FLOTAS Y ENERGÍA: TAXI Y AUTOBÚS 100% ELÉCTRICOS

Ámsterdam pretende convertirse en la primera capital ‘Cero Emisiones de Europa’, con la incorporación de medidas destinadas a facilitar la movilidad eléctrica y así evitar los graves problemas de contaminación. Así, Ámsterdam seguirá los pasos de otras capitales europeas como Londres y París con el cierre progresivo al tráfico de los vehículos más contaminantes.

En España, ese cambio es también posible tecnológicamente y no menos necesario medioambientalmente. Según el inventario de emisiones de la Comunidad de Madrid 2012, el transporte por carretera es el causante del 71% de las emisiones de NOx en la Comunidad de Madrid, de las que los autobuses urbanos representan un 16,4% y los taxis un 14,8%, sumando entre ambos el 31,2%.

Comparando un vehículo gasolina o diesel, frente a uno eléctrico, el principal gasto es la adquisición del coche, por el contrario, el combustible apenas representa entre un 10-15 % del gasto total en el estudio TCO (coste de propiedad del vehí culo). De este modo, la principal partida de gasto en un taxi convencional se convierte en el principal concepto de ahorro en el caso de utilizar tecnología 100% eléctrica. Teniendo en cuenta que un vehículo eléctrico se mueve en un coste energético, en función de la tarifa eléctrica seleccionada, en torno a 1,5 €/Km frente a los 8 €/Km del diésel y 7 €/Km del híbrido gasolina, supone ahorros energéticos incluso superiores al 80%.

El mantenimiento, tanto preventivo como correctivo, representa la segunda partida de gasto en el TCO de un taxi convencional con motor de combustión después del combustible y sin tener en cuenta el coste de inversión por la compra o financiación del vehículo. Diferentes marcas con modelos 100% eléctricos confirman un ahorro del 40% en el mantenimiento respecto a modelos de combustión homologados.

Respecto a un autobús 100% eléctrico, es ya una realidad. Se trata de un vehículo que se recarga durante la noche en cochera, en tarifa supervalle, y que a la mañana siguiente sale a dar servicio ininterrumpido como uno más de la flota.

Se considera que un autobús eléctrico es apto para la globalidad de servicios de un operador en una ciudad si es capaz de dar servicio continuado hasta 16 horas. A diferencia del resto de VE, un autobús eléctrico urbano define su autonomía principalmente por los tiempos de operación, independientemente de la distancia que recorra. Para el mismo tiempo de operación un autobús puede recorrer entre 150-200 Km en virtud de las velocidades medias y la disposición del número de paradas y tiempos establecidos de servicio.

Hay tres factores que afectan especialmente a la “autonomía” de un autobús eléctrico:

• El modo de conducción: la efectividad del conductor al usar la inercia del vehículo, así como su pericia en el uso del freno regenerativo, junto al tacto del acelerador, pueden suponer oscilaciones de hasta el 30% en el consumo energético.
• La climatología: el gradiente térmico entre la temperatura exterior y la temperatura de confort en el interior afecta directamente a la autonomía.
Se han detectado penalizaciones en torno a una hora en el tiempo de operación en condiciones de verano mediterráneo.
• La orografía: cuanto mayor sea el desnivel en el recorrido, y a mayor porcentaje de pendiente, el consumo energético será mayor, afectando a la autonomía.

Una importante partida de ahorro dentro del análisis de TCO del autobús 100% eléctrico es el mantenimiento. Los trabajos de mantenimiento preventivo y correctivo son menos exhaustivos en la tracción eléctrica. Además el modo de conducción debe jugar un papel importante en favor del VE mediante un menor desgaste de los componentes consumibles compartidos en todas las tecnologías.

La apuesta por el taxi y el autobús urbano 100% eléctricos parece la forma más rápida de valorar la influencia que el VE puede tener sobre la eficiencia energética en el transporte en su conjunto, así como en la eficiencia del sistema eléctrico.

Todo apunta a que van a ser los profesionales y la Administración pública los que muestren el camino y se encarguen del desarrollo inicial del VE en base a su apuesta por la sostenibilidad y por supuesto persiguiendo la rentabilidad económica.


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