¿Dónde están los comercios de toda la vida?

Si los comerciantes de los años 70 levantaran la cabeza se volverían a tapar para no ver lo que ha pasado con sus comercios y sobre todo si los tenían en lo que popularmente se conoce como el “centro de las ciudades o de los pueblos”. Esos comercios de toda la vida, ¿dónde están? Nos preguntamos con un tinte de nostalgia, propio de José Luis Garci o del propio Delibes, dónde están las clásicas “pañerías” o los “coloniales” o las tiendas de “fumador” o los “almacenes de telas”, dónde han ido… Si queda alguno más vale que no nos acerquemos. Quedará su esqueleto con olor a rancio y sabor a viejo.

02economiasocial_640x365Poco a poco los centros de las ciudades han ido condenando sus comercios y ha nacido la necesidad de trasladarse a las nuevas zonas comerciales. Calles anchas, avenidas de trazado reciente, aparcamientos próximos, zonas más o menos peatonales y plagadas de establecimientos de fast food y vendedores ambulantes con mantas en las aceras. Y eso sin llegar a las oportunidades que en las afueras de la ciudad nos ofrecen los centros comerciales.

De nuevo regresamos y paseamos al estilo de Fernando Rey por el centro de la ciudad. Aunque los comercios hayan desaparecido, los locales siguen ahí. Ahora hay otro tipo de negocios. Ocupan actividades que en los 70 ni existían, ni se pensaban en ellas: tiendas de móviles, kebab, uñas de porcelana, un chino por supuesto, una boutique de pan y una parafarmacia o un locutorio telefónico.

Y esto no es un cuento de hadas, es una realidad en la mayoría de los “centros urbanos”. Por ello los responsables de la gestión municipal se han visto obligados en los últimos años a plantearse fórmulas creativas para dinamizar su comercio minorista y para dotar a los espacios comerciales agónicos de los atractivos necesarios para reconvertir su agonía en buenos estados de salud o al menos para permitir su sostenibilidad, aunque sea en condiciones de simple supervivencia.

Si Woody Allen fuera alcalde, trataría de recuperar el encanto perdido, pero hoy los ediles son más prácticos y buscan soluciones que la sociedad acepte sin complicaciones. Por eso cualquier plan de relanzar el comercio tradicional pasa por unos criterios ineludibles. Comienzan con el escaparatismo y la decoración interior del espacio, pasa por la formación de las personas que trabajan en el comercio, sigue con la incorporación de la tecnología en todas sus instancias (por supuesto una Web atractiva es fundamental) y culmina con la venta online. Estas cosas y otras más (asociaciones, renovación de productos, gestión de stock, política de puestos etc) son imprescindibles. Son el beso de la vida para estos comercios. Son imprescindibles para poder abrir la puerta la próxima semana.

Sólo Gabriel Vargas quería entrar en el pasado al abrir una puerta. Las personas normales quieren un mundo ergonómico en el que encuentren armonía, además, por supuesto, de solucionar sus problemas. Para Arturo Cardoso solamente un comercio del futuro puede satisfacer a un cliente del presente.

En los centros comerciales hay de todo. Allí están todos. En un único espacio, por grande que sea, se encuentra lo que buscas y mucho más.


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