implicando así a los proveedores en un ciclo de mejora continua.
* Implicación de las empresas proveedoras en los procesos de compensación de emisiones de carbono de las organizaciones (en el ámbito de otras emisiones indirectas, una organización debería incluir las emisiones de carbono de sus empresas proveedoras).
* Implicación de las empresas proveedoras en programas de fomento de la RSE conjuntos, como por ejemplo su participación en la elaboración de informes de RSE y la provisión de incentivos para que realicen dichos informes.
Merece la pena una mención especial al tema de los derechos humanos y la cadena de suministro. En un mercado globalizado y tan competitivo, en donde la cadena de suministro y subcontratación, en muchas ocasiones, se ha trasladado a países en vías de desarrollo, asegurar el cumplimiento, como mínimo, de los derechos humanos debe ser considerado como un objetivo prioritario por aquellas empresas que quieran demostrar su responsabilidad social.
Dentro de este marco, la ONU en su informe del 2008 "Proteger, Respetar y Remediar: Un Marco para las Actividades Empresariales y los Derechos Humanos", diseñó un marco conceptual para abordar esta problemática dividido en tres partes:
* Los Estados tienen el deber de proteger a las personas contra violaciones de derechos humanos cometidas por terceros, incluidas las empresas, a través de políticas, normativas y procedimientos de resolución judicial apropiados.
* Las empresas tienen la responsabilidad de respetar los derechos humanos, mediante el control del riesgo de causar perjuicios a los derechos humanos con miras a evitarlo.
* Las víctimas requieren un mayor acceso a recursos efectivos, incluyendo mecanismos de reclamación no-judiciales.
Estas recomendaciones tienen el potencial de definir el enfoque que adoptará la ONU en los próximos años respecto a este ámbito, y por extensión los procesos de rendición de cuentas vinculados. En la reciente guía G3.1 de GRI, una de las incorporaciones más destacadas es la valoración de los derechos humanos, considerando los procesos de diligencia debida y análisis por parte de las organizaciones. análisis por parte de las organizaciones.
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