Innovar es una actitud

Linus Pauling: “La única manera de tener buenas ideas es tener muchas ideas”.

 

Cuando ideamos el desarrollo de un modelo de negocio hay que concentrarse en trasmitir a nuestros clientes/usuarios la diferenciación, las singularidades y beneficios de nuestra oferta (propuesta de valor) respecto a lo ya existente si se quiere penetrar en un mercado competitivo como pueden ser la mayoría de los sectores de actividad hoy en día.

Se dice que una idea es innovadora cuando es útil y viable, es decir cuando se convierten las ideas originales en productos o servicios que el mercado es capaz de absorber.

La innovación consistiría en la generación de ideas que incorporen valor (entendido este como beneficio), para los clientes/usuarios o para la sociedad en general, de forma que se consigan unos resultados sostenibles en el tiempo para la organización. Por tanto, y siguiendo a Alfons Cornella la innovación se podría visualizar como un triángulo en el que convergen las ideas, la creación de valor y los resultados.

Para innovar es preciso obtener ideas, y esta generación de ideas se puede sistematizar y por tanto enseñar a través de las técnicas y metodologías creativas como la observación sistemática, encaje problema/solución, hibridación, cocreación, open innovation (innovación abierta), etc.

Las empresas tienen que ser receptivas y estimular la innovación en todas sus formas, desde la incremental a la radical, desde el proceso al producto o servicio.

La necesidad de que todas las empresas innoven hoy en día se hace obligada, por ello es imprescindible para la supervivencia de las organizaciones que éstas estén orientadas a la innovación. Pero la innovación, no sólo la debemos asociar a productos, sino que innovar, es algo más, es crear algo nuevo y útil para la sociedad.

Por tanto, la innovación se extiende a toda actuación que persiga una mejora incremental o radical de productos, servicios, procesos, sistemas, actuaciones, modos de pago, canales de comercialización, packaging, marketing, comercialización, etc.

 

Innovar es en esencia una actitud, una cultura que tienen que tener los/as emprendedores/as durante toda su vida. Es un proceso que se hace Emprendimiento e innovacióncontinuado en el tiempo pero que es indispensable en un entorno en el que los cambios son constantes y obligados. La innovación, no solo tiene que ver con dedicar una serie de recursos financieros para crear y mantener un departamento de I+D+i, o con idear nuevas tecnologías que proporcionen a la empresa ventaja sobre sus directos competidores, sino más bien con crear dentro de la empresa un espíritu de mejora continua, intentando crear valor en las intervenciones y acciones que la empresa haga en sus procesos o en sus productos. Es lo que se llama innovación sistemática. Las innovaciones eficaces son las que empiezan por algo sencillo y concreto, y en los que el trabajo, diligencia y perseverancia cobran protagonismo antes que talento y conocimiento.

Igualmente, la actitud de innovar se hace obligada en los/as emprendedores/as que quieren lo mejor para su empresa, pues espíritu emprendedor e innovación tienen la misma base común: práctica y método.

 


7 Razones para escribir un Plan de Negocio

Con la rápida adopción en el ecosistema de emprendimiento de la metodología Lean Startup y sobre todo Customer Development de Steve Blank, impera en los últimos tiempos una corriente contraria al proceso de elaboración de un business plan o plan de negocio en la etapa inicial de un proyecto. La ya célebre frase de Steve Blank “ningún plan de negocio aguanta el primer día de cliente” parece que resuena en el aire que respiran la mayoría de los emprendedores y que les sugiere no elaborar un business plan hasta que la idea de negocio torne en empresa más o menos asentada, con algunas ventas, ciertos empleados y modelo de negocio en claro funcionamiento.

 

7 Razones para escribir un Plan de Negocio

Sin embargo, debemos tener presente que las ideas hay que posarlas en el papel y aún cuando el plan de negocio pueda sufrir modificaciones, resulta útil elaborar un documento (puede ser una simple infografía o power point), en el que se expongan los aspectos y contenidos claves del negocio en esa etapa temprana.

 

 

Las razones por las que se debe elaborar un plan de negocio responden a una finalidad tanto interna como externa que se pueden resumir en las siguientes:

 

1.- Un plan de negocio servirá de hoja de ruta y de análisis estratégico. Permite establecer con claridad los límites del negocio y sus puntos de referencia y poner por escrito lo que se está haciendo y hacia donde se quiere ir (misión y visión del negocio). Asímismo, proporciona una guía de las decisiones que hay y habrá que tener en cuenta en las etapas iniciales del proyecto.

2.- Igualmente, el plan de negocio tiene una función de comunicación que ayudará a solicitar financiación, buscar socios, clientes, proveedores, incluso empleados o simplemente presentarlo a algún concurso de ideas de negocio o subvención. El plan de negocio es una herramienta que nos permite comunicar nuestra idea y la forma en la que vamos a desarrollar la misma.

3.- También servirá para comprobar la coherencia interna del proyecto. La relación y su correspondencia entre los determinados apartados y contenidos del plan de negocio otorgarán al proyecto una cierta consistencia muy válida para los promotores del proyecto.

4.- Es útil también el plan de empresa para cohesionar al equipo humano respecto a la marcha del proyecto, la alineación del equipo hacia los valores, y objetivos del negocio es imprescindible para la buena marcha del mismo. La creación de una cultura de empresa nace en el propio plan de negocio.

5.- Es una herramienta que permite conocer la industria o el mercado en el que se va competir, sobre todo si se entra en un mercado novedoso y de gran incertidumbre. Buscar el posicionamiento con respecto a los demás players del mercado y entender los valores diferenciales que aporta nuestro proyecto con respecto a los competidores actuales y futuros son aspectos claves del plan de negocio.

6.- La elaboración del plan de negocio ayuda estudiar la viabilidad técnica y económica del mismo. Ayuda a establecer los escenarios económicos y financieros que sean de utilidad para diseñar la marcha y el funcionamiento de la empresa. Conocer la inversión que se necesita, el retorno de la misma, el coste de adquisición de cliente, o simplemente cuanta liquidez se necesita para sobrevivir en las etapas iniciales es vital para la puesta en marcha de la idea.

7.- Sirve de algún modo para visualizar el futuro, al menos a corto plazo, y cuanto más clara y concreta sea esa visualización mayor serán las probabilidades de conseguirlo. Los ejercicios mentales son siempre positivos y ayudará a pensar en las cosas principales y accesorias que de otro modo no se haría.

 

La gran utilidad del plan de negocio aparecerá cuando se termine el mismo. Y siempre será mejor tener un plan de negocio que no tenerlo, pues un negocio sin plan es como un barco sin rumbo.

Como dijo el general y presidente estadounidense Dwight David Eisenhower En las batallas te das cuenta que los planes son inservibles, pero hacer planes es indispensable.


Servicio al cliente por favor

Hoy en día, a nadie le sorprende las enormes dificultades que tienen las empresas para lanzar sus productos y servicios que sean del agrado, y sobre todo que despierten un cierto interés, por parte de los consumidores, clientes y usuarios. El panorama empresarial actual no es el mismo que el de hace 15 años y el entorno en el que las empresas se relacionan es cada vez más complejo y dinámico.

Actualmente las diferencias comparativas entre productos y empresas se van acortando, y junto con la sobreoferta de productos y servicios que hay en la actualidad estan provocando que el consumidor o el cliente tenga cierta confusión al no poder diferenciar que empresa le aporta el valor que en ese momento está buscando. Es por ello, por lo que cada vez hay mayores dificultades para lanzar nuevos productos o servicios al mercado que ofrezcan cierta diferenciación de los ya existentes que provoque la elección final por parte del consumidor. Sirva como ejemplo el hecho de que de los 90.000 productos y servicios que se lanzaron el año pasado únicamente el 10% de ellos tuvieron cierto éxito y no acabaron fracasando. Vamos a un mundo en el que el low cost y el valor claramente diferenciado se erigirán como las dos alternativas estratégicas válidas para las empresas.

Hace ya tiempo que las empresas y organizaciones de vanguardia, cambiaron el foco en el que deben fijar su punto de vista hacia un modelo de negocio orientado a conocer, cada vez más, los comportamientos y necesidades específicas actuales y futuras de los clientes.

Debido a esto, las empresas están obligadas a utilizar su creatividad e innovación en aras de la creación de valor para el cliente, a través de un servicio o producto personalizado y diferenciado, o a través de la immediatez o rapidez del servicio que prestan, o bien a través de la calidad del producto o servicio, o de la proximidad, de la tecnología, etc.

Pero esto no resulta tarea fácil, pues cada vez más el cliente se va haciendo más caprichoso, más exigente, está más formado e informado, es menos constante en hábitos y comportamientos, y quiere interactuar más con las empresas. Por esta razón, los clientes son más inestables en los procesos de compra y más volubles a las “tentaciones” que reciben de la competencia.

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La solución a este panorama, puede estar en la creación de un verdadero servicio al cliente, que tenga sus dos grandes pilares en la óptima utilización de los canales de comercialización de la organización para la captación de los clientes (cuestión esta más sencilla que la fidelización de los mismos), y sobre todo, en la prestación de un servicio excelente. En esto último, los americanos nos ganan por goleada. Existe allí una auténtica cultura de servicio y comodidad hacia el cliente que lo embarga todo. Las empresas americanas ponen siempre al cliente en el centro de sus estrategias para ofrecer un servicio excelente que luego pueda ser recordado y posibilite la fidelización o al menos una relación muy satisfactoria con sus clientes. De hecho, esta cultura de servicio al cliente está extendida en la mayoría de las empresas sin distinción de tamaño o sector. Basta con visitar un fast-food americano, alquilar un coche en un aeropuerto o simplemente echar gasolina en una gasolinera para darse cuenta de ello. Y si no quieres viajar a EEUU, únicamente hazte cliente de Amazon o cualquier otro tipo de empresa americana para poder comprobarlo.

Para que una empresa se considere proactiva en el servicio al cliente debe entender que los clientes ni son infinitos ni son eternos.

Por ello, las empresas deben esforzarse en crear una empatía real con sus clientes, intentando establecer un vínculo emocional para así provocar una relación especial con la marca, la organización y sobre todo con sus productos o servicios, lo más duradera posible. La experiencia de cliente tanto en el ámbito on line como en el ámbito of line lo debe ser todo.

Una táctica que puede ayudar a ello es la superación de las expectativas de los clientes. Es decir, sorprenderles, dar algo que no esperen recibir, pues la satisfacción de los clientes tiene que ver con el valor percibido y las expectativas generadas. Y si esa experiencia es positiva será valorada, recordada e incluso servirá para fidelizar al cliente y en algunos casos a qué estos hagan de prescriptores.

En un mundo como el actual en el que el desarrollo tecnológico y la sobreoferta hacen que las diferencias entre los productos y servicios sean cada vez más pequeñas por no decir mínimas, las organizaciones que lideran sus mercados, deben entender que la creación de valor real puede estar en prestar un servicio diferenciado y adaptado a las necesidades cambiantes de los clientes y usuarios, ofreciendo una solución a sus problemas actuales y futuros. Es aquí donde  las empresas de vanguardia se diferencian de las que no lo son, pues intentan extender la cultura de servicio al cliente a toda su estrategia corporativa.


La promesa (también llamada propuesta de valor)

Cuando trabajamos en la ideación de un nuevo producto o servicio que busca la solución a un problema que tienen aparentemente un perfil determinado de clientes o usuarios, nos encontramos muchas veces con la dificultad de construir una propuesta de valor (valor entregado), atractiva y diferenciada pero sobre todo estratégicamente bien definida, pues el proyecto emprendedor se basará justamente en el buen diseño de la misma.

Para crear una propuesta de valor hay que tener en cuenta los siguientes aspectos:

 

1.- El proyecto basado en la propuesta de valor debe aportar unos beneficios a clientes y/o usuarios.

2.- Debe igualmente crear valor neto (superior al que cuesta producir)

3.- También, debe ser diferente comparativamente (valor percibido diferenciado por los clientes y/o usuarios).

 Generalmente, la propuesta de valor viene precedida por la identificación de una oportunidad de negocio que a su vez se ha reconocido  por la observación de un problema (también llamado dolor),  no satisfecho por la competencia actual que tienen un determinado grupo de clientes y/o usuarios. Por tanto, el origen de la propuesta de valor se determina en la observación del comportamiento de los clientes y/o usuarios o en la detección de un problema causado a los mismos. Esto significa que es el cliente o el usuario el que se sitúa en el centro de la propuesta de valor y para ello se debe empezar todo diseño y formulación de la misma entendiendo al cliente o usuario a través del mapa de empatía, herramienta esta que nos podrá proporcionar información sobre el comportamiento del sufridor de ese problema, cuando probemos con encuestas o entrevistas si realmente esos perfiles de clientes padecen a menudo ese problema o dolor.

Para realizar formular y diseñar una propuesta de valor diferenciada Alex Osterwalder e Yves Pigneur nos plantean cómo hacerlo a través de estos tres pasos:

 

1.- Describir trabajos, tareas, actividades que han de llevar a cabo los clientes, problemas que desean solventar o necesidades que quieren satisfacer, y a los cuales van a dirigirse los productos de la empresa. Estas tareas pueden ser funcionales, emocionales o estar cargadas de componente social. El objetivo de la empresa será ayudar a los clientes a completar con éxito dichas tareas.

 2.- Averiguar los factores que influyen en el grado de satisfacción o insatisfacción de los clientes en la realización de esas tareas, es decir, ganancias o beneficios que los clientes obtienen con esa actividad o bien los dolores o incomodidades, frustraciones, costes y riesgos que experimentan durante el desarrollo de tales tareas.

3.- Relacionar las tareas o actividades del cliente y los factores que determinan su satisfacción con las características de los bienes y servicios en torno a los que se está construyendo la propuesta de valor.

Resumiendo, es crucial diseñar y definir muy bien la propuesta de valor por la cual se va a vertebrar todo nuestro proyecto emprendedor pues no solo es útil para comunicar a los clientes y/o usuarios que problema les podemos solucionar o mitigar, sino que también, contribuye a marcar las pautas de la formulación estratégica y posicionamiento del futuro negocio, porque según Kaplan y Norton la estrategia de basa en una propuesta de valor diferenciada y la claridad de esta propuesta es la dimensión más importante de la estrategia.

 Después del diseño y formulación de la propuesta de valor llega el trabajo más duro que será la validación de las hipótesis que alberga la propuesta de valor, con lo que habrá que ponerse de nuevo las zapatillas y salir a la calle a confirmar o no esas hipótesis pues así lo exige el Lean Startup y la metodología Customer Development. Es hora, por tanto, de comprobar las asunciones reflejadas en la propuesta de valor.

Hablar de propuesta de valor es también hablar del compromiso que se adquiere en forma de productos o servicios con los clientes y/o usuarios, y esa propuesta determinará los límites en los cuales deberemos movernos. Si se quiebra ese compromiso debido se perderá la confianza del cliente o usuario. The Promise es una canción de Bruce Springsteen que viene a decir que cuando las promesa se rompe se quiebran los sueños.

 


El ratel y el pájaro indicador. Colaborando con la competencia.

La crisis económica mundial está espoleando con fuerza nuevas formas de hacer negocios como resultado de un sistema económico, algo agotado y que precisa al menos una cierta revisión. Cada vez más, el concepto de propiedad va evolucionando hacia una definición basada en circunscribirlo más al uso que en determinar la titularidad del bien o de la cosa en cuestión. Es por ello, por lo que proliferan nuevas formas y modelos en los que la colaboración aparece como pieza esencial para el desarrollo económico y social. La economía colaborativa o “economía del compartir” (sharing economy) lo impregna todo con una serie de prefijos que abordan a la mayoría de los campos del conocimiento: co-propiedad, co-creación, cooperación, co-working, etc. Vivimos y vamos hacia un mundo más abierto, más transparente, más tecnológico y por su puesto más colaborativo. La colaboración entre personas, al fin y al cabo, ha sido una de las claves del desarrollo humano. Hoy abordaré la necesidad de encontrar lugares comunes de colaboración con nuestra competencia.

Quizás cuesta comprender que en un mercado marcado, en la mayoría de los sectores, por la plena competencia de las empresas, donde la rivalidad de competidores es bastante acusada, haya cabida para fórmulas de cooperación con la competencia que en vez de poner el peso en la competición tal y como la entendemos desde el punto de vista de la economía de mercado, lo pongan en la cooperación entre competidores, entendida ésta como asociación y colaboración entre empresas que persiguen idénticos fines. Si nos fijamos bien en nuestro alrededor, esto no resulta tan extraño. Mismamente en la naturaleza, tenemos múltiples ejemplos de cooperación entre distintas especies. Por todos es conocida la función de protección de determinados tipos de hormigas hacia pulgones y ciertas orugas a cambio de sus secreciones dulces. De la misma manera, el picabueyes ofrece sus servicios de desparasitación a elefantes, gacelas, cebras, jirafas y demás fauna africana. Y hasta el ratel (tejón de la miel) y el pájaro indicador colaboran habitualmente en busca del panel de abejas, en una colaboración competidora plena.

 

Ratel y pájaro indicador

 

Al igual que en la naturaleza, en el mundo de la empresa también se dan fórmulas de cooperación con proveedores, clientes, trabajadores, y también competidores, aunque parezca extraño. Debido al entorno de incertidumbre económica en el que estamos inmersos, hoy hay la necesidad de que las empresas trabajen con un algún grado de cooperación con la competencia, puesto que la intensidad de los mercados y la mejora de la competitividad hoy en día hace que los recursos internos de las empresas sean insuficientes, las ventajas competitivas (de hecho este término está desapareciendo por otro más acorde al grado de colaboración que experimentan las organizaciones y que es el de ventaja comparativa), sean cada vez menos prolongadas, los continuos avances tecnológicos requieran rápidas respuestas de las organizaciones, y la globalización de los mercados e internacionalización de las empresas exijan nuevas demandas de colaboración. La cooperación entre empresas ha de verse como un hecho más natural de lo que el sistema capitalista nos hace ver. Esto es la base la teoría de la coopetición (colaborar y competir a la vez) de Adam Brandenburguer y Barry Nalebuff

La idea de que tú ganas si tus competidores pierden, es muy básica y sobre todo simplista. Se puede competir y cooperar al mismo tiempo, combinando las ventajas de ambos conceptos para lograr un mercado lo más grande posible, obteniendo así un beneficio mutuo. A veces, es más ventajoso para las empresas cooperar y compartir información y recursos con otras entidades (ya sean empresas, organizaciones, gobiernos, etc.), que no hacerlo.

Un ejemplo de ello lo tenemos en la televisión digital terrestre. Todas las cadenas de televisión públicas y privadas de España se unieron para publicitar las bondades de la tecnología de la televisión terrestre digital, pues se trataba de un mercado nuevo en el que los beneficios de la cooperación conjunta serían superiores a los de la competición pura y dura.

 Pero, cooperar con los competidores ¿a qué precio? Puedes cooperar con otras empresas sin tener que ignorar tus propios intereses. No es muy inteligente crear un pastel del que no puedas aprovecharte. Se deben conservar los elementos que forman la esencia y la base de la ventaja competitiva de la empresa, es decir su ADN o su Know How.

Las empresas son competidoras cuando dividen mercado, pero son complementarias cuando crean mercado. En algunas situaciones los beneficios de la colaboración son mayores que cuando se actúa de forma individual.

Resumiendo, la idea se basa en crear un pastel lo más grande posible para ser repartido entre competidores, para ello hay que huir del modelo de competencia tradicional (ganar-perder) y llegar a un modelo mixto (ganar-ganar). Como en la célebre película El Padrino segunda parte, Michael Corleone espetaba “mantén a tus amigos cerca, pero a tus enemigos aún más cerca”.


Los 7 errores más importantes de los emprendedores

De mi experiencia de trabajo con emprendedores de ya muchos años, he podido constatar que los principales errores a la hora de crear un negocio o proyecto se repiten una y otra vez. Con ánimo de que este post contribuya a que algún emprendedor y emprendedora pueda sortear o evitar al menos alguno de ellos, paso a comentar los más característicos.

 

1.- Enamorarse de la idea (o dejar que la idea te atrape). El error principal de los emprendedores cuando inician un negocio es no reconocer que LA IDEA POR SI SOLA NO VALE NADA. Lo verdaderamente importante es la forma de ejecución de esa idea y eso consiste en: rodearte de un buen equipo gestor que haga crecer esa idea, que la baje al terreno y la materialice en forma de generación de ingresos, y sobre todo que piense como entender y atraer al cliente. Es preferible una idea mediocre gestionada por un equipo promotor brillante que una idea brillante gestionada por un equipo mediocre.

2.- Buscar únicamente la oportunidad (oportunidad por encima de la pasión). En muchas ocasiones se crean negocios teniendo en cuenta únicamente la oportunidad coyuntural de un sector, bien porque una legislación lo favorece, o bien porque ese sector tenga una buena proyección de mercado, sin atender a otras cuestiones más relevantes como puedan ser que los emprendedores o el equipo promotor tengan o no experiencia concreta sobre el sector en cuestión, o conocimiento sobre el mismo, o incluso si sus habilidades o capacidades profesionales se adecuan a este. El criterio de decisión principal no puede ser, exclusivamente, si el sector en el que voy a iniciar el negocio es actualmente una oportunidad o lo va a ser en un futuro cercano. Sino que la decisión principal debe ser si ese negocio o sector realmente me gusta, lo conozco, me apasiona y voy a poder estar dedicándole las horas que hagan falta.  ¿Tu negocio puede llegar a convertirse en tu hobby? Si la pregunta es afirmativa, adelante, dedícate a ello.

3.- Lanzar el negocio y crear la empresa sin antes validarlo (cegado por el exceso de optimismo). Hoy casi cualquier idea de negocio o de proyecto debe estar validada previamente antes de su puesta en marcha. Aún en el supuesto de que se  trate de un mercado o sector consolidado hay que validar algunas hipótesis antes de nada. Hay que obtener métricas que ayuden a ir reduciendo el nivel de incertidumbre presente en cualquier tipo de negocio por maduro que este sea y descubrir que las asunciones que tengamos sobre cualquier aspecto del negocio deben ser probadas y contrastadas. Un mínimo producto viable nos servirá para ir comprobando esas hipótesis. La metodología Lean Startup y el Desarrollo de Cliente nos ayudan a ello.

4.- No entender que sin clientes no hay paraíso (o mi negocio son mis clientes). Todo negocio debe partir del problema o necesidad que tiene el cliente. Y todo negocio se debe enfocar a obtener clientes, es decir, ventas. Cualquier negocio, proyecto o startup se inicia observando al cliente primero y teniendo en cuenta que el cliente no se fijará en si tu propuesta es buena, que ha de serlo,  sino en que sea beneficiosa para él, es decir, que le aporte valor y esté dispuesto a pagara por ello. Ajustar la propuesta de valor a las necesidades o problemas del target concreto de cliente (lo que se llama encaje problema/solución), es cuestión fundamental para el crecimiento de la empresa. La relación con el cliente y la instauración de una auténtica cultura de servicio al cliente se hace cada vez más obligada en las empresas y negocios de hoy en día.

5.- Mala elección de socios (o lo segundo más complicado después de encontrar pareja). Es frecuente que los socios de un negocio, empresa o startup sean amigos, compañeros o incluso familiares cercanos al círculo afectivo del promotor que ha tenido la idea de negocio. Pero la experiencia nos dice que la elección de socios debe ser más disciplinada y más profesional, buscando la complementariedad, la versatilidad, y la experiencia en algunas áreas funcionales del negocio o de la empresa. Al fin y al cabo se trata de un negocio, es decir, de dinero, de futuro que no puede hipotecarse por criterios de afectividad. La elección de los socios o compañeros de viaje de esta aventura se antoja difícil y rigurosa.

6.-  No tener un plan (aunque Steve Blank diga que tu business plan no dura el primer día de cliente). Las ideas hay que posarlas en el papel, una vez, eso sí, validado el modelo de negocio, y aún cuando el  plan de negocio pueda sufrir modificaciones, resulta útil elaborar un documento (puede ser un simple power point), en el que se expongan los aspectos y contenidos claves del negocio. Servirá de hoja de ruta y de análisis estratégico así como para estudiar la viabilidad técnica y económica del mismo. Igualmente, el plan de negocio tiene una función de comunicación que ayudará a solicitar financiación, buscar socios, clientes, proveedores o presentarlo a algún concurso de ideas de negocio. Siempre será mejor tener un plan de negocio que no tenerlo.

7.- El error más grave es no emprender (o al menos no haberlo intentado). Dejo en último lugar el error principal, pues hay mucha gente,  que se arrepiente de no haber tomado en su momento la decisión de poner en marcha una idea de negocio o al menos haberlo intentado. Si tienes una idea de negocio, la has estudiado y preparado, conoces al equipo que puede hacerla crecer, te has asesorado y has buscado a expertos que opinen sobre la misma,  !lánzate! Siempre será más gratificante haberlo intentado que comentar pasado el tiempo “yo tuve esa idea pero no la puse en marcha”. La actitud emprendedora también se puede adquirir y aprender si no la tienes de inicio, pero la motivación y la decisión de poner en marcha la idea de negocio la tienes que tomar tú. Si fallas con el negocio no pasa nada, algo de tu tiempo, de tus ilusiones y algo dinero se habrán desvanecido, pero siempre te quedará el consuelo de que al menos tuviste el coraje de intentarlo.


¿Quieres aprender a crear una empresa? La Metodología Lean Startup te ayuda.

 

Cada vez más se está imponiendo la metodología Lean Startup como vía para la creación de proyectos y nuevos negocios de manera ágil donde el nivel de incertidumbre se ve reducido a medida que se experimenta de forma rápida con la idea de negocio o el nuevo producto.

En esencia, esta nueva metodología de emprendimiento se basa en conocer de forma lo más rápidamente posible que es lo que funciona en el producto, proyecto o negocio, para ir incorporando ese conocimiento validado, y descartar aquello que no aporta valor. Ese aprendizaje validado se respalda en datos y métricas que se obtienen testando en poco tiempo (de ahí el nombre de metodología ágil), el producto o el negocio con clientes y/o usuarios reales cuya información adquirida es de gran importancia para ir adaptando el producto o el negocio a las necesidades de estos, y así tratar de perfeccionar el mismo según las indicaciones que éstos primeros clientes van aportando.

La metodología Lean Startup tiene su origen en el lean manufacturing, donde empresas del sector industrial como Toyota implementaron este sistema, ya hace tiempo, para identificar y eliminar todo lo que no supusiera valor (beneficio para el cliente),  y evitar así lo que se considera despilfarro. Si bien es cierto, que esta metodología ágil de creación de empresas ha tenido sus principales seguidores en startups del sector tecnológico, cada vez más se está extendiendo al resto de sectores, incluido el sector público, como metodología de emprendimiento eficaz, pues al fin y al cabo, no se trata de otra cosa que de un sistema de innovación continua.

Crear, medir y aprender es el mantra que se repite una y otra vez en las startups que adoptan la metodología Lean Startup, debido a que se necesita siempre, probar, validar e incorporar ese conocimiento, que se obtiene con los clientes tempranos (early adopters), a la empresa. Este proceso de validación se realiza saliendo del edificio y buscando a los primeros clientes o usuarios que ayuden con su información a perfeccionar o terminar nuestro producto, servicio o modelo de negocio.

La forma de llevarlo a cabo es a través de lo que se denomina el mínimo producto viable MPV (conjunto de características mínimas que tiene que tener el producto o el servicio), que no es otra cosa que tener presente que no debemos esperar a que nuestro producto, o modelo de negocio esté totalmente terminado, y perfectamente acabado y pulido para lanzarlo al mercado, sino que se necesita probar y testar mediante un prototipo, un experimento, un simple vídeo, una maqueta, unas entrevistas (algo barato no cutre como diría Néstor Guerra) etc., el grado de aceptación del mismo. La información obtenida nos servirá de utilidad para seguir y continuar completando el producto o negocio hasta su lanzamiento definitivo al mercado.

Y todo ello, lejos del tradicional y antiguo desarrollo de producto que requiere un período de incubación y de reflexión más largo que se centra en tener el producto totalmente completado y perfeccionado antes de su introducción al mercado.

Si los datos y la información recibida nos dicen que las hipótesis planteadas al inicio no son adecuadas, se puede cambiar de estrategia y pivotar (corrección planificada) hacia nuevas hipótesis sobre aspectos claves del producto o negocio, para así ir reduciendo el nivel de incertidumbre un poco más.

La cruda realidad es que la mayoría de startups  fracasan debido a que los productos y servicios que ofrecen no son de verdadero interés para el mercado, y esto aparece después de dedicar mucho tiempo y esfuerzo al desarrollo de producto o planificación del servicio, realizar un business plan, etc. Es aquí donde la metodología Lean Startup me parece realmente útil, puesto que en un par de meses, puedes identificar y probar tus hipótesis: los perfiles de clientes, las funciones o beneficios más valorados del producto o servicio, los canales de comercialización y hasta el precio al que están esos clientes dispuestos a pagar, y todo ello de manera rápida, sencilla y económica.

El Lean Startup, junto con el Business Model Canvas de Alex Osterwalder y el Desarrollo de Cliente de Steve Blank son algunas de las metodologías de emprendimiento ágil que más están cambiando la forma de lanzar nuevos productos,  nuevos modelos de negocio, y replanteándose los existentes.

 

Para más información: El método Lean Startup de Eric Ries Editorial Deusto. ¿Por qué el Lean Startup lo va a cambiar todo? Néstor Guerra profesor EOI. Escuela de Organización Industrial.

 


¡Hola mundo!

Este es un espacio dedicado a personas emprendedoras desde donde comentaremos los aspectos relacionados con el emprendimiento, los emprendedores/as, la creación de empresas, las ideas de negocio y las startups y también otros temas de interés sobre la gestión eficaz y sostenible de las empresas. Esperamos que participes con tus comentarios para compartir experiencias entre tod@s.



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