¿Se puede trabajar en la oficina?
«Hablar es el arte de sofocar e interrumpir el pensamiento»
Thomas Carlyle
Hace poco escuché una muy interesante charla TED de Jason Fried, CEO y fundador de Basecamp. que trataba precisamente de la poca idoneidad de la oficina como lugar de trabajo.
Su tesis es que no se puede trabajar en la oficina debido sobre todo a las constantes interrupciones que sufrimos, cuyas principales causas, aunque no las únicas, serían:
- Los jefes y directivos, cuya labor caricaturiza hasta el punto de indicar que su trabajo fundamental es interrumpir a su gente
- Las reuniones, también convocadas por los jefes, que además son improductivas y costosas
Y propone tres medidas a adoptar por los managers para empezar a cambiar la tendencia:
- Establecer un día o una tarde al mes de NO HABLAR, e ir paulatinamente aumentando la frecuencia hasta que sea una vez a la semana
- Sustituir, parcialmente al menos, sistemas de comunicación «activos» (como charlas cara a cara) por sistemas «pasivos» como el correo. Su planteamiento es que el correo lo abrimos cuando queremos y eso no nos corta de forma involuntaria el proceso de realizar el trabajo
- Cancelar la siguiente reunión, sea para lo que sea, como paso para reducir su número a la mínima expresión
Aunque varios de sus planteamientos sean intencionadamente exagerados, creo que el conferenciante apunta a alguno de los principales problemas que afrontamos en el trabajo de oficina que impiden que podamos desarrollar adecuadamente nuestro trabajo. Porque sin las constantes interrupciones, la oficina podría ser un lugar idóneo para la actividad profesional: tiene adecuadas infraestructuras, nos rodeamos de gente con la que compartir las ideas, escapamos de las distracciones domésticas y es un buen entorno para las relaciones sociales y el networking en los momentos en que no supongan una interrupción. Y esas interrupciones tienden a multiplicarse en el caso de las oficinas abiertas.
No estoy abogando por pasar muchas horas en la empresa ni por fomentar el presentismo, sino por hacer más fácil la concentración y la productividad durante el tiempo en que estemos en la oficina. En caso contrario, siempre será mucho más eficiente el trabajo en cualquier otro entorno, como le pasa a Dilbert