En los últimos meses, una sensación de posible crisis económica invade casi toda la geografía mundial. En el ámbito global, se han rebajado sustancialmente las previsiones de crecimiento como consecuencia, en buena medida, de la guerra comercial USA-China, de los elevados niveles de deuda internacional o de los conflictos políticos en áreas relevantes. Los países de la eurozona llevan mucho tiempo con un ritmo muy débil de crecimiento debido, entre otras cosas, a la no implementación de los mecanismos institucionales del euro, a los problemas del Brexit o a la falta de políticas expansivas de los países líderes. Por su parte, el sólido crecimiento que presentaba la economía española se está desacelerando de manera progresiva por efecto, principalmente, del entorno internacional, de la falta de reformas estructurales internas y del empeoramiento de las expectativas condicionadas por factores políticos.

Es evidente que se avecinan tiempos difíciles a corto y medio plazo. Pero los economistas no se ponen de acuerdo ni en el alcance geográfico de una posible crisis (a qué países o regiones afectará en mayor medida) ni en sus características específicas (económicas o financieras), ni en su profundidad (desaceleración, recesión o simple período prolongado de bajo crecimiento) ni siquiera en su duración pues hay quien aventura que se trata de un período relativamente breve y que, a relativo medio plazo, volverá a fortalecerse la economía.

En el caso español, partimos de un crecimiento mayor y más sólido que el de la eurozona. Incluso, comparado con la situación en que habíamos afrontado la crisis de 2008, nuestro crecimiento actual es más equilibrado, poseemos un sistema financiero saneado y nuestro endeudamiento privado es inferior. Sin embargo, los fundamentos del Sector Público (déficit y deuda) no nos favorecen, nuestro desempleo es todavía elevado y nuestro empleo precario, al tiempo que hemos aumentado nuestros niveles de desigualdad y pobreza. Urge pensar y aplicar las medidas adecuadas para afrontar el posible período de crisis que, con mayor o menor intensidad, podría afectar a nuestra economía en el corto y medio plazo