El primer ordenador de la Escuela, uno de los primeros de España

Centro de Cálculo de EOI, a mediados de los años 60

La preocupación vanguardista de la Escuela se manifiesta en un aspecto muy significativo, la receptividad a los adelantos técnicos.

Prueba de ello es la propuesta que hace Fermín de la Sierra a la Junta, en julio de 1959, para que accediera al uso de un ordenador, en nuestro país resultaba una idea bastante original.

En estas fechas sólo unas pocas empresas y organismos disponían de un ordenador. RENFE fue la primera empresa española que adquirió en 1958, un IBM 0650, ni siquiera el sector bancario poseía uno.

El coste, 224.000 dólares, era uno de los grandes obstáculos a salvar. Totalmente prohibitivo si se compara con el presupuesto de la Escuela.

Hubo que tantear varías vías y esperar algunos años, hasta 1963, para conseguir un equipo propio de cálculo. A pesar del tiempo transcurrido todavía era un gran adelanto puesto que en 1962, había en España 21 ordenadores y en 1965 tan sólo 129.

La oficina de Ayuda Americana en Washington aprobó la concesión de los primeros 85.958 dólares de los que costaba el “calculador”, se pusieron todo tipo de trabas, el Ministerio de Comercio tampoco facilitó los trámites para la importación.

Al fin llegó el pedido al puerto de Barcelona, sin embargo lo enviado no correspondía a lo solicitado por la Escuela, después de numerosos trámites se pudo disponer del IBM-1620 y del IBM-1622, con los que se empezaría a organizar el Centro de Cálculo de EOI.

Mientras tanto un grupo de emprendedores liderado por Luis Alberto Petit, ex alumno de EOI, crearon el SIMO, en el año 1961, muestra tecnológica que aunque pasando por numerosas vicisitudes ha sobrevivido hasta nuestros días, con una nueva denominación “SIMO network”.

En el Centro de Cálculo los alumnos podían aprender en la práctica, las posibilidades y limitaciones de los sistemas informáticos puestos al servicio de las empresas.

El ordenador era utilizado, fundamentalmente para los “business games”, tema en el que la Escuela fue pionera en Europa. También se realizaban trabajos externos para los que la Junta fijó una tarifa de 1.000 pesetas por hora. Este servicio daba a las empresas la enorme ventaja de que no sólo se ponía a su disposición el equipo de programadores de máquinas, sino que también se les ofrecía el asesoramiento de un excelente cuadro de profesores para la resolución y análisis de los problemas planteados.

Dra. Felisa Arribas, Drta. Comunicación Estratégica EOI

 


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