Fomento de las energías renovables en España. Lecciones aprendidas. Futuro.

Es más que evidente que el fomento de las tecnologías renovables es imperante; y así es como se reflejó con todas las medidas y acuerdos que se llevaron a cabo desde la Unión Europea, donde España destacó como uno de los países punteros en su desarrollo. La única pregunta sería ¿lo hicimos bien?

 

El precio de la electricidad en España es bastante competitivo dentro de los mercados mayoristas de la UE. Si tenemos en cuenta que las renovables bajan el precio del “pool” y que en España precisamente han penetrado más que en el resto de la UE ¿por qué el precio de la electricidad para el consumidor se ha encarecido tanto? La respuesta es: los costes regulados. Han aumentado un 221% en estos años, siendo un 40% superior a los del resto de la UE.

 

Artículo «EL MUNDO», 22/02/2010

 

Para explicar este aumento de costes hay que retroceder a 2007, cuando el gobierno aprobó el Real Decreto para regular la actividad de producción de energía eléctrica en régimen especial. La respuesta a este decreto fue un disparo de la potencia instalada en eólica y sobre todo, de la fotovoltaica.

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Sería una reacción favorable sino fuera porque, además de que se invirtió en tecnologías renovables aún inmaduras cuando el coste era más elevado; la tecnología fotovoltaica se desvió en tres direcciones que provocaron una sobreretribución de las plantas en funcionamiento: costes de inversión (en sólo tres años los costes se redujeron casi el doble de le esperado), horas de funcionamiento (la hipótesis de funcionamiento fue más que superado, provocando una desviación de tarifa) y potencia agregada (la potencia instalada en 2010 fue un 905% superior a la prevista en el PER).

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Por tanto, cuanto más energías renovables, menor es el precio del “pool”; y puesto que se fijó una tarifa fija, más cuesta la prima al régimen especial. Al final el sistema no recaudaba lo suficiente para pagar los costes y apareció el famoso déficit. ¿Quién lo paga? Pues las empresas eléctricas convencionales y el fondo articulado para su titulización. He ahí las elevadas tarifas de acceso en España: amortización de los déficits pasados (2.600M€ anuales para el consumidor) más las primas a las renovables y cogeneración (más de 9.000M€ al año).

 

Estaba claro que esta situación debía de terminar, y es por ello que apareció la famosa reforma al marco retributivo de las renovables. En ella se marca una retribución basada en la venta de energía a precio del mercado, cubriendo además los costes de inversión que no puedan ser recuperados por la venta de energía, y los costes de operación (explotación). Han sido muchas las instalaciones gravemente afectadas que han visto como sus beneficiones caían de forma aplastante y que ahora corren peligro de cierre. Además, esta reforma tampoco favorece nuevas inversiones, pues deja de ser una inversión claramente rentable.

 

En conclusión, ¿lo hicimos bien? Para nada. Ni la velocidad, ni el tiempo, ni la planificación fueron acertadas. Y las consecuencias no sólo las estamos pagando los consumidores, sino que también el futuro de las renovables en España, que está pasando uno de los peores momentos.


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